libro “Alas Rotas”, en donde en coautoría con especialistas, médicos, académicos, organizaciones civiles, hacemos eco a las voces que tras un largo periodo de silencio

Alas Rotas, el crimen de violencia sexual

Siempre que lo repensaba sentía mucha vergüenza, una sensación de miedo, incomodidad y temblor en las piernas. Así fue durante muchos años, hasta que comencé a reflexionar sobre la experiencia y a darme cuenta de que yo no había hecho nada, que no era mi culpa, ni mi responsabilidad. Fue mi primer acoso, lastimosamente no […]

Siempre que lo repensaba sentía mucha vergüenza, una sensación de miedo, incomodidad y temblor en las piernas. Así fue durante muchos años, hasta que comencé a reflexionar sobre la experiencia y a darme cuenta de que yo no había hecho nada, que no era mi culpa, ni mi responsabilidad. Fue mi primer acoso, lastimosamente no fue el último.

Yo fui concebida por violación. Esa fue una deducción personal, porque mi madre vivía atormentada porque había fracasado en su vida. Se había ido a Tijuana a trabajar como sirvienta. Una noche de sábado, borracho, se metió a la habitación y se hizo de ella. Quedó embarazada. Esta es la historia que descubrí cuando le pregunté a mi mamá ¿Cómo nací? Después de aquella noche perdió su empleo, su cordura, sus amigas, su familia la señaló.

El recuerdo más temprano es visitarla en el hospital psiquiátrico de Hermosillo, cuando tenía como tres años. Estuvo internada ahí, tenía una depresión profunda, dejó de comer, fumaba compulsivamente, tenía las uñas de los dedos de las manos manchadas de tanto fumar.

Se quería morir, pero había una hija que mantener y cuidar, porque nadie más lo haría, era su hija, su responsabilidad. Han pasado casi 50 años de aquello, aún no lo supera. Mi madre sufre, me ve y sigue sin quererme. Yo la entiendo, la quiero, la cuido, pero es difícil.

Cuando tenía como 5 años, un día soleado (es un recuerdo que veo como en una película en color), debió ser fin de semana porque eran como las 11 de la mañana, brincaba y corría por el barrio cerca de mi casa. Uno de los vecinos, un chico de unos 17 años se sentó junto a otro debajo de un árbol, recuerdo su nombre perfectamente.

Me detuve un momento porque uno de los chicos me preguntó cómo se decían algunas palabras en inglés. El recién llegado se había bajado el cierre de su pantalón y se masturbaba luego me preguntó ¿y cómo se llama esta? Y me mostró su pene. Abriendo unos tremendos ojotes, recuerdo que me quedé paralizada, me temblaban las piernas, después de un rato me fui corriendo de ese lugar. No le conté a nadie nunca, solo me quedé con el recuerdo.

Este es uno de los testimonios que podrás leer en el libro “Alas Rotas”, en donde en coautoría con especialistas, médicos, académicos, organizaciones civiles, hacemos eco a las voces que tras un largo periodo de silencio deciden contar la experiencia de ser víctima del abuso sexual infantil.

En el libro también encontrarán un programa de prevención, apoyo y acompañamiento para quiénes han sido víctimas del crimen de violencia sexual.

Colaboración de la doctora Priscila Rebeca Salas Espinoza

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