Centrándonos en la parte del dinero es fundamental que sepamos dilucidar con claridad con qué parte del cuerpo vamos a decidir tal o cual cosa. Foto: Especial

Un poco de anatomía

No nada más para el mundo financiero, sino para la vida en general, es bueno que aprendamos a tomar decisiones. En el sistema educativo convencional, incluido el aprendizaje familiar, no se nos enseña a reflexionar sobre cómo resolver los avatares de la vida, desde lo más nimio hasta situaciones complejas que todas las personas vivimos. […]

No nada más para el mundo financiero, sino para la vida en general, es bueno que aprendamos a tomar decisiones. En el sistema educativo convencional, incluido el aprendizaje familiar, no se nos enseña a reflexionar sobre cómo resolver los avatares de la vida, desde lo más nimio hasta situaciones complejas que todas las personas vivimos.

Centrándonos en la parte del dinero es fundamental que sepamos dilucidar con claridad con qué vamos a decidir tal o cual cosa. Sí, escribí “con qué” y no “cómo”. ¿Cuál es la razón? Ahora te enterarás con una breve repasada de anatomía. Dividamos el cuerpo de arriba para abajo y empecemos el análisis.

Quienes todo deciden simplemente con las neuronas tienden a ser personas frías, calculadoras, aburridas y hasta tacañas. De tanto pensar si hacen o no, si compran o no, se privan de muchas cosas. ¡Qué flojera vivir así! ¡No se divierten!

Siguiendo nuestro recorrido corporal bajemos al corazoncito. La gente que se deja llevar melosamente por el amor y el romanticismo corre el peligro de aflojar la cartera ante la más mínima provocación del consumismo y el sentido paternalista de ayudar a la humanidad con frases tan trilladas como “donde comen cuatro, comen cuarenta” y la reina de todas las excusas que disculpan el derroche: “Dios proveerá”. ¡Cuidado!

La receta secreta es decidir con el corazón, pero frenarlo con las neuronas. Es decir, gocemos la vida siempre en función de nuestra real capacidad económica y hagamos un balance… el eterno justo medio.

Bajemos otro poquito

Si quienes mandan en el momento de sacar la cartera son las tripas, uyyyyy…. seguro que te equivocarás. Las decisiones viscerales son enemigas del buen manejo financiero, sin duda.

Ya mero acabo

De plano, si te dejas llevar por las hormonas (salva sea la parte) para conducir el destino de tu patrimonio, ¡menudo problema! pues no habrá satisfactores que sacien la sed que esto genera.

Y para rematar llegamos a las que nos sostienen, o sea, las patas, lo que significa que no hay forma de hacerlo peor. ¿Requiere explicación el hecho de que todo lo relacionado con la cartera se resuelva en esa parte anatómica? Certeza absoluta tengo de que no.

Este recorrido pretende que hagamos un alto en el camino y que aprendamos a tomar las mejores decisiones, pues debes recordar que, aunque parezca exagerado, las repercusiones o beneficios de hacer o no lo correcto se presentarán a lo largo de tu vida.

Y tú ¿con qué decides?

Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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