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Un pacto para no morir

Con el paso de los días, la tensión aumenta para la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

Las protestas que desbordaron las calles de las principales ciudades cariocas –las más grandes desde la caída de la dictadura en la década de 1980– convirtieron el estable mandato que le heredó Luiz Ignacio Lula da Silva en un castillo de naipes.

Rousseff, precavida en su actuar durante las más de dos semanas de movilizaciones ciudadanas, decidió dar un golpe definitivo: el pueblo tendrá en sus manos la decisión sobre cinco importantes reformas.

5.7%
es la tasa de inflación en Brasil, lejos de 4.5 por ciento meta
"Los partidos políticos no tienen más legitimidad de la representatividad, se transformaron en proyectos de poder por el poder. Continúan haciendo más de lo mismo”
Marina SilvaExcandidata a la presidencia de Brasil
Los brasileños interpretaron la disminución del gasto social como una forma de financiar los estadios para el Mundial de futbol

Con el paso de los días, la tensión aumenta para la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

Las protestas que desbordaron las calles de las principales ciudades cariocas –las más grandes desde la caída de la dictadura en la década de 1980– convirtieron el estable mandato que le heredó Luiz Ignacio Lula da Silva en un castillo de naipes.

Rousseff, precavida en su actuar durante las más de dos semanas de movilizaciones ciudadanas, decidió dar un golpe definitivo: el pueblo tendrá en sus manos la decisión sobre cinco importantes reformas.

Los pactos –trabados previamente en el poder Legislativo– están enfocados a sanear los males que más aquejan a los brasileños, en sectores como la educación, el transporte, los acuerdos fiscales, la sanidad y la lucha contra la corrupción.

Con esto pareciera que el eco de las voces de los manifestantes ha llegado a los oídos de Rousseff.

No obstante, el fuego está muy lejos de ser sofocado.

La oposición y el colegio de abogados se han mostrado en contra de la nueva estrategia del gobierno. 

No están de acuerdo con la formación de una Asamblea Constituyente a través de un plebiscito, la cual deliberará sobre la reforma política planteada por la mandataria.

“Quiero proponer un debate sobre la convocatoria de un plebiscito popular que autorice el funcionamiento de un proceso constituyente específico para hacer la reforma política que el país necesita”, dijo Rousseff a los medios.

Por su parte, el senador de oposición Aecio Neves argumentó que la presidenta “tergiversa y actúa como si hubiese asumido hoy, olvidándose que este gobierno está en el poder hace 10 años”.

“Este gobierno no asume responsabilidades y las transfiere a terceros”, comentó Neves al diario brasileño O Globo.

El divorcio con Dilma

¿Cómo terminó la buena relación entre la gente y Dilma Rousseff?

En un principio, todo pintaba positivo. En la última década gobernada por Da Silva y por la actual mandataria se presentaron estadísticas favorables.

De acuerdo a un informe del Banco Mundial, la pobreza en el país se redujo  casi la mitad. 

Entre 2003 y 2012, 20 millones de brasileños salieron de la pobreza, de acuerdo a datos del Censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

En el mismo periodo, el ingreso per cápita pasó de 3 mil 24 dólares anuales a más de 12 mil 500 dólares.

La tasa de desempleo, por su parte, no presentó variación este año con respecto a 2012.

En el papel, los últimos mandatos han mejorado sustancialmente la situación de un país que hasta hace 30 años todavía se regía bajo el yugo de un régimen dictatorial.

No obstante, una serie de factores provocaron que el romance entre la población y Rousseff terminara abruptamente.

“Hubo una aparente reducción en la inversión social, lo cual provocó una disminución en las condiciones de vida y un aumento en la tensión social”, escribió Efrén Herrera, columnista y analista en economía y finanzas de la agencia de noticias The Associated Press.

Además, la inflación ha ido en aumento gracias a la salida de capitales y al elevado gasto gubernamental en subsidios y programas de generación de empleos.

Asimismo, las tasas de interés de referencia pasaron de 7.5 por ciento a 8 por ciento, aunado a una baja en las expectativas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

Todos estos desaciertos económicos y políticos son interpretados por la población como una señal de la desatención de Rousseff por enfocarse en el Mundial de Futbol del próximo año y en los Juegos Olímpicos de verano de 2016, afirmó Herrera.

A librar el primer escollo

El aumento en la tarifa de transporte público en Brasil fue la chispa que detonó la ola de protestas de las últimas semanas.

Un aumento de 20 centavos fue suficiente para desatar el descontento de la gente, acumulado por las problemáticas que se viven en Brasil.

Por ello, la presidenta anunció una inversión de 23 mil millones de dólares en transporte público.

“Quiero repetir que mi gobierno escucha las voces democráticas. Tenemos que aprender a escuchar las voces de la calle”, comentó Rousseff durante una reunión oficial.

De corregir este inconveniente, a la jefa de Estado le restará resolver otros rubros de gran importancia como los servicios médicos y la educación.

Sin embargo, un grueso de la población aún sigue descontenta. Ayer, los suburbios de bajos ingresos de Sao Paulo volvieron a protestar a pesar de los pactos anunciados por la mandataria.

“Creemos que las personas que están más interesadas en las demandas que se han planteado en las manifestaciones callejeras son los que viven en este tipo de barrios”, dijo Guilherme Boulos, uno de los líderes de las manifestaciones a AP.

Rousseff ha puesto sus cartas sobre la mesa, resta esperar para saber si su partida será lo suficientemente efectiva para contrarrestar un descontento cada vez más palpable y más fuerte.

La nueva ‘rival’ de Dilma

El nombre de Marina Silva pudiera parecer desconocido fuera de Brasil.

No obstante, esta mujer puede volverse la figura a seguir en las próximas elecciones, donde se definirá si Dilma Rousseff se reelige o no.

Silva, hija de recolectores de caucho de la Amazonia y analfabeta hasta los 16 años, llegó  a ser legisladora y, tiempo después, ministra de Medio Ambiente durante la administración de Lula da Silva.

En los comicios de 2010, siendo candidata del Partido Verde, obtuvo la nada despreciable cifra de 20 por ciento de las preferencias del electorado, lo que reafirma su peso en la escena política de Brasil.

“Yo creo en un Estado movilizador, capaz de promover lo mejor de las fuerzas vivas de la sociedad, de los empresarios, de la juventud, de todos los sectores”, dijo la exministra en una entrevista con el diario argentino La Nación.

“Los partidos políticos no tienen más legitimidad de la representatividad, se transformaron en proyectos de poder por el poder. Nuestras estructuras políticas quedaron estancadas en el tiempo y eso está en evidencia en todos los países”, agregó.

“El problema es que los que son parte de esas instituciones no consiguen percibirlo, continúan haciendo más de lo mismo”.

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