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Las enormes ventajas de ser mexicano

Si ya comenzamos con aquello de no vale nada la vida, la vida no vale nada, o nos burlamos de la muerte comiendo calacas de azúcar, nos burlamos de nuestras debilidades por medio del chiste y disfrutamos la existencia con un sentido del humor negro, gris o blanco, entonces es evidente que el ingreso per cápita no es sinónimo de felicidad por más que alemanes, japoneses y franceses nos superen abiertamente en materia de bienestar material. ¿Quién ha dicho que el acaparamiento de dinero conduce a la felicidad?

Si ya comenzamos con aquello de no vale nada la vida, la vida no vale nada, o nos burlamos de la muerte comiendo calacas de azúcar, nos burlamos de nuestras debilidades por medio del chiste y disfrutamos la existencia con un sentido del humor negro, gris o blanco, entonces es evidente que el ingreso per cápita no es sinónimo de felicidad por más que alemanes, japoneses y franceses nos superen abiertamente en materia de bienestar material. ¿Quién ha dicho que el acaparamiento de dinero conduce a la felicidad?

Pocos países en el mundo cuentan con casi 11 mil kms de playas casi todas hechas de talco, en donde el sol, las buenas temperaturas, el agua de mar tibia y tranquila como la de una tina, son maravillosos anfitriones. 

Ahí está la cocina yucateca, la oaxaqueña, la veracruzana, la poblana, nuestros centros precolombinos como Chichén Itzá, Bonampak, Palenque, Teotihuacán y nuestras ciudades coloniales como Zacatecas, Morelia, Guanajuato, San Luis Potosí, como justificados motivos de envidia en el exterior.

Nuestro tequila, nuestro mezcal y nuestros rones son propios de esta mágica tierra caliente que a todos seduce, como seducen las tostadas de pollo o el huachinango a la veracruzana o la cochinita pibil o los tamales de elote o el caldo tlalpeño o el dulce zapote sin olvidar el inmenso catálogo de frutas propias del trópico que cuando son exhibidas en los mercados populares son dignas de una fotografía por su extraordinario colorido para ya ni hablar de sus sabores celestiales.

¿Más…? Ahí está folclor, nuestros bailes, nuestros indios voladores de Papantla, nuestra trova, nuestros mariachis, nuestro cine, nuestros tríos, en fin, nuestra música que ha contagiado a todo el mundo, sin dejar fuera del recuento la calidez de los hombres y mujeres que prestan sus servicios turísticos y que jamás piensan en arruinarle el día a los turistas con alguna palabra agria o un maltrato.

No tendremos la disciplina teutona ni la rigidez militar japonesa ni somos máquinas de trabajo ni somos un país rico ni las leyes competitivas sociales y educativas de la sociedad nos han amargado ni frustrado, pero la realidad es que somos una comunidad de 120 millones de personas que a pesar de los millones de compatriotas que subsisten sepultados en la miseria, todavía la ONU nos califica como uno de los países más felices de la Tierra a pesar de la carencia de satisfactores materiales y culturales. 

¿Será por la esperanza gratificante en un más allá? ¿Cuántas naciones envidiarán nuestras carcajadas y nuestra concepción de la vida? 

Si México ha resistido todos sus embates a lo largo de la historia es por la unidad familiar, nuestro sentido del humor, nuestra generosidad natural, el optimismo injustificado, la resignación ante la fatalidad, nuestra música y sí, lo acepto, también por las convicciones espirituales y las creencias de un más allá lleno de gratificaciones. Sí, lo que sea, pero somos de los países más felices de la Tierra…

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