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Vacaciones en tiempos de los ciberviajeros

¿Qué significa estar de vacaciones? Para unos, una playa en medio de la nada, una piña colada y un chapuzón en la alberca. Para otros, un hotel lujoso, cenas extravagantes y días llenos de turismo. Para unos más, una ciudad despejada, salidas a museos o a restaurantes que están normalmente atascados pero ahora están tranquilos, […]

¿Qué significa estar de vacaciones?

Para unos, una playa en medio de la nada, una piña colada y un chapuzón en la alberca. Para otros, un hotel lujoso, cenas extravagantes y días llenos de turismo. Para unos más, una ciudad despejada, salidas a museos o a restaurantes que están normalmente atascados pero ahora están tranquilos, noches de películas o de series.

Pero, ¿qué hay de quienes no pueden disfrutar de dichos placeres, que no tuvieron la oportunidad de salir de viaje, o ni siquiera de darse un respiro? A ellos les toca sufrir al doble

Porque no sólo se trata de no tener vacaciones y ver la oficina casi vacía, sino también del apabullante ruido de las redes sociales, capaces de recordarte hasta el más mínimo detalle de la experiencia de quienes sí gozan de un tiempo libre.

Los más molestos son los ciberviajeros en estas circunstancias, quienes usan sus redes como una especie de diario vacacional. Toman fotos en los sitios más emblemáticos de donde están, de sus manjares o videos de los espectáculos que tienen la oportunidad de presenciar. Como si realmente quisiéramos saber qué tan bien se la está pasando nuestro amigo, en dónde anda, con quién y en qué momento.

Si siente la necesidad de compartir cada detalle de su viaje, ¿realmente lo estará disfrutando?

Las redes sociales, por desgracia, pueden ser evidencia de la soledad o inseguridad que podemos llegar a sentir como seres humanos. En lugar de lidiar con los problemas preferimos estar ante el ojo del público en cada momento, buscando una constante aprobación de los usuarios.

Por ejemplo, si nos vamos al Caribe, tal vez queramos presumir de la oportunidad. Subimos una story con la preciosa vista al mar, nuestros pies de tamal postrados en el camastro y nuestra deliciosa bebida de cortesía. Tratamos de poner una frase llamativa, inteligente, para causarle risa a nuestros espectadores.

Sin embargo, interrumpe nuestra tranquilidad. Ahora estamos a cada rato viendo el teléfono, pensando quién habrá visto la imagen. ¿Por qué no dicen nada? Ah, no la ha visto fulano de tal. Qué mal. Me contestó mi amigo que si estoy en tal lugar, pero en este momento no quiero verlo.

Esa ansiedad por lo menos me sucede a mí.

Subir una foto puede ser incluso peor, porque los famosos “likes” son una señal de aprobación por parte de las personas. Nos ponemos a contarlos, a checarlos constantemente, pero no sólo eso: vemos quién le dio like a la publicación. Normalmente nos ponemos a pensar en quien más nos importa a la hora de subir una foto. En lugar de buscar la aprobación de varios conocidos, nuestro objetivo es alguien en particular; y si ese like no llega, solemos sentirnos decepcionados, incluso nuestra mente comienza a crear ideas falsas sobre nuestra relación con esas personas. Todo por un simple “corazón”.

Sin embargo, el sentimiento de soledad puede llegar a intensificarse cuando estamos de vacaciones, en algún viaje. Por alguna razón buscamos presumir nuestro placer, o por lo menos disfrazar cada momento como si fuera el mejor de todos. Proyectar una realidad inexistente, inalcanzable, para apantallar a nuestros amigos, familiares y conocidos.

Esto afecta a quienes no tuvieron la oportunidad de viajar porque se deja llevar por esa ilusión. “Ah, qué envidia que fulano esté allá, y yo aquí en la oficina”. Pensamos cosas de ese estilo, porque la imagen nos cautiva. La idea de descansar no le cae mal a nadie.

Las vacaciones significan distintas cosas para distintas personas. Pese a ello, es importante tener presente la función del tiempo de asueto: descansar.

Si para uno el descanso es interactuar con las redes sociales, está bien. Si para otro es desconectarse del WiFi tampoco hay problema.

Sólo se trata de salir de la rutina.

Si por otro lado, nos vimos obligados a quedarnos, quizá la mejor opción sea desconectarse de las pantallas, para no dejarse llevar por la ilusión, así como “descansar” de la farándula coloquial.

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