Cada quién tiene lo que se merece

Si bien dicen que hacer el bien sin mirar a quién es como nos va mejor pero, ¿por qué hay tanta gente buena que se dedica a hacer el bien a los demás y su vida es un caos?  

Si esto fuera una ley a los buenos les iría bien y a los malos mal, pero nunca ha sido así. Las intenciones de un padre hacia su hijo siempre son las mejores, pero a veces por darles todo les terminan arruinando la vida.

Igual pasa con las personas que dan todo a sus parejas aunque no lo merezcan y acaban sufriendo más que cuando estaban solas.

Annette Manautou Annette Manautou Publicado el
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Si bien dicen que hacer el bien sin mirar a quién es como nos va mejor pero, ¿por qué hay tanta gente buena que se dedica a hacer el bien a los demás y su vida es un caos?  

Si esto fuera una ley a los buenos les iría bien y a los malos mal, pero nunca ha sido así. Las intenciones de un padre hacia su hijo siempre son las mejores, pero a veces por darles todo les terminan arruinando la vida.

Igual pasa con las personas que dan todo a sus parejas aunque no lo merezcan y acaban sufriendo más que cuando estaban solas.

O la típica persona que se desvive por amigas que no le regresan ni la tercera parte de lo que hace por ellas.

Hay que saber a quién dar, cómo dar y hasta dónde dar, porque se te puede ir la vida pensando que eres bueno y que arreglas la vida de los demás y tal vez ni lo tomen en cuenta o, peor aún, que interrumpas los procesos de evolución cada quien y entonces el que paga el karma eres tú.

Hay un término dentro de la Cienciología  que se llama “fuera de intercambio”, cuando solo das y no recibes nada o cuando solo recibes y no das nada, la energía se estanca y entonces caes “fuera de intercambio”, por eso vienen después las decepciones, los pleitos y las rupturas.

En la vida es muy importante no romper el flujo del dar y recibir, tú te abandonas cuando te sientes indigno para recibir y, si no eres capaz de dar, estás desconfiando de tu propia capacidad y abundancia.

Cuando juegas el rol del “bueno” en la vida, lo que haces muchas veces es interferir en los procesos de los demás. Cuando juegas a ser el “bueno de la historia” estás en ausencia de respeto intentando cambiar a otros o de modificar las situaciones.

Hay que recordar que en realidad no sabemos lo que es mejor para el otro. Debemos soltar la necesidad de controlar al mundo pues nunca hemos controlado nada. 

El problema es que sufrimos cuando nos resistimos a lo que es, creyendo que debía ser de otra manera. Recordar que desconfiar de la capacidad de los demás para decidir por si mismos es un ataque.

El respeto nace del actuar de manera “justa” aceptando que cada cosa tiene un sentido, un para qué. Con respeto no intentamos cambiar a otros o sus circunstancias, evitamos tomar partido, emitir opiniones innecesarias y permitimos que sean los demás quienes encuentren la solución a lo que ellos requieren. Confiamos en que cada uno tiene la lección que necesita aprender y tiene todo para salir adelante.

Entonces, ¿se trata de ser buenos o de ser justos? Creo que se trata de aprender a respetarnos a nosotros mismos en las posturas que tomamos ante cada situación y de evitar el juicio teniendo prudencia con los procesos de los demás.

La experiencia del BUENO es no poder tener lo que quiere.

La experiencia del MALO es no poder estar en paz.

El bueno siempre teme que otros pierdan lo que necesitan. El malo siempre teme perder lo que él necesita.

El JUSTO nada teme, tiene paz, porque sabe que cada quien tiene lo necesario, para su experiencia de vida. 

Como dice mi papa: Nunca seas tan buena tan buena que parezcas pendeja.

Antes de dar piensa si es bueno para ti y para al otro, si no dañas a nadie y si no interfieres con su proceso evolutivo.

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