2022 año de fundadas esperanzas

Es tiempo de trabajar por la unidad nacional, es tiempo de rescatar la confianza en nosotros mismos

Concluye un año más de vida con múltiples y singulares experiencias derivadas del impacto con el que la pandemia de COVID-19 sacudió a la humanidad, en la cual más de 275 millones de personas se contagiaron y 5 millones de seres humanos fallecieron por esta causa en el mundo.

Se desarrollaron a la fecha 20 vacunas en distintas partes del mundo, 7,800 millones de dosis se han aplicado a la población mundial y el mal aún persiste.

Las experiencias han sido múltiples, confío que los aprendizajes también lo sean, en tanto que una experiencia por dolorosa que haya sido, a la que no se le extraen las lecciones suficientes, colocan a los individuos en posición de vulnerabilidad por el riesgo de caer nuevamente en la misma trampa.

Es indispensable sanar, tanto en lo físico como en lo emocional.

Algunas de las secuelas evidentes que a su paso a dejado en el camino la multicitada pandemia del COVID-19, son entre otras: cambio de talla en la ropa de los mexicanos, modificación del número de integrantes por familia, disminución drástica del ingreso económico de personas y familias, aumento del número de pobres, desplome de familias de clase media al nivel económico inferior, aumento de la deserción escolar, disminución de la calidad de educación y vida, aumento progresivo de inseguridad para los habitantes de las ciudades, endurecimiento gubernamental contra diversas instituciones públicas, valores políticos y humanos, como libertades individuales esenciales, democracia, ciudadanía, pluralismo y alternancia política.

Mayor deterioro de la salud pública, aumento del estrés, la depresión y la polarización social, así como el debilitamiento de valores familiares, cívicos y humanitarios.

La lista puede ser más larga, sin embargo, me parece que, en el sentido opuesto y constructivo, más que señalar lo que carecemos, necesitamos identificar los desafíos que requerimos atender y superar en los próximos años, que también son múltiples y diversos. 2022, debe ser el año del «Gran Reinicio» con nuevas expectativas y formas de hacer las cosas.

El primero de ellos me parece, es modificar la estrategia de comunicación desde Palacio Nacional, que disminuyan las tensiones y la polarización entre los diferentes sectores de la población, fomentando unidad nacional y corresponsabilidad ciudadana para enfrentar con mayor éxito los problemas nacionales que nos son comunes.

El segundo punto es practicar la escucha activa.

Las naciones en el mundo que han conseguido hasta ahora los mejores resultados en el manejo de la crisis sanitaria como Nueva Zelanda, se han ocupado  desde el principio, en escuchar y sumar a sus propias oposiciones, para evaluar y definir en conjunto las estrategias mas convenientes con la corresponsabilidad de las partes en la ejecución de sus estrategias.

El tercer punto es inspirar confianza.

Hay que aumentar el sentido de pertenencia y afirmar el liderazgo nacional en el respeto a la identidad de todas las partes que hacen de nuestro país una gran nación.

Hay que recordar que juntos llegaremos más lejos en vez de alentar la fragmentación.

Los grandes problemas nacionales que necesitamos enfrentar son múltiples, en términos reales nos necesitamos unos y otros, poco podremos avanzar con una sociedad fragmentada. Es tiempo de trabajar por la unidad nacional, es tiempo de rescatar la confianza en nosotros mismos.

Tensar de más las cuerdas sociales puede provocar rupturas y quebrantos irreparables, nuestro país merece lo mejor. Deseo de corazón que el 2022 sea el inicio de la verdadera transformación que México y los mexicanos merecemos. Así Sea. Feliz navidad y prospero año nuevo para todo México.

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