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Adiós señoras y señores políticos

Elemental, mi querido Watson, diría Sherlock. Aunque no lo sea para los políticos tradicionales. Ya no tienen nada nuevo que decir, y menos que hacer. Deben retirarse, la mayoría a vivir de las rentas acumuladas durante años a nuestro servicio. Deben cederle el espacio a caras, y proyectos, nuevos. Enough is enough.

Así como no se puede ganar un debate sin debatir ideas, no se puede progresar con déficit de candidatos, mal endémico en México y América Latina.

Elemental, mi querido Watson, diría Sherlock. Aunque no lo sea para los políticos tradicionales. Ya no tienen nada nuevo que decir, y menos que hacer. Deben retirarse, la mayoría a vivir de las rentas acumuladas durante años a nuestro servicio. Deben cederle el espacio a caras, y proyectos, nuevos. Enough is enough.

Así como no se puede ganar un debate sin debatir ideas, no se puede progresar con déficit de candidatos, mal endémico en México y América Latina.

Y es que si no estaba claro antes en nuestro país, es transparente hoy después del segundo debate presidencial. Todos aburrieron.

Los dos punteros se moderaron; no vaya a ser que pierdan adeptos. La única candidata se dedicó a provocar como si estuviera en primaria. Y, como ya se ha convertido en costumbre en la carrera tras la silla del Gran Tlatoani en México, el cuarto hizo de bufón.

Pero ninguno exhibió talento, arrojo, carisma. Ninguno atrapó la imaginación de jóvenes, adultos o indecisos. Los votos duros ya están echados. Más por inercia que por otra cosa.

Y la verdad, tampoco importa quien gane y quien pierda. Salvo la posibilidad de un asesinato –que no se descarta-, todo seguirá igual después del primero de julio.

Cambio de piel

El vacío de liderazgo es generacional sin duda alguna. Esto no quiere decir que no existan personas nacidas a mediados del siglo pasado que sí puedan. Desafortunadamente, no son los que tenemos ante los micrófonos. Esos, en general, se mueven como dinosaurios y se enfrascan en estrategias para ganar, no en ideas para progresar.

Necesitamos que los jóvenes se inspiren en los clásicos: en el talento oral de Sócrates y la pluma de Platón. Necesitamos líderes que establezcan nuevos paradigmas para gobernar, que tengan la ironía para comunicarlo y el carisma para convencernos.

Las nuevas caras

Busquemos entre los jóvenes, porque a ellos les corresponde llevar la batuta este siglo XXI.
En México, ya hay incluso algunos nombres sobre el tablero. Todos conocidos por su vínculo con el movimiento #YoSoy132, que despertó de su letargo al país.

Se habla de estudiantes como Carlos Brito, quien ayer lunes fungió como uno de los moderadores en una Asamblea de jóvenes en la Ibero. Habrá que conocerlo mejor. Al igual que a Saúl Alvidrez, Francesc Messege, Sandra Patargo y Emilio Lezama, por mencionar sólo algunos.

Hay un rumor que la brillante y guapísima joven chilena Camila Vallejo, de visita en México ahora y en la UAM este viernes 15, es el “cerebro” detrás del movimiento #YoSoy132. Que, siguiendo mecanismos caducos, los adultos que apoyan a la joven de 24 años le dieron un empujón para que ella organizara un poco el caos inicial de nuestro primer movimiento de protesta inter-universitario.

El rumor tiene un tufillo a teoría de la conspiración propia de los años 80 del siglo pasado. Muy sospechosa. Lo que sí es seguro es que Camila enamoró a multitudes en su país. Y ya está enamorando a México. También sabemos que el caduco sistema político chileno, a través del rancio Partido Comunista, la quiere como diputada.

He ahí un primer peligro para los jóvenes que en México podrían darle un golpe mortal a la política tradicional: que el sistema los coopte. Lo ideal sería que esa práctica facistoide de viejo cuño desaparezca de nuestro vocabulario. Y que los jóvenes inventen nuevas formas de comunicarnos sus sueños.

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