El IMPI con esteroides

Oliver Galindo Ávila Oliver Galindo Ávila Publicado el
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El próximo 5 de noviembre entrará en vigor la nueva Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial y con ella, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) que dirige Juan Lozano Tovar, estrenará facultades fiscales y jurisdiccionales sin precedentes.

Conforme a la nueva ley, el IMPI cobrará sus multas mediante el procedimiento administrativo de ejecución, podrá ordenar el retiro de contenidos de Internet e impondrá condenas de daños y perjuicios en casos de violación a derechos de propiedad intelectual. Esa cantidad de “músculo” le seguirá dando la relevancia por la que ha luchado a lo largo de 26 años de existencia.

Subestimado desde su nacimiento, el IMPI inició funciones en 1994, encabezado por Jorge Amigo Castañeda. La idea era crear un instituto autónomo y especializado, un homólogo de las oficinas de patentes y marcas en otros países.

Sin embargo, los recursos no eran del tamaño del reto. Su primera oficina fue un edificio ruinoso en la delegación Iztacalco apodado “El Palacio de Azafrán”, ahí las inundaciones eran costumbre y las paredes tenían boquetes del tamaño de una ventana.

Durante sus 18 años al frente del IMPI, Jorge Amigo logró transformarlo en una institución reconocida internacionalmente. Instauró dos sedes en la Ciudad de México y varias oficinas regionales en el interior del país. Firmó convenios de cooperación con otros organismos, profesionalizó el área de patentes y empleó tecnología para evitar fraudes en las fechas de presentación.

Tras un breve periodo a cargo de José Rodrigo Roque Díaz, la estafeta pasó a manos de Miguel Ángel Margáin, un abogado especializado en propiedad intelectual que dirigió al IMPI durante 6 años. Bajo su gestión, se concretaron reformas muy importantes a la Ley de la Propiedad Industrial y se creó el sistema de “Marca en Línea”.

También en este periodo se firmaron los tratados internacionales conocidos por sus siglas TIPAT y T-MEC, cuyos capítulos de propiedad intelectual son extensos y motivaron, en gran medida, la emisión de la nueva Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial.

El nuevo director, Juan Lozano Tovar, está escribiendo un nuevo capítulo de suma importancia. Tuvo el acierto de potencializar los trámites digitales, lo que ha permitido que el instituto siga prestando sus servicios con relativa normalidad, a pesar de la contingencia por la pandemia de COVID-19.

El gran reto del IMPI será utilizar los recursos que genera para seguir fortaleciendo sus servicios en línea, especialmente en el área de litigio, así como mejorar sustancialmente los sueldos y beneficios de sus colaboradores.

Este año ha traído dificultades para todo el país, las buenas noticias son escasas, no me extraña que una de ellas provenga de un instituto acostumbrado a sobreponerse a la adversidad.

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