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Los Carpinteros

El arte es un reflejo de la realidad personal del creador artístico, y de la realidad de sus días. El arte es, además, respuesta a esa realidad doble: la privada y la social. Esa condición de espejo y, de igual modo, de instrumento de reacción, adquiere una categoría mayúscula cuando la factura del arte está alejada de lo panfletario. ¿Qué quiero decir con esto? Que me emociona cuando encuentro una expresión artística que aborda de una manera cosmopolita, internacionalista, esos signos de identidad que son imposibles de ocultar, incluso es inevitable reconocerlos.

El arte es un reflejo de la realidad personal del creador artístico, y de la realidad de sus días. El arte es, además, respuesta a esa realidad doble: la privada y la social. Esa condición de espejo y, de igual modo, de instrumento de reacción, adquiere una categoría mayúscula cuando la factura del arte está alejada de lo panfletario. ¿Qué quiero decir con esto? Que me emociona cuando encuentro una expresión artística que aborda de una manera cosmopolita, internacionalista, esos signos de identidad que son imposibles de ocultar, incluso es inevitable reconocerlos. Que me emociona la obra de Los Carpinteros.

Los Carpinteros es un colectivo integrado por los artistas cubanos Marco Castillo (1971) y Dagoberto Rodríguez (1969). La primera exposición individual de esta dupla en México ocurre ahora mismo, en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, el MARCO.

La exposición está integrada por pinturas en acuarela, esculturas, videos e instalaciones, piezas que son la punta de un iceberg: una muestra del talento de estos artistas y de un discurso artístico y político fundamentado en un profundo y auténtico bagaje cultural. Lo que vemos son obras de una manufactura impresionante, inteligente y brillante, atributo artesanal que ubica a las piezas en posibilidades de diversas lecturas y dejando en un plano invisible o sumamente evidente, según resulte la perspectiva, las implicaciones geográficas, históricas y políticas que puede reflejar o a las que puede responder un par de creadores artísticos de Cuba.

Así encontramos “Faro tumbado”, replica de un fato a escala menor que yace en el suelo, en la penumbra, donde la luz que emite es la única iluminación. O “Candela”, instalación en todo un gran muro del museo de siluetas de flamas iluminadas por luces led color rojo, y que remiten a los trazos del retrato del Ché en la Plaza de la Revolución de La Habana.

Una de las piezas de gran escala es “Tomates”, conformada por las manchas de tomates arrojados a los muros de una de las salas del museo. Y “17 m”, con más de 200 trajes negros colgados de una barra de metal de 17 metros de largo; los trajes están perforados con la silueta de una estrella al centro.

La exposición abre con el video “Conga irreversible”, registro de un performance que Los Carpinteros llevaron a cabo en 2012 en el Paseo del Prado de La Habana, convocando a una multitud que observaba un contingente que, a ritmo de batucada, bailaban de espaldas y vestidos de negro. “Clavos torcidos” es la instalación con la que cierra la muestra: figuras de clavos a gran escala, torcidos y oxidados, curveados y deformados.

¿Qué quieren expresar Marco Castillo y Dagoberto Rodriguez? ¿Qué simbolizan para unos y otros los signos que utilizan? ¿Qué nos quieren decir?

Los Carpinteros hacen honor con su nombre a una antigua profesión y, con su trabajo, tan directamente relacionado con la manipulación de materiales y recursos técnicos, construyen espejos en donde se encuentran más preguntas que respuestas.

Con una curaduría de Gonzalo Ortega, la exposición de Los Carpinteros permanecerá en el MARCO el resto del año; posteriormente estará montada en el MUAC de la UNAM, en la Ciudad de México.

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