La democracia convoca; el autoritarismo divide

Josefina Vázquez Mota Josefina Vázquez Mota Publicado el
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En los países democráticos, la participación ciudadana y la democracia no dividen a la sociedad, quien actúe en ese sentido no puede autonombrarse demócrata.

Un instrumento ciudadano como la Revocación de Mandato no puede ser válida si viola la Constitución, ataca a las instituciones y divide a la sociedad. Salir a votar es un derecho de todas y todos sin excepción y debe ejercerse sin amenazas o coacción.

Porque como dice Noam Chomsky: “La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros”.

Por eso mienten quienes afirman que, de no salir a votar en la consulta, los ciudadanos perderán beneficios establecidos en las leyes y la Carta Magna, como el derecho a la vacunación o la continuidad de programas sociales.

Los instrumentos electorales que nos hemos dado y que están en la Ley son parte de nuestros derechos políticos, y son para que la participación ciudadana sea cada vez más sólida y la democracia se consolide.

Hacer de estas herramientas democráticas un uso unipersonal y utilizarlas para catalogar a la ciudadanía de buenos o malos, de enemigos o amigos, de estar conmigo o contra mí, lo único que provoca es división.

Dice bien Jose Woldenberg cuando señala: “En una democracia a los ciudadanos se les convoca para cosas importantes, que les hagan sentido, que le sean cercanas y sentidas, que sean verdaderas.

“Una Revocación de Mandato implica en sus términos una crisis institucional profunda que en México no existe. La revocación que se pretende votar en el país es un juego narcisista y de chantaje”.

Tampoco se puede hablar de democracia cuando haciendo uso de ésta atacas al árbitro electoral, cuando buscas quitarle legitimidad y la confianza ciudadana. En una democracia, los demócratas no pueden poner a los ciudadanos en contra de quienes hacen valer y protegen este régimen político.

Un mecanismo de democracia directa como la Revocación de Mandato no puede ser usado como propaganda política, porque los instrumentos electorales son para los ciudadanos, no para elogios individuales. Si algo está claro, es que la democracia convoca, no divide, como sí lo hace el autoritarismo.

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