25 años de “La Máscara”: ¿Por qué nos encanta el clásico de Jim Carrey?

La historia del torpe pero noble Stanley Ipkiss cumple este 29 de julio un cuarto de siglo de haber sido estrenada en la pantalla grande

¿Cuál es el secreto detrás de La Máscara? ¿Por qué a 25 años de su estreno, este clásico de Jim Carrey siguen cosechando seguidores? La respuesta es simple y poderosa: nos encanta la historia del “fracasado” que deja atrás el miedo para tomar el control del mundo.

El director Chuck Russell nos muestra la vida de Stanley Ipkiss (Jim Carrey), un torpe e inseguro ejecutivo bancario que constantemente es pisoteado por la sociedad, ignorado por las mujeres y cuyo pasatiempo es fantasear con dibujos animados; un tipo noble, pero con mala suerte.

Una noche, después de ser humillado en la entrada del Coco Bongo, Ipkiss encuentra una antigua máscara nórdica que, al colocarla en su rostro, lo transforma en un salvaje e hilarante personaje, que es capaz de obtener todo aquello que el tonto empleado de banco sólo posee en sueños.

Guardando toda proporción, el caso de Stanley Ipkiss es similar al de Walter White, el protagonista de Breaking Bad; aquella serie se convirtió en un éxito televisivo porque los “fracasados” veían en Heisenberg la posibilidad de cumplir sus deseos más profundos e inalcanzables.

“Todos usamos máscaras, metafóricamente hablando. Reprimimos el ello, nuestros más oscuros deseos… y adoptamos una imagen socialmente más aceptable”, explica, desde una perspectiva freudiana, el personaje del doctor Arthur Neuman en alguna parte de la cinta.

Ipkiss ya portaba una máscara frente la sociedad, mucho antes de encontrar aquel viejo pedazo de madera en un río. Una “máscara” con la que reprimía sus deseos y evitaba cualquier clase de conflicto; que lo hacía agachar la cabeza ante el peligro.

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“Es como si diera vida a tus deseos más íntimos. Si muy en el fondo, eres… algo reprimido y un romántico sin remedio… te conviertes en un desenfrenado loco de amor”, le explica Ipkiss a su amada Tina Carlyle (Cameron Diaz) sobre el funcionamiento de la máscara.

Como era de esperarse, la situación se sale de control para Stanley, quien se ve involucrado con Dorian Tyrell (Peter Greene), jefe de la mafia en Ciudad Edge. Ipkiss pierde la máscara y acaba en prisión, mientras ve con impotencia como los maleantes secuestran a Tina.

Nuestro “fracasado” favorito debe salvar el día; ya no como La Máscara, sino como Stanley Ipkiss. El personaje, con la ayuda de su perro Milo, se arma de valor para derrotar a Dorian y sus secuaces. Finalmente, Tina decide quedarse con el sujeto detrás de la máscara, pues es él a quien ama.

“¿Estás segura que no extrañarás a este sujeto? Cuando desaparezca, sólo quedaré yo”, le dice Stanley a Tina segundos antes que ella toma la máscara y la arroje de regreso al agua, para luego fundirse en un apasionado beso.

La Máscara había logrado hacerse de millones de dólares, se vengó de algunos enemigos, besó a Tina y se ganó la admiración de todos con su forma de bailar; pero ninguno de esos triunfos eran realmente de Stanley Ipkiss, pues no lo querían a él, sino al sujeto verde de trajes chillantes.

“En un punto, cuando creas a tu persona que triunfa, tendrás que dejar esa creación irse, y probar si te aman o te odian por quien eres en verdad. O tendrás que matar a tu verdadero yo… y caer en tu propia tumba, aferrado de una persona que nunca fuiste”: palabras de Jim Carrey para el documental Jim y Andy, pero que explican perfectamente la situación de Ipkiss.

Más razones para amar “La Máscara”

Más allá del trasfondo psicológico y social, la cinta posee una las mejores actuaciones de comedia de Jim Carrey. Desenfrenado, loco, algo sobreactuado, pero en todo momento entretenido y con una comedia física impresionante. Lo que le ganó una nominación al Globo de Oro.

En el terreno de los premios, la cinta fue nominada al Oscar en la categoría de mejores efectos visuales, los cuales eran bastante buenos para 1994. Sin embargo, perdió la estatuilla ante Forest Gump y su recreación histórica de los Estados Unidos.

La cinta también es recordada por lanzar al estrellato a una Cameron Diaz de apenas 21 años de edad; lo que le abrió las puertas de Hollywood. El papel originalmente estaba pensado para Anna Nicole Smith, pero alguien descubrió a Diaz y no dudo en ofrecerle el papel.

Y qué decir del soundtrack y las secuencias de baile; incluidos temas como Cuban Pete de Jose Norman y Hey, Pachuco de los Royal Crown Revue.

Venga, no hablamos de la mejor película de todos los tiempos, ni nada por el estilo, pero sin duda La Máscara es una de esas cintas entrañables que marcaron la infancia y adolescencia de más de uno.

Sólo queda decir: “no se atrevan a detenerme”.

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