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Más allá del ensayo y la diplomacia

Se cumplen 100 años del natalicio de José Luis Martínez Rodríguez, quien estuviera a cargo del Fondo de Cultura Económica y el Instituto Nacional de Bellas Artes. El cronista y académico dejó un amplio legado y destaca la relación que tuvo con sus contemporáneos

Tuvo carrera política en su natal Jalisco, se destacó como un diplomático en el extranjero, pero desde joven se comprobó que lo suyo era el mundo de las letras por completo. Se graduó de Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Perteneció a la Academia Mexicana de la Lengua, en donde ocupó la silla III a partir de 1960, igualmente fue distinguido con los doctorados honoris causa por la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña de Santo Domingo, República Dominicana en 1984, por la Universidad Nacional Autónoma de México y por la Universidad de las Américas en 1996 y 1997, respectivamente.

José Luis Martínez Rodríguez es ampliamente reconocido por su escritura en el campo del ensayo, publicando trabajos que abarcaron la historia de México y sus letras, profundizando en la época de la conquista y sus personajes aledaños.

Martínez dedicó su vida al estudio de la historia de Hispanoamérica y México, escribiendo múltiples ensayos de personajes como Nezahualcóyotl, Hernán Cortés y más

No hay que olvidar su trayectoria en las direcciones del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) entre los años 1965–1970 y el Fondo de Cultura Económica durante 1977–1982.

“Llegaba Olivier Debroise con su libro sobre Diego de Montparnasse, lo leía mi papá, él lo leía, no lo mandaba dictaminar y después pasaba por comisiones, no él lo leía y a la mañana siguiente ya lo había entregado a producción”, recuerda su hijo Rodrigo Martínez Baracs, en entrevista para Reporte Indigo.

A un centenario de su nacimiento, vale la pena recapitular y escudriñar los pasajes cotidianos de Martínez Rodríguez, quien también llevó una fraterna relación con escritores de su era, como lo fue Alfonso Reyes, quien le confió documentos personales antes de su muerte.

Los amigos mayores

Se llevaban 30 años de diferencia, el trato no era el de maestro – alumno pero si era de cordialidad, entre Alfonso Reyes y José Luis Martínez existía una amistad que rebasaba cualquier celo profesional en las letras.

“Alfonso Reyes fue su autor favorito, fue al que más horas y más páginas le dedicó por encima de López Velarde, de Nezahualcóyotl y más”, argumenta Javier Garciadiego, director de la Capilla Alfonsina de la Ciudad de México.

Según Garciadiego, Martínez se refería a sus relaciones con otros escritores de edad superior como amigos mayores, no como maestros, “y esos amigos mayores son Alfonso Reyes y Enrique Díez Canedo”.

Martínez además editó cinco tomos de las obras completas de Reyes, la correspondencia que tuvo el regiomontano con Pedro Henríquez Ureña y le hizo tres antologías, asimismo fue su co-autor en el ensayo “Las letras patrias”.

“Yo creo que Alfonso Reyes pensó que José Luis Martínez algún día iba a escribir su biografía, porque antes de morir le empezó a pasar documentos importantes, sobre algunos aspectos de la vida y obra de Alfonso Reyes”
Javier GarciadiegoHistoriador

Editor a profundidad

Estando en la dirección del Fondo de Cultura Económica, Martínez impulsó la edición de la colección Revistas Literarias Mexicanas Modernas, compilado de publicaciones extintas de principios del siglo 20, las cuales quedaron fuera de circulación pero fueron rescatadas por el autor.

“Mi padre hizo una serie enorme de ediciones facsimilares completas de las revistas pero incluyendo las páginas con anuncios y todo para que los lectores podamos ver como son y el 95 por ciento de todas estas revistas que él editó, las tenía él en su casa, se usaron sus ejemplares y procuró mucho que fueran baratos”, señala Martínez Baracs.

También rememora un episodio en el que el cronista José Joaquín Blanco llegó con su libro “Se llamaba Vasconcelos” (1977) con su padre e inesperadamente éste lo mandó imprimir mucho antes de que Blanco lo pensara.

“Se lo dio a mi papá, mi papá lo leyó, lo envió a producción. Lo vino a ver José Joaquín dos semanas después: ‘¿Qué le pareció? ¿qué tal? ¿le gustó mi libro?’. ‘ahh ya lo envié a producción’, ‘¡no! ¡no lo de! Yo lo necesito para recibirme en la Facultad de Filosofía y Letras’, ‘pues ni modo ya se fue’”, comenta entre risas Martínez Baracs.

Apasionado por la historia

Siendo un erudito en los acontecimientos nacionales, a Martínez se le reconoce por sus ensayos “Literatura Mexicana del siglo XX” (1949), “Nezahualcóyotl: vida y obra” (1972), “El “Códice Florentino” y la “Historia General” de Sahagún” (1982), la colección enciclopédica “El mundo antiguo” (1976) y más.

“Por ejemplo su libro sobre Hernán Cortés (…) cuando se produjo el mestizaje entre lo indígena y lo español, para esto Hernán Cortés es muy importante y el libro tan equilibrado de mi padre que rehúye los escollos del indigenismo y del hispanismo, sin duda una visión muy objetiva de Hernán Cortés y una visión muy bien documentada”, agrega Martínez Baracs.

El ensayista se permeó de la atmósfera escrita en México, lo cual le sirvió para arrojar obras como “Pasajeros de Indias, Viajes transatlánticos en el siglo XVI” (1983), “Motecuhzoma y Cuauhtémoc, Los últimos emperadores aztecas” (1988) además del rescate de “Documentos cortesianos” textos firmados por Cortés los cuales fueron publicados en 1990 en cuatro volúmenes.