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Victoria agridulce

Las organizaciones de la sociedad civil han pasado de la euforia a la decepción en los últimos días. El martes después de que 6 ministros de la Suprema Corte se pronunciaran por invalidar la Ley de Seguridad Interior -una de las exigencias de organismos como Cencos, Fundar y muchos otros- por fin vieron la posibilidad […]

Las organizaciones de la sociedad civil han pasado de la euforia a la decepción en los últimos días. El martes después de que 6 ministros de la Suprema Corte se pronunciaran por invalidar la Ley de Seguridad Interior -una de las exigencias de organismos como Cencos, Fundar y muchos otros- por fin vieron la posibilidad de que terminara la ‘militarización’ del país. Sin embargo, el anuncio del Plan de Paz y Seguridad de AMLO, que propone entre otras cosas mantener a las Fuerzas Armadas en el combate a la inseguridad, terminó con la euforia. Es por ello que el día de ayer, la victoria después de que la Suprema Corte invalidara la controvertida norma tuvo un sabor agridulce.

Quién lo viera

Pocas cosas serán más difíciles de creer que ver a un gobernador del Partido Verde, como lo es Manuel Velasco, que fue jerarca en partido del tucán y aliado del PRI, ahora promoviendo el voto en la consulta del Tren Maya que impulsa el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Ahora sí que quién lo viera. Y eso es sin que tomen protesta, lo que veremos después del 1 de diciembre.

Las cuentas de Murat

El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat aseguró que con su gobierno quedaron atrás 10 años de negligencia y corrupción. Sobre la corrupción no se sabe aún qué le haya metido ganas en que los responsables de eso estén pagando por su delito. Y en el caso de la negligencia se mordió la lengua, porque del 2006 al 2009, su padre José Murat fue diputado federal y después artífice del Pacto por México y no se le oyó decir nada.

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