
¿Por qué Estados Unidos sale (de nuevo) del Acuerdo de París?
Estados Unidos vuelve a salir del Acuerdo de París. Analizamos las razones económicas y las implicaciones para la transición energética
Tonatiuh Martínez AviñaEl Acuerdo de París (AP) fue el gran acuerdo global al que llegaron los líderes mundiales de hace algunas décadas (considerando los primeros acuerdos internacionales en la materia) con el propósito de limitar el calentamiento global durante el siglo, con el fin de restringir el aumento de la temperatura mundial promedio por debajo de 2°C mediante la mitigación de emisiones de CO2e.
En concreto, busca que la cantidad de CO2e generada por actividades humanas sea igual a la absorbida por suelos, mares y árboles. Para cumplir la meta, cada país comprometía acciones de reducción de emisiones, además de obligarse a reportar la estadística de ésta.
Ya en su primer mandato, el presidente Trump firmó la orden ejecutiva para sacar a Estados Unidos del tratado internacional.
Pero al terminar su mandato y con el ingreso de Biden a la Casa Blanca, Estados Unidos regresó al AP.
Para algunos, la salida (de nuevo) es una cuestión ideológica, donde el principio rector es no creer, o creer poco, en el cambio climático.
La realidad es económica. En primer lugar, Estados Unidos no es líder en tecnología para la transición energética, dejándolo en una desventaja estratégica con China, que si lo es. En segundo y más importante, es el principal productor de petróleo y gas del mundo, no es Arabía Saudita, no es Rusia, son ellos. Es así, porque los mecanismos de extracción de hidrocarburos (fracking) se los permite.
Crisis europea
La venta internacional de hidrocarburos es pieza clave para poder cumplir con promesas hechas en campaña, por ejemplo, disminuir el déficit comercial con el mundo.
Nuevamente la Unión Europea está en apuros, aunque no todos los países están en la misma medianía.
Francia depende poco del exterior, el desarrollo de su industria nuclear es singular, como la energía limpia, que le permite ser uno de los países de la región que menos emisiones de CO2e por cada megawatt generado.
Al contrario, Alemania, cuya política energética fue apostar únicamente a las energías renovables, probó su fracaso, y ahora regresó a la generación eléctrica mediante combustibles fósiles.
Estrategia adecuada
Estas son parte de las discrepancias y bases que se reflejan en la respuesta política que otros líderes han dado, por ejemplo, Georgia Meloni, la premier de Italia, quién ha presentado una posición de fortalecimiento a las relaciones comerciales con Estados Unidos, lo que parece estratégicamente más adecuado.
Mientras que Macron ha optado por enfrentarse con Trump, Alemania sigue en su proceso electoral, donde se espera que la ultraderecha avance escaños y España con la ambigüedad que ha caracterizado al gobierno de Pedro Sánchez.
Lo cierto es que todos enfrentan una amenaza común a su soberanía, pues Trump advirtió a Europa que, si no compra más petróleo y gas, les impondrá aranceles.
Avance en México
En México se avanzó en una política energética que disminuyera la dependencia de los energéticos extranjeros.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo aseguró que la plataforma petrolera se estabilizará en 1.8 millones de barriles diarios y que habrá un aumento en la generación eléctrica, pasando por el gas y la generación de energías renovables.
China, relajará sus compromisos internacionales de mitigación de gases de efecto invernadero, pero, sobre todo, se beneficiará de que la primera potencia económica y militar del mundo se aparte del avance tecnológico de las energías renovables, dejándolo solo en la carrera de innovación más importante de nuestra era.