Cada día las historias de niñas, niños y adolescentes trabajando en cualquier parte del país son más cotidianas y diariamente normalizadas

Más niños y niñas trabajando

Cada día las historias de niñas, niños y adolescentes trabajando en cualquier parte del país son más cotidianas y diariamente normalizadas. Hace unos días leía en un diario de circulación nacional la historia de Luz, quien se dedicaba a la venta de dulces en un crucero de Toluca, Estado de México, y digo se dedicaba […]

Cada día las historias de niñas, niños y adolescentes trabajando en cualquier parte del país son más cotidianas y diariamente normalizadas.

Hace unos días leía en un diario de circulación nacional la historia de Luz, quien se dedicaba a la venta de dulces en un crucero de Toluca, Estado de México, y digo se dedicaba porque en uno de los operativos que hizo el DIF estatal la encontraron deshidratada por una diarrea mal cuidada, que, de no localizarla, habría perdido la vida, pues presentaba un severo cuadro de desnutrición.

Historias como las de Luz han sido registradas en la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2019, elaborada por el INEGI en conjunto con la Secretaría del Trabajo y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) México, en la que señala que en nuestro país el trabajo infantil aumentó al pasar de 3.2 millones de niñas, niños y adolescentes en 2017, a 3.3 millones, lo que representa 100 mil más.

El documento resalta que la población infantil de cinco a 17 años en México, fue de 28.5 millones, y que de estos, 11.5 por ciento trabajan. Que en los dos primeros años del Gobierno federal actual el trabajo infantil en ocupaciones no permitidas y en riesgo no disminuyó, como lo es la agricultura, minería y construcción.

El INEGI detalla que por género son más los niños quienes trabajan en ocupaciones no permitidas con un 71.2 por ciento, mientras que el 28.8 por ciento de las niñas lo hacen. En cuanto al trabajo doméstico en condiciones no adecuadas y sin remuneración, son más las niñas (51.3 por ciento) quienes lo realizan que los niños (48.7 por ciento).

Las entidades donde más trabajo infantil se contabilizó fueron Chiapas, Oaxaca y Puebla, esto pese a que en la Constitución se prohíbe el trabajo por debajo de los 15 años, en condiciones peligrosas, nocturnas y con tiempo extra.

Mientras que Luz es rescatada, en Acapulco, Guerrero, Luis se dedica al malabarismo en un crucero. Es originario de Chiapas, pero debido a la situación económica fue enviado por sus padres a la casa de sus tíos para que trabajara y la familia obtenga más ingresos. Luis dice que al día gana entre 100 o 150 pesos, y que no siempre puede ir a la escuela por el trabajo.

La OIT establece que el trabajo infantil está estrechamente vinculado con el entorno social, económico y cultural de cada país o región, e identifica como las causas más inmediatas la pobreza y problemáticas familiares.

Como ya se advertía, las niñas, niños y adolescentes son los más vulnerables frente a la pandemia del COVID-19, que para miles de familias ha significado una tragedia de pérdidas de vidas, de salud, de empleos e ingresos.

Cada menor trabajando para subsistir nos obliga a tomar decisiones correctas, a verlos como prioridad y no como una línea discursiva más, pero también, a corregir el rumbo para que cada día las niñas, niños y adolescentes no pierdan sus derechos.

Una sociedad en la que sus niñas, niños y adolescentes trabajan para sobrevivir, termina por perder mucho y en ocasiones todo.

“Un niño que trabaja pierde más de lo que gana”. Anónimo.

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