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Una Nueva oportunidad

Las elecciones parlamentarias del 2015 fueron históricas. Estuvieron marcadas por una agitación política en la que los dos partidos tradicionales, el Partido Popular (PP) –del actual presidente en funciones, Mariano Rajoy– y el Partido Socialista (PSOE) vieron a dos nuevos partidos surgir.

Podemos, como resultado de los Indignados y que es hoy la tercera fuerza política del país, y Ciudadanos, que es el partido de centro derecha que surge en Cataluña.

Si en algo coinciden todos los partidos es que esta nueva llamada al voto se debió a un fracaso colectivo
Después de cuatro décadas de dictadura franquista, por primera vez en la historia de la joven democracia, España se encuentra dentro de un gobierno provisional

Las elecciones parlamentarias del 2015 fueron históricas. Estuvieron marcadas por una agitación política en la que los dos partidos tradicionales, el Partido Popular (PP) –del actual presidente en funciones, Mariano Rajoy– y el Partido Socialista (PSOE) vieron a dos nuevos partidos surgir.

Podemos, como resultado de los Indignados y que es hoy la tercera fuerza política del país, y Ciudadanos, que es el partido de centro derecha que surge en Cataluña.

El multipartidismo que se dibujó en el Congreso obligó a todos a lo inesperado: hacer alianzas para dar forma a un gobierno que al día de hoy se dibuja incierto, a pesar de las numerosas negociaciones.

Ahora, los españoles volverán a las urnas por segunda vez en seis meses.

El rey Felipe VI convocó a nuevas elecciones para el 26 de junio y espera superar el estancamiento político que enfrenta el país.

Después de cuatro décadas de dictadura franquista, por primera vez en la historia de la joven democracia, España se encuentra dentro de un gobierno provisional.

Sin embargo, el anuncio de esta nueva ronda de elecciones generales tampoco supuso una sorpresa, pues desde el pasado mes de diciembre ya se evidenciaba una profunda fragmentación dentro del panorama político español.

Hoy, a un mes del 26J, los partidos comienzan a esclarecer sus alianzas, pero siguen sin contar con los números necesarios para poder formar un gobierno por sí solos. Y teniendo en cuenta las diferencias ideológicas que se han manifestado durante las campañas, las condiciones necesarias para crear una coalición, también parecen lejanas. Y es que, si en algo coinciden todas los partidos, es que esta nueva llamada al voto se debió a un fracaso colectivo.

Aún así, los españoles vuelven a las urnas en el límite del hartazgo, y todos los sondeos de opinión lo atestiguan: cansados de la incapacidad de sus líderes para acordar un proyecto político para España, los ciudadanos encuentran que su nación está hoy, más que nunca, sumida en la inestabilidad.

Una nueva elección no necesariamente traería mayores cambios al panorama actual. De hecho, si las elecciones que se van a celebrar el próximo 26 de junio tuvieran lugar mañana mismo, los españoles reafirmarían su preferencia al sistema multipartidista que emanó de las urnas el pasado 20 de diciembre.

Un estudio realizado por Metroscopia, y publicado el 1 de mayo, predice una victoria del PP, con un 29 por ciento de los votos, por delante de un PSOE, encabezado por Pedro Sánchez, que tendría un 20.3 por ciento, Podemos con un 18.1 por ciento, Ciudadanos con un 16.9 por ciento, e Izquierda Unida con el 6.6 por ciento. Claro, estos resultados serían en el supuesto de que la tasa de participación fuera del 70 por ciento.

Sin embargo, este sistema multipartidista -que se reproduciría en las elecciones de junio- también irían acompañadas de una menor participación.

De acuerdo al sondeo, si las elecciones fueran ahora mismo, la participación ciudadana bajaría 3.2 puntos, en comparación a la registrada en diciembre. Esta menor participación  en las urnas beneficiaría al PP, que ha resultado ser el partido más votado, logrando incluso, una clara mayoría.

A pesar de los repetidos casos de corrupción, y a pesar de los estigmas dejados por las políticas de austeridad del gobierno durante la crisis, las encuestas son unánimes: no solo el PP volvería a estar a la cabeza, sino que podría salir reforzado en las nuevas elecciones.

Sin embargo, la mitad del electorado español (55 por ciento) no votaría en ningún caso por el PP. Por lo que si el partido de Mariano Rajoy cuenta con una fidelidad absoluta de sus votantes, también es cierto que no cuenta con una mayoría.

Si su electorado llegase a votar a otro partido, este sería a Ciudadanos, que tiene una alianza con el PSOE.

De acuerdo a la encuesta, el 47 por ciento de los españoles con intención de votar al PP señala que si decidiera no hacerlo, daría su voto al partido de Albert Rivera, la segunda opción electoralmente más atractiva para la mitad de los votantes del PP.

Pero, si el electorado del PSOE se mantiene fiel, entonces Podemos volvería a ser el tercero más votado, pero tendría una apreciable pérdida de apoyos: del 20.7 por ciento logrado hace cuatro meses pasaría al 18.1 por ciento.

Y así como sucede con el PP, la mitad de todo el electorado español (48 por ciento) afirma que jamás le votaría.

El fuerte desgaste de imagen que ha sufrido su líder a lo largo de los últimos meses podría explicar esta situación: Pablo Iglesias es, junto a Mariano Rajoy, el líder político peor evaluado por el conjunto del electorado español.

Juego de alianzas

Podemos anunció el pasado 9 de mayo que había llegado a un acuerdo con su rival  de extrema izquierda, Izquierda Unida (IU), para unir votos en las elecciones legislativas del 26J. Esta alianza tiene como objetivo superar el PSOE que sigue siendo la segunda fuerza política en España.

De acuerdo al diario El País, los simpatizantes de Podemos aprobaron la coalición electoral con IU sin oposición: el 98 por ciento de los participantes en la consulta interna validó la alianza, según un comunicado del partido.

En España, la apatía de Mariano Rajoy es legendaria. Cuando los primeros grandes escándalos de corrupción comenzaron a salir, su respuesta fue la represión de las ruedas de prensa y reemplazo por declaraciones pregrabadas y luego difundidas a través a los medios.

Cuando la onda independentista golpeó Cataluña, Rajoy prefirió la inercia, convencido de que la recuperación económica podría calmar las tendencias separatistas.

Y cuando la subida de nuevos partidos como Ciudadanos y Podemos se hizo evidente, optó por negar la nueva realidad política española, aferrándose a los vestigios del bipartidismo y negándose a debatir con ellos durante las campañas.

Una histórica victoria del PP en las elecciones locales, y una cómoda mayoría absoluta en las elecciones parlamentarias del 2011, hoy no le garantizan al presidente en funciones su reelección -aunque los sondeos le beneficien-, pues la España de las mayorías absolutas ya pasó página, y al PP la pasa mal encontrando aliados.