El fan de los deportes no sabe para dónde jalar: En una esquina, están los medios informativos y, en la otra, los propagadores de fake news

Fan noqueado: Entre medios y fake news

El fan de los deportes no sabe para dónde jalar en redes sociales: En una esquina, están los medios informativos y, en la otra, los propagadores de fake news. Sin embargo, el amante común de los deportes se encuentra en medio y trata de ‘referear’ con su interacción o indiferencia. La infodemia o ‘epidemia de […]

El fan de los deportes no sabe para dónde jalar en redes sociales: En una esquina, están los medios informativos y, en la otra, los propagadores de fake news. Sin embargo, el amante común de los deportes se encuentra en medio y trata de ‘referear’ con su interacción o indiferencia. La infodemia o ‘epidemia de información chatarra’ es generada por todo el mundo y contamina al que se deje. ¡Esto debe parar!

En cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) hasta antes de la pandemia, en el primer trimestre de 2020, hubo 44 mil 364 periodistas registrados en México, de los cuales más de 41 mil son reporteros, es decir, quienes cubren la nota de determinadas fuentes en el día a día.

No hay aún estadísticas de cuántos de estos cubren la sección deportiva, pero habrá que decir que se encuentran entre los más protagónicos en la era social media.

Los medios de información masiva (MIM) tradicionales en muchas ocasiones se han visto ahora como espectadores entre las butacas mientras aprecian el ring que alguna vez ocuparon. La nostalgia los invade. Ya no más serán los protagonistas absolutos de la contienda y solo aportan más barullo en el graderío.

Un buen dato ‘prepandémico’ lo aportaron Reuters y la Universidad de Oxford en su Digital News Reports (DNR): 50 por ciento de las personas en México confiaban en las noticias en 2019, número que disminuyó en 2020 al 39%. En 2021 bajó a 31% y para el informe de este 2022, de plano la confianza retomó un poco de oxígeno, quizá por que la gente comenzó a salir del encierro, para quedar en un 37%.

Ocho de cada 10 personas en México cree que los MIM son parciales y la audiencia opta por las marcas mediáticas y sus informadores antes que los periodistas independientes, en un 53 y un 27 por ciento, respectivamente, aporta el estudio.

El documento atribuye la falta de credibilidad a la controversia generada durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en cuanto al consumo de noticias predominantemente políticas.

La afectación natural en el rating en la televisión se nota en el creciente consumo de noticias en las plataformas digitales

El mismo estudio correspondiente a 2022 detalla que el 18 por ciento de las personas que consumen noticias prefieren pagar ahora por este servicio online.

Otro dato interesantes que la gente cree más en un medio no nacional como es CNN, que encabeza las preferencias.

El servicio de mensajería WhatsApp es la aplicación preferida para compartir noticias con un 30 por ciento de los usuarios en México, en tanto que Facebook y YouTube son las redes sociales más usadas, con 61% y 37% de adeptos, relegando a Twitter al tercer sitio con 16%.

Checa esto: El 53 por ciento de los usuarios comparte noticias online.

PERIODISMO VERSUS ‘SPORTFANATISMO’

En lo que toca al periodismo deportivo, habrá que reconocer que muchos de quienes presumen ejercerlo lo hacen con mucha ligereza. Quizás el hecho de asumir que el deporte tiene un factor lúdico inherente o por el hecho de pertenecer a la industria del espectáculo haya quien tome a esta fuente de información como algo divertido o no tan importante para muchos.

Nada más errado, si se reconoce que el deporte integra lo mejor de los valores universales y su práctica en cualquier nivel refiere a salud y vida.

Sí, tal vez sea la percepción del público en general, pero lo reprobable es que el periodista deportivo así lo considere.

El fan goza del derecho de disfrutar a su deporte y figuras favoritas del ámbito sin rendirle cuentas a nadie. El periodista no, porque no es un fan. En la escala de conocimiento, el ejecutor profesional del periodismo tiene el deber, pero, sobre todo, el compromiso de argumentarlo todo, de realizar una crítica bien fundamentada, gracias a su visión entrenada por la preparación permanente y la experiencia constante.

Lamentablemente, en las redes sociales no parece existir esta distinción. Pareciera como si se tratara de un terreno clandestino donde cada quien puede hacer a sus anchas lo que desee bajo el amparo de la impunidad.

Hasta entre los perros y los gatos hay razas, el periodista destaca con su trabajo que sus expresiones son de otra clase. Cuando esto no ocurre así y el informador teóricamente profesional de la materia deportiva se rebaja a la condición de fanático entonces demuestra que se trata de un sportfan.

Hay que recordar que a diferencia del fan, un fanático es aquel obseso de algo o alguien que relaciona su apego de una manera enfermiza porque distorsiona la realidad y, por lo regular, se manifiesta de forma irracional.

En efecto, sportfan es el término que en el argot del gremio periodístico define a quien contrajo su visión y ejecución como fanático de los deportes. En suma, se trata de un fanático con pluma. Y eso puede resultar cursi o ridículo, pero en algún momento hasta peligroso.

Por todo lo dicho, un sportfan se aleja polo a polo de un periodista, que no deja de ser humano, por supuesto, porque también e emociona y tiene sentimientos, pero que como profesional debe ‘colgarlos’ en el perchero, a un costado de su escritorio o su dispositivo digital, en el que realizará su labor cotidiana. Sí, se despoja de sus bajas pasiones para enaltecer con su rigor y pericia de investigador la cobertura noticiosa.

El presunto periodista que se porta como fan: caprichoso e insensato para desembocar en el fanático que exhibe su predilección o favoritismo por algo o por alguien, que insulta, desdeña y critica sin argumentos o, peor aún, por motivos corruptos es, sin lugar a dudas, un vulgar sportfan.

Cualquier espécimen que se envuelva en una camiseta deportiva o política para lanzarse del castillo a la vista de todos no es periodista, es un sportfan. Un profesional del periodismo debe evitar etiquetas, porque existe una condición de imparcialidad. No se debe ser juez y parte de nada: Tampoco debe ser referente más de que del rigor de sus propias investigaciones. Un periodista por eso es contrapeso del poder, sin importar de dónde provenga (tal como citan a este autor Carolina Magali Cruz y Rocío del Carmen Madera en su tesis de titulación en la Licenciatura de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM: La Especialización del Periodista Deportivo en el Ámbito Deportivo de México).

El periodista, una persona calificada con atributos de imagen seria, positiva, que reclama siempre una reputación a prueba de fuego, no es persona ordinaria que puede equivocarse y no pasa nada. Por eso es que para ser periodista, necesariamente se estudia. No cualquiera puede ser periodista con el simple hecho de autonombrarse como tal o clavar un título de  papel couché en la sala de su casa.

NO TODO LO QUE BRILLA ES PERIODISMO

Una de las probables causas de que el periodismo deportivo sea percibido en ocasiones como como sencillos relatos humorísticos, personajes ensalzados por el show televisivo sea por simpatía o dotes histriónicas y animaciones entretenidas bajo el micrófono es que estos mismos exponentes se autoproclaman o son anunciados por sus propios medios como periodistas.

Habrá que destacar que la narración de partidos en radio y TV tiene que ver en el periodismo solo con un género primordial para el ámbito, que es el de la crónica –durante décadas este periodismo especializado fue referido como ‘crónica deportiva’.

Sin embargo, el conocimiento profundo del deporte en turno y análisis agudo de quien lo realiza hace la diferencia y tendrá más cariz periodístico según la profundidad y respeto con que se realice. Si dicha narración la hace alguien como Emilio Fernando Alonso –como en generaciones Ángel Fernández– sin duda que podrá apreciarse una cátedra de lo importante que puede resultar una narración salpicada de datos anecdóticos, referencias histórícas y alguna que otra alegoría puede acercarse al ideal de un género periodístico.

Es claro que el simple hecho de aparecer a cuadro con un cubo en mano no genera por arte de magia a un periodista.

Las permanentes discusiones en Twitter entre diversas estrellas de televisión con personajes famosos o influencers generan likes e interacciones. El asunto es respetable si es el objetivo de quien realiza esta práctica, pero eso tampoco es periodismo.

Hay que admitir que existe públicos para todo y para todos. El mercado manda. Sin embargo, lo único que se debe resaltar es nombrar a las cosas como son y no como lo que podrían ser. Lo que no es periodismo no debe venderse como tal.

Desde esta trinchera se celebra la oportunidad generada siempre por la academia, que se encarga de reflexionar, encuadrar, aterrizar en realidades. Ambos bandos, periodistas profesionales y universidades, debieran trabajar más de la mano (lo establece claramente el libro-manual ¿Cómo hacer Periodismo Deportivo? Una visión Iberoamericana, editado por la Universidad de Sevilla en 2021, en un gran proyecto (disponible en Amazon) encabezado por el Doctor José Luis Rojas Torrijos, y en el que este servidor tuvo el honor de tocar la parte de México, al lado de la Doctora Mireya Márquez Ramírez).

Las nuevas audiencias exigen cada vez mayor preparación en tiempos donde no esperan a que alguien les prepare opciones de consumo de noticias.

El propio fan de los deportes elabora su propio menú y disfruta a la carta de sus mejores platillos. Hoy más que nunca está empoderado porque puede decir qué , cómo y cuándo lo ve.

No necesitan decirlo Jacobo Zabludovsky o López-Dóriga en el Canal 2 para saber que existe ni hay que esperar la otra semana para ver el capítulo de 30 minutos de la serie familiar. Ahora todo está a la mano en diferentes OTTs, apps, sitios, newsletters, podcasts preferidos. Y todo se comenta en redes sociales.

Los informadores profesionales tienen el reto de hacer más interesante lo importante que investigan, para no seguir rebasados por la infodemia –si te interesa el periodismo deportivo digital, puedes acercarte a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, que desde 2019 ofrece un diplomado con líderes de la industria y que quien esto escribe tiene el honor y privilegio de dirigir–.

La fórmula es clara al final de este encuentro sin cabeza: Todos pierden. Hay que empezar por este principio. #Ok

Fuentes externas: INEGI, DNR 2019 a 2022, Nota del autor en AM de Querétaro y sus Columnas en Forbes.com.mx, el Heraldo de México y Fan Datos de CID Consultoría

¿Quién es Héctor Quispe?

Periodista y mercadólogo. Dirige CID Consultoría, casa de soluciones en cifras y contenidos enfocados en el fan y su identidad; es MBA en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas, por la Universidad Europea de Madrid; tiene la especialidad de Periodismo Deportivo por el Programa Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana. Coordina el Diplomado de Periodismo Deportivo Digital en la Escuela Carlos Septién García desde 2019, y da clases en el de Marketing and Communication for Sports Brands, en la Universidad Anáhuac. Su análisis es consultado por diferentes medios en torno a negocios y deporte: MKT & Business, Playboy MX & Latam, Red Forbes, MedioTiempo, Expansión, El País, Fox News, Telemundo, Televisa: Noticieros, Foro TV, TUDN e Infobae, entre otros. Es coautor del libro “Cómo hacer Periodismo Deportivo. Una visión Iberoamericana”, y publica esta columna cada jueves en la multiplataforma de Reporte Índigo.

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