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Evolución o revolución

Si la evolución no fuera una realidad, hoy seríamos un ser humano igual al de hace mil años. Pero no lo somos. No pensamos igual, no vivimos igual, físicamente también hemos cambiado.

¿Pero tuve que ver algo yo con esto? La respuesta es no. La evolución pasa conmigo, sin mi o a pesar de mi. No hay poder que la pueda detener. Y la especie que no se adapta tiende a extinguirse.

Si la evolución no fuera una realidad, hoy seríamos un ser humano igual al de hace mil años. Pero no lo somos. No pensamos igual, no vivimos igual, físicamente también hemos cambiado.

¿Pero tuve que ver algo yo con esto? La respuesta es no. La evolución pasa conmigo, sin mi o a pesar de mi. No hay poder que la pueda detener. Y la especie que no se adapta tiende a extinguirse.

El ser humano, único ser racional del planeta, cree poder evitar que la evolución siga su curso. Utiliza, si lo tiene, su poder para tratar de modificar intencionalmente lo que en verdad es inmodificable.

Pero recordemos que las revoluciones históricas no han sido más que una necesidad de evolución. Un cambio que se torna violento ante la negación, insensibilidad, ingenuidad, egoísmo y/o miedo de grupos de seres humanos que se rehúsan a cambiar.

Nuestro país pide a gritos evolucionar. Lo gritan a balazos los jóvenes que han decidido entregar su vida a la delincuencia.

Con el lema “mejor 3 años a toda madre, que toda una vida de fregado”, miles de jóvenes voltearon a ver el secuestro, el robo y el narcotráfico como oficios.

¿Cómo sucedió?, ¿cómo llegamos aquí?

Casualidad o no, Ciro Murayama, Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, publicó en el 2010 un estudio titulado “Juventud y Crisis: ¿Hacia una Generación Perdida?”. En él concluía algunos puntos.

– México alcanzaría en los años subsecuentes el mayor número de personas jóvenes en su historia.

 – El sistema educativo y el mercado de trabajo eran y seguirían siendo incapaces para incluirlos a todos.

– Los jóvenes excluidos de la escuela y de alguna ocupación (los que no estudian, ni trabajan, los llamados “ni-ni”) desarrollarían una desafiliación institucional.

– Sus hábitos de consumo los llevarían a otras alternativas de ingresos. Estas actividades estarían relacionadas con la delincuencia y el crimen.

En el mismo año que se publicaba este estudio, la violencia en México marcaba un, en sus marcas, listos, fuera. Las calles de Reynosa, Tampico, Cd Juárez, Torreón, Mazatlán, Morelia y Monterrey comenzaron a ver derramada la sangre de miles de jóvenes.

 Cuando la violencia se presenta, la lectura no es otra que la de una necesidad de transformación profunda. Todo parece indicar que si la evolución requerida no sucede, la revolución puede ser la opción.

No la tenemos fácil y no vivimos en la panacea.  A unos días de las elecciones, ¿quién de los candidatos entiende esto?, ¿quién nos puede llevar a una transformación pacífica? O bien, ¿quién puede empeorar las cosas?

¿Quién entiende que la solución no pasa por las armas, sino corrigiendo las causas?. Esa es la única evolución que debemos aceptar.

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