El alto costo del tráfico

Con el documental Rush Hour, la cineasta Luciana Kaplan analiza el modo de vida en tres megalópolis del mundo: Ciudad de México, Los Ángeles y Estambul, y cuestiona cómo es que los ciudadanos pasan demasiado tiempo en un vehículo mientras se trasladan de sus casas al trabajo; además, muestra la violencia física y emocional que genera ese caos

[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_oy2cnhav” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El interminable asfalto en el horizonte, la penumbra del día que comienza y millones de personas que, a la lejanía, parecen hormigas autómatas deambulando apuradas por cruzar kilómetros de urbanidad, forman una escena que rompe lenguajes y fronteras, ya que se vuelve común en cualquier megaciudad alrededor del mundo.

¿Por qué la gente se desplaza durante horas para poder ganarse un sueldo que en ocasiones es raquítico? ¿Esto aqueja a todo tipo de clases sociales? ¿Por qué se vive esta movilidad infrahumana que además expone a la violencia?

En 2010, Luciana Kaplan vislumbró que la nana de su hija tenía que trasladarse durante 6 horas de su día para poder cuidar a la infante. Fue con esa experiencia que la realizadora se abocó al tema y decidió retratar ese reflejo que no es particular de México, sino que es una realidad universal.

“Empecé a pensar en una idea de cómo hacer un documental que retratara esa problemática, porque yo creo que no es nada más de esta ciudad ni de una clase social, sino que todos de alguna manera pasamos demasiadas horas en el transporte y eso tiene un costo emocional muy fuerte que no estamos reconociendo”, comenta Kaplan, en entrevista con Reporte Índigo.

Así fue como nació Rush Hour, documental en el que la directora entretejió las historias de Estela Martínez, Meltem Gündoğdu y Michael Monosky, quienes viven en la Ciudad de México, Estambul y Los Ángeles, respectivamente, y diario lidian con el problema de la movilidad.

El testimonial es un seguimiento fiel de las vidas de los protagonistas en su rutina diaria, quienes se sienten, además de cansados por sus viajes urbanos, hastiados de no poder estar junto a sus seres queridos, lo que repercute en su emocionalidad.

“Es una película que habla sobre los sacrificios que hacemos constantemente sin darnos cuenta y sobre las aspiraciones. Uno quiere conseguir algo, pero acaba consiguiendo algo muy distinto. Es más que una película sobre el transporte, no tan sólo del trayecto, sino sobre esas horas perdidas y la vida que se nos va”
Luciana KaplanDirectora

Después de pasar por muestras internacionales como South by Southwest en Austin, Texas, Morelia, Barcelona, Patagonia Eco Film Fest 2018 y la gira de documentales Ambulante, Rush Hour se estrenará el 12 de octubre en salas mexicanas.

El transporte mexicano normaliza la violencia

Estela Martínez se despierta a las cinco y media de la mañana, calienta el agua para su baño matutino con una resistencia y se lava a jicarazos. Cuando sale de su casa, en el Estado de México, apenas despunta el sol. Ella dejó Zacatecas por miedo, hace 24 años, ahora en su caminar urbano, el pavor sigue latente, sólo por el hecho de ser mujer.

“Cosas feas, malas, pues sí me han pasado muchas. Creo que también es algo normal (…), me asaltaron, me golpearon y me violaron, es lo peor que te pueda pasar”
Estela MartínezProtagonista del documental

Esta normalización del abuso escala, porque es una cotidianidad en el país y denunciar se vuelve un calvario. Además de que el gobierno está incapacitado para dar seguimiento a estos crímenes, expresa la directora.

“Ser mujer en este país implica eso, vivir en el Estado de México, en Ecatepec, que es como la capital del feminicidio, ‘claro eso me pasa por la cabeza todos los días, que bueno que no me mataron’. Existe esa idea muy fuerte y creo que si vamos a hablar del transporte en México, hay que hablar de la violencia que se vive”, agrega Kaplan.

Vida de ensueño a cambio de esclavitud laboral

Michael Monosky deseaba ser músico de tiempo completo, pero antes de cumplir su anhelo, su madre le impuso una carrera, ingeniería. Con los años fue dejando la guitarra y tomando los números, hasta el punto en el que ahora sólo vive para la construcción.

El estadounidense tiene una residencia con alberca en los suburbios de Los Ángeles, una esposa que lo ama y es comprensiva, la vida que muchos desearían tener. Es el prototipo del sueño estadounidense, pero Monosky disfruta poco de su existencia.

“Hoy pasé cinco horas en el coche, que en una semana son 25, eso es un día de mi vida que no voy a recuperar, que pasé en la autopista. En una semana he pasado un día de mi vida en el coche, me pongo a pensar y eso equivale a 52 días de mi vida por año que paso en el auto, en la autopista, luchando por ganarme la vida”, platica

Para dar con la historia del estadounidense, Kaplan contó con un grupo de productores contratados con este propósito. A lo largo de dos años grabaron las tres historias y para la mujer era necesario plasmar un punto de vista fuera del transporte público.

“Era importante para mí también poner el automóvil, porque además es el más alienado, es alguien que va sólo en su coche y que hace tres horas de ida y tres horas de regreso manejando todos los días, es como trabajar en Querétaro, es una cosa brutal”, subraya la cineasta.

Las autoridades ausentes

Kaplan señala que ante el acoso sexual ocurrido en la vía pública o el transporte colectivo, el gobierno no tiene la capacidad de acción, además de que debería haber un mecanismo real para auxiliar al género femenino.

“Creo que lo más grave, es todavía señalar a las mujeres porque no están acusando a los hombres, eso no, más bien hay que decir ¿qué pasa con las autoridades? Cuando llega una mujer a decirles ‘oye me acaba de pasar esto’ lo primero que les dicen es ‘no es cierto, seguramente tú ibas muy provocativa’ siempre hay que defender al victimario (…) hay que insistir a las autoridades que tiene que haber un protocolo de ayuda cuando hay este tipo de casos”, enuncia la artista.