¿Qué significa tener un “buen cuerpo”?

Depende a quién se le pregunte. Algunos dirán que entre menos grasa corporal exista, mejor. Para otros, el tener masa muscular es lo más importante. También varía según la persona, o el género al cual se le identifique. Los medios de comunicación masivo han perpetuado una imagen del cuerpo perfecto: abdomen y pecho tonificado en […]

Depende a quién se le pregunte. Algunos dirán que entre menos grasa corporal exista, mejor. Para otros, el tener masa muscular es lo más importante. También varía según la persona, o el género al cual se le identifique.

Los medios de comunicación masivo han perpetuado una imagen del cuerpo perfecto: abdomen y pecho tonificado en hombres y un vientre plano en mujeres, con cuerpos de ensueño.

Con ello, se plantea una idea sobre qué representa tener el físico de un Adonis: enamorar a la persona de nuestros sueños, volvernos más sociales y populares, conseguir nuestras metas, entre otras cuestiones. En el léxico de la publicidad, así como el de muchas de las películas y series de televisión, solo trascienden las caras y cuerpos bonitos, en especial si estos son de hombres y mujeres blancos heterosexuales.

Aquí nos olvidamos del verbo. El abdomen mata carita.

¿Qué hay de quienes no tenemos, ya sea por hábitos alimenticios, falta de ejercicio o simple fisionomía, ese ideal de belleza? Se dice entre líneas, pero para los medios la única forma de llegar al éxito, tanto personal como profesional, solo se logra con el cuerpo de fantasía. ¿Cómo se consigue? ¿En dónde se vende?

En la era moderna, una nueva carta entra a la baraja: Instagram. Los ideales marcados por la televisión, la moda y el cine se acentúan a través de publicaciones de modelos, influencers y celebridades fit dentro de la red social.

Su presencia, además de constante bombardeo, provoca dos consecuencias graves.

La primera, afecta a la autoestima de los receptores. Existen muchas recetas, rutinas, dietas para eliminar las toxinas del cuerpo, pero si se torna en una obsesión puede convertirse en una pesadilla o en un trastorno emocional como ansiedad o depresión, además de, por supuesto, desórdenes alimenticios como la bulimia, tener atracones de comida y luego expulsarlos a través de vómito o laxantes, o la anorexia, un temor excesivo a aumentar de peso, o trastornos como la vigorexia, hacer cantidades anormales de ejercicio a causa de un bajo estado anímico.

La segunda, aparece el fenómeno del “body shaming”, o más bien, criticar a las personas por no cumplir con el ideal de belleza estereotipado. En redes sociales el acoso suele ser mayor, porque los usuarios pueden ocultar su identidad con tal de difamar sin piedad a la persona a quien están criticando. Por supuesto, los insultos, burlas y comentarios sarcásticos afectan al individuo en cuestión.

Claro, la cultura fit trae consigo atributos positivos, como la búsqueda del bienestar físico y mental, la variación en la alimentación y la búsqueda de un cuerpo que se sienta bien. ¿Pero qué pasa cuando estamos buscando un imposible?

Al respecto, en el artículo “Los 5 estándares de belleza más exigentes” del sitio web Vix, se menciona lo siguiente: “La exigencia de belleza de la actualidad nos indica que nuestro cuerpo debe estar siempre trabajado y con cientos de horas de gimnasio y dietas. Esto puede ser bueno pero a la vez contraproducente, pues puede desembocar en diferentes patologías que provienen del exceso de ejercicio. Hacer gimnasia está muy bien siempre y cuando sea en su justa medida y sin exagerar.”

Como dice esta cita, la rigidez de estas prácticas está capacitada para nublar nuestro juicio. Después de todo, amarse a uno mismo y a otro va más allá de solo lo físico, así como el éxito profesional y personal en distintos ámbitos.

Por fortuna, la cultura sobre el cuerpo perfecto está cambiando. Lizzo, una nueva artista en Estados Unidos, se muestra orgullosa de su sobrepeso, y esparce cánones de belleza interna. Jameela Jamil, una actriz de Hollywood, también es una protestante importante en contra de estas convenciones sociales.

En conclusión, es bueno tener una báscula en casa, mientras se use con moderación. Nada positivo viene de ser adicto al sueño de ser El David.

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