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Replicando la realidad

«No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados…» Jorge Luis Borges ¿Quién tiene la absoluta interpretación de lo que pudo haber sido verdad hace milenios? ¿Cómo […]

«No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados…»

Jorge Luis Borges

¿Quién tiene la absoluta interpretación de lo que pudo haber sido verdad hace milenios? ¿Cómo saber la traducción precisa de los códices mayas? ¿Por qué esta civilización guardaba tanto misterio y similitud con la egipcia, que hasta la fecha nadie ha logrado dar con el enigma?

Dicen que George Orwell acuñó la frase “la historia la escriben los ganadores”, parecería que entonces nuestro pasado es sólo un esbozo de lo que los españoles pudieron erradicar de la cultura, historia y sociedades mesoamericanas, al final, perseveró el catolicismo, la lengua castellana y el mestizaje. Pocos recuerdan el politeísmo, las lenguas autóctonas y la sangre derramada.

¿Acaso el rey Pakal se fue al espacio en una nave? ¿Cómo construyeron las pirámides? ¿Realmente predijeron el fin del mundo en su calendario?

La certeza siempre se puede poner en duda, por más que se tengan testigos, las memorias pueden ser cambiadas, tergiversadas e incluso replicadas.

Basta con acercarse a finales del año 1985 y poner atención al llamado “robo del siglo”, ese en el que Carlos Perches Treviño y Ramón Sardina García entraron a hurtadillas al Museo Nacional de Antropología y tomaron invaluables piezas de la sala maya, mexica y de Oaxaca, obteniendo más de 120 lotes que trastornaron a las autoridades antropológicas de México.

Un viaje que rompe la barrera del tiempo, que invita a observar tras una mirilla indiscreta hacia el pasado y que además se mete en la psicología de los ladrones, externando sus demonios interiores, sus culpas y de paso, haciendo una experiencia jocosa de lo ocurrido después del hurto, todo eso y más, es Museo.

La película no es un retrato fiel de lo que pasó la noche del 24 de diciembre de 1985 al interior del inmueble del INAH, finalmente nunca sabremos lo que sucedió exactamente, ya que los ladrones residen en un marco de silencio sepulcral.

Sardina García se encuentra fuera del espectro de la ley desde el hecho delictivo y Perches Treviño cumple una condena de 32 años tras las rejas desde 1991.

Por lo que el cineasta Alonso Ruizpalacios y el guionista Manuel Alcalá decidieron hacer una ficción con libertades creativas, en la que también se preguntan ¿cómo podremos saber lo que pensaban personajes como Hernán Cortés, Moctezuma o Alejandro Magno? Como esto es incierto, los libros de historia carecen de validez.

Al final toda veracidad puede objetarse, incluso la realidad.

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