Inteligencia en tiempos de castración

Hace años al ver en el cine la película “Una mente brillante” (2001) protagonizada por Rusell Crowe, me impactó cómo Ron Howard logró contar la historia de un matemático de manera en que enganchara por su historia personal más que la profesional, centrándose en la esquizofrenia del estudioso de Princeton y develando el secreto como giro de tuerca argumental pasada la mitad del filme.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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Hace años al ver en el cine la película “Una mente brillante” (2001) protagonizada por Rusell Crowe, me impactó cómo Ron Howard logró contar la historia de un matemático de manera en que enganchara por su historia personal más que la profesional, centrándose en la esquizofrenia del estudioso de Princeton y develando el secreto como giro de tuerca argumental pasada la mitad del filme.

Algo similar sucede con Alan Turing y su homosexualidad en la cinta “El código enigma” (2014), en donde Benedict Cumberbatch encarna al criptógrafo que ayudó a los aliados a ganar la Segunda Guerra Mundial de manera secreta, a través de la creación de una máquina rudimentaria que lograba descifrar las claves que arrojaba el aparato enigma de los nazis.

Con un presupuesto de 14 millones de dólares, este filme es el primero de habla inglesa del director noruego Morten Tyldum. Leonardo DiCaprio era la primera opción para interpretar a Turing pero declinó el proyecto. “El código enigma” cuenta con ocho nominaciones a los Premios Oscar, incluidos Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Director, entre otros.

En momentos bélicos y de moralidad en la corona británica, la homosexualidad estaba penada por la ley, a lo que Turing tenía que vivir bajo el juicio del tormento social. A los 39 años de edad se le acusó de “indecencia grave”. La corte le dio dos opciones: La cárcel o la castración química.

Turing evitó pisar la prisión comenzando el tratamiento hormonal por un año, el cual le causó disfunción eréctil y ginecomastia.

Al salir a la luz pública su “condición sexual”, el matemático perdió la protección de seguridad que gozaba gracias a su aporte en la guerra y se le revocó su consultoría criptográfica para el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno del Reino Unido. Se le negó la entrada a Estados Unidos (EU) en 1952 debido a su condena.

Dos años después el también investigador de la morfogénesis, se le encontró sin vida en su apartamento, presuntamente cometiendo suicido con una ingesta de ácido cianhídrico, mejor conocido como cianuro.

En 2009 el primer ministro británico Gordon Brown –a través de la presión en línea de 30 mil firmas– emitió una disculpa pública por el tratamiento “atroz” de Turing. 

La reina Isabel II dio el indulto real póstumo el 24 de diciembre del 2013.

Lamentablemente la vida de un hombre que dejó el legado del estado primitivo y rudimentario de la computación se puso en juego para que nuevas generaciones tuvieran voz, voto y oportunidad de dejar de ser juzgados ¿qué tan pronto es ahora para un cambio?

La libertad de género sigue avanzando con pasos firmes aunque pequeños en la modernidad, pero esto sigue sin ser suficiente, ¿para cuando podrá un candidato abiertamente gay quedar electo presidente? ¿O inclusive transgénero sin crear polémica y tener aceptación? 

 

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