Blanco y negro: El arte perdido

Finalizando enero un tuit me llegó con el artículo que escribió el cineasta Steven Soderbergh el 22 de septiembre del año pasado en su sitio extension765.com, donde el director de las películas “Tráfico” (2000) y “Solaris” (2002) deja un ejercicio cinematográfico.

“Raiders” es la nota en la que Soderbergh explica que el montaje o la edición es clave en toda producción cinematográfica, siendo esencial pensar en los movimientos de cámara, cortes y secuencias desde que se prepara el proyecto.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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Finalizando enero un tuit me llegó con el artículo que escribió el cineasta Steven Soderbergh el 22 de septiembre del año pasado en su sitio extension765.com, donde el director de las películas “Tráfico” (2000) y “Solaris” (2002) deja un ejercicio cinematográfico.

“Raiders” es la nota en la que Soderbergh explica que el montaje o la edición es clave en toda producción cinematográfica, siendo esencial pensar en los movimientos de cámara, cortes y secuencias desde que se prepara el proyecto.

Para acabar su aporte añadió la película completa de “Los cazadores del arca perdida” (1981) pero con dos cambios significativos: 

Le removió color y audio original, para que quienes se atrevan a visualizar el filme se envuelvan de la atmósfera que provoca la cinta solamente con sus encuadres estéticamente planeados y ejecutados con una edición magistral.

Hace dos semanas asistí a una proyección privada. Por cuestiones de seguridad la cinta contaba con marcas de agua y estaba convertida a blanco y negro, pero fuera de las protecciones visuales y observar el producto de manera monocromática, me hizo refrendar la idea de Soderbergh: el trabajo está en la planeación de los encuadres, sabiendo utilizar la luz para crear fondo, perspectiva, punto de fuga, teniendo semiótica aunque veamos algo en blanco y negro.

A pesar de que el cine surgió en formato incoloro, Georges Méliès empujó para rápidamente innovar en el arte naciente. “Viaje a la luna” del también prestidigitador francés, en 1902 hizo una versión rudimentaria que se coloreó a mano, pero se mantuvo perdida hasta 1993 y se restauró en 2011.

Entrado el Technicolor en 1916, Hollywood dio el paso sin titubeos aplazando poco a poco el cine sin color. Filmes monocromáticos que aprovecharon el recurso del claroscuro fotográfico son del género film noir o cine negro de temática detectivesca. “El halcón maltés” de 1941 protagonizada por Humphrey Bogart es un ícono ineludible de este rubro cinematográfico.

Actualmente el cine tiene olvidado el blanco y negro, solo haciendo uso de él con pretextos de volver al pasado o dar un toque vintage.

“El artista” del 2011 apeló al recuerdo de la Academia, ganando el Oscar a Mejor Película del año. Desde 1993 que una cinta en blanco y negro no lograba colarse a las ganadoras, “La lista de Schindler” de Spielberg ganó en ese entonces.

Las cintas de “Sin City” (2005-2014) de Robert Rodriguez hacen gala del uso del alto contaste monocromático resaltado por colores estridentes en un homenaje pop al cine negro, pero es solo un pretexto para narrar filmes de acción comercial.

“Nebraska” (2013) ha sido la última cinta nominada al momento en blanco y negro por los premios Oscar en la ceremonia del año pasado. 

México también pone de su cosecha con la cinta “Güeros” del 2014 del cineasta Alonso Ruiz Palacios en la que rescata el formato 4:3 (Cuadrado tipo televisión) para una ficción actual grabada sin color.

El 26 de enero al cumplirse cuatro meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, entre la manifestación una chica estadounidense estaba tomando fotografías con cámara análoga, al preguntarle si tomaba en blanco y negro o a color, ella respondió “A color”. 

Hasta en el arte de la fotografía pareciera que el blanco y negro es un arte perdido, casi al borde de un ocaso de nostalgia.

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