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La importancia de tener confianza

Existe un libro sobre el factor de la confianza de Stephen Covey.  En él se refuerza una y otra vez lo importante de la misma y hoy más que nunca el tema está en la mesa cuando las reformas se están discutiendo en México.

Por un lado, es indudable que el mundo se mueve a alta velocidad y que no va a esperar a que los congresistas se pongan de acuerdo para que el país tome decisiones y acciones a favor de todos.  

Existe un libro sobre el factor de la confianza de Stephen Covey.  En él se refuerza una y otra vez lo importante de la misma y hoy más que nunca el tema está en la mesa cuando las reformas se están discutiendo en México.

Por un lado, es indudable que el mundo se mueve a alta velocidad y que no va a esperar a que los congresistas se pongan de acuerdo para que el país tome decisiones y acciones a favor de todos.  

Pero parece que en esto de las reformas, por más que las soluciones sean las “correctas”, o las más convenientes, la desconfianza es la que no permite dar el paso, porque la “deuda” de desconfianza que ha cultivado la clase política a lo largo de los años es enorme y la historia ha mostrado a los mexicanos(as) que no existen motivos para confiar.

Con esto en mente, entro al tema de forma “superficial” de la reforma energética, en donde el punto central de discusión no es tan polémico, pues al final hay un acuerdo entre la mayoría que se debe fortalecer a PEMEX para que pueda competir.

Pero existen, adicionalmente, propuestas para recibir más inversión privada, ya sea  por concesiones o  por contratos. Sin embargo, el problema es “confiar” en que se dará esto de forma transparente, que serán contratos asignados al mejor postor a favor de los mexicanos y no a favor del compadre o el amigo. 

También falta confianza en estos contratos serán otorgados por capacidad de las empresas, en lugar de quedar almacenados en buques, anclados en puertos, como sucedió en la época de José López Portillo, por decir lo menos.  

Se sancionará al líder sindical petrolero, Carlos Romero Deschamps, como se hizo Elba Esther Gordillo, ¿o será un “perdón” a cambio de que deje que la casa gane?… 

Además surge la pregunta: ¿se cambiará de monopolio público a monopolio privado?

La gente se cuestiona si eso al final del día terminará en beneficio del usuario, en el entendido de que nuestra gasolina y gas costarán menos, pues al día de hoy ninguna reforma o privatización lo ha hecho en beneficio directo del usuario mexicano.  Recordemos los casos de Aeromexico, los bancos, y las carreteras o el propio Telmex, por mencionar algunos ejemplos muy visibles.

A nadie le queda duda de que las empresas privadas tienen el objetivo de mayor rentabilidad y que las petroleras en otros lados del mundo, salvo Noruega, no son muy amigas de la transparencia. Ante esto, confiar se dificulta más y sobre todo en una autoridad que jugó sucio y por debajo de la mesa para llegar al poder.

Incluso el famoso PACTO lo han hecho bajo la mesa, pues ni en sus propios partidos han logrado tener un consenso. Esto querría decir que ni ellos mismos saben qué y cómo hicieron los acuerdos y para favorecer a quiénes. 

Conclusión, la sociedad mexicana ha vivido en la desconfianza, por ello le cuesta creer. De hecho, cuando ha confiado, nuestras autoridades la han traicionado.

Pero no tomemos decisiones y hagamos  un ejercicio personal.  Imagine que mañana toca a la puerta de su empresa una persona que no trae recomendaciones, y que cuando usted le pide una carta de no antecedentes penales, le dice que no la puede obtener porque robo en una tienda de conveniencia hace algunos años por “jugar” al valiente con unos amigos, que viene tatuado con signos de los maras, pero es muy capaz y se lo recomienda un amigo de otro trabajador suyo.  ¿Le daría usted el trabajo?… 

Esa es en la encrucijada que hoy se encuentra la mayoría de los mexicanos ante la reforma energética, especialmente en el tema de PEMEX.

Dilema complicado.

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