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Sáltense ese renglón

Mucho se ha dicho sobre la importancia del voto latino. Yo mismo me he explayado sobre el asunto, y por tanto, insto a los latinos a votar —por todos los cargos excepto el de presidente.

Pueden votar por concejales municipales, representantes estatales, gobernadores, y el Congreso. Pero cuando lleguen al lugar en la boleta donde se les pide que escojan entre Obama/Biden y Romney/Ryan, deben saltearse el renglón.

Mucho se ha dicho sobre la importancia del voto latino. Yo mismo me he explayado sobre el asunto, y por tanto, insto a los latinos a votar —por todos los cargos excepto el de presidente.

Pueden votar por concejales municipales, representantes estatales, gobernadores, y el Congreso. Pero cuando lleguen al lugar en la boleta donde se les pide que escojan entre Obama/Biden y Romney/Ryan, deben saltearse el renglón.

“Saltéense ese renglón” en nombre del respeto propio y para declarar que están hartos de escoger entre el menor de dos males —porque, se han dado cuenta de que el menor de dos males es también malvado.

“Saltéense ese renglón” porque, por ser un pueblo que ha servido al país cada que se necesita, se merecen más que repetir una presidencia fallida porque temen que la otra sea peor.

“Saltéense ese renglón” porque, en inmigración, la elección es entre un contendiente que desea que los inmigrantes ilegales se “auto-deporten” y un presidente en su cargo que se convirtió en experto en sacarlos del país por la fuerza.

“Saltéense ese renglón” porque, aunque parece que las dos campañas se han dado cuenta de la importancia de los electores latinos, todo lo que han encontrado es una manera mejor de manipularlos.

“Saltéense ese renglón” porque los dos principales partidos políticos son  como Visa y MasterCard, más parecidos que diferentes.

Aún así, la manera en que Obama y Romney trataron a los latinos en esta campaña ha tocado un nuevo fondo. Fue como si a los dos candidatos les irritara tener que competir por esos electores, y atacaron.

Ninguno de los candidatos nos comprende. No en la forma en que George W. Bush nos comprendía.

El 43 presidente dio a los latinos un lugar en la mesa, y a sus inquietudes un lugar en el programa nacional. Esos días pertenecen al pasado.

Peor aún, ambos nos maltratan. Obama lo hace colgando frente a nuestra nariz la promesa de la reforma migratoria como si fuera una zanahoria delante de un caballo.

Romney lo hace cuando de pronto se convierte en un moderado que no se parece en nada al candidato de línea dura que participó en las primarias republicanas.

Ashleigh Banfield, de CNN, me preguntó cómo podrían caer los latinos por este Mitt más bondadoso y suave. “Los latinos no son estúpidos”, dijo.

Espero que esté en lo correcto. Pero una nueva encuesta de Latino Decisions muestra que los latinos apoyan a Obama por 52 puntos más que a Romney —73 por ciento contra 21 por ciento.

Y eso es a pesar del atroz historial de Obama en cuanto a la inmigración.

Su actuación ha sido tan mala que Obama debe adornarla con embustes. Los demócratas se están enloqueciendo porque Romney adapta su mensaje al público al que se dirige.

En una entrevista en Rolling Stone, Obama llamó a su adversario mentiroso.

¿En serio? Cuando se trata de la inmigración, eso es lo que hace Obama.

¿Cómo logrará Obama que los demócratas hagan buena letra? Están metidos en el bolsillo de los sindicatos, que quieren que se imponga la ley migratoria y que haya menos inmigrantes para competir.

¿Son éstas nuestras opciones? ¿El menor de dos males? ¿El incompetente versus el mediocre?

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