Pocos personajes en la historia del Reino Unido han sido tan odiados por la gente como Ian Brady, el asesino de al menos cinco menores en la década de los 60, por lo que ninguna comunidad británica quiere que las cenizas de este delincuente sean esparcidas en sus tierras.
El asesino de niños, de acuerdo con una investigación del diario The Sun, pidió en su testamento ser incinerado y que sus restos sean esparcidos en río Clyde en Glasgow, Escocia, además que sus pinturas y fotografías personales sean vendidas para la publicación de sus memorias.
Indigo Staff