Obama, un flamante Robin Hood

Warren Buffett se ha convertido en un instrumento político y quizás en una lección sobre la manera en que los líderes empresariales, cuando saltan al ruedo político, son manipulados con facilidad.

La “Regla Buffett” es muy adecuada para la estrategia de reelección de Obama de poner el énfasis sobre  “lo que es justo” y sugerir que, de alguna manera, los ricos tienen la culpa de los déficits y de la débil recuperación.

Warren Buffett se ha convertido en un instrumento político y quizás en una lección sobre la manera en que los líderes empresariales, cuando saltan al ruedo político, son manipulados con facilidad.

Sus esfuerzos por “hacer el bien” a menudo se tuercen a conveniencia de los estrechos intereses de sus patrocinadores políticos. 

Buffett es el segundo hombre más rico de Estados Unidos (valor neto de 44 mil millones de dólares, según Forbes).

Hace un tiempo, Buffett señaló que su tasa fiscal es menor que la de su secretaria.

De este hecho surgió la “Regla Buffett”: Los millonarios deben pagar, por lo menos, el 30 por ciento de sus ingresos en impuestos federales.

Permítanme decir algo: Estoy a favor de la “Regla Buffett”.

Permítanme decir también: La propuesta ha sido más perjudicial que beneficiosa.

Con un sistema fiscal progresista, que supuestamente requiere que los ricos paguen más de sus ingresos que los pobres, es indefensible que un rico disfrute de un trato preferencial.

Elevar la tasa más alta no perjudicaría a la economía, siempre que la tasa no fuera punitiva.

En mi parecer, un 30 por ciento es razonable. Es más baja que la tasa tope actual, 35 por ciento; y es casi igual a la tasa tope para las ganancias de capital a fines de los años 80.

Esa tasa era del 28 por ciento; la economía la absorbió perfectamente.

Pero la “Regla Buffett” ha causado más problemas que beneficios porque el Gobierno de Obama exageró su importancia y la utilizó para distraer la atención de problemas más serios, como el enorme déficit presupuestario y una recuperación perezosa.

La “Regla Buffett” es muy adecuada para la estrategia de reelección de Obama de poner el énfasis sobre  “lo que es justo” y sugerir que, de alguna manera, los ricos tienen la culpa de los déficits y de la débil recuperación.

Pero eso, simplemente, no es cierto. Consideremos lo siguiente:

1.- La mayoría de los millonarios pagan impuestos altos

La Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que el uno por ciento más rico de los norteamericanos tiene una tasa fiscal promedio, incluyendo los impuestos a la nómina, del 29.5 por ciento.

Ese mismo uno por ciento más alto paga alrededor del 28 por ciento de todos los impuestos federales.

Buffett y algunos otros súper ricos presentan un caso muy poco común, porque sus ingresos provienen mayormente de dividendos y ganancias de capital, gravados al 15 por ciento.

2.- Promulgar la “Regla Buffett” apenas afectaría el presupuesto

Entre 2012 y 2022, la “Regla Buffett” aumentaría las rentas públicas federales en unos 47 mil millones de dólares, estima el Comité Conjunto del Congreso para el Régimen Tributario.

Durante el mismo periodo, la OPC indica que el déficit presupuestario federal se acercará a 8 billones de dólares. La “Regla Buffett” reduciría estos déficits en menos de un 1 por ciento.

3. -No está claro cómo afectaría a la economía

Los impuestos más altos podrían desalentar el consumo o podrían hacer lo contrario, si los déficits algo más bajos redujeran un poco las tasas de interés. Algunos súper ricos quizás se mudaran al exterior.

Cualquiera que fuera el efecto, probablemente sería pequeño. En una economía de 15 billones de dólares, los cambios de unos 5 mil millones de dólares anuales no representan mucho.

Pero ése no es el mensaje del Gobierno. “La “Regla Buffett” es algo que hará que nos movamos en la dirección correcta, “hacia lo que es justo, hacia el crecimiento económico”, expresó el presidente Obama.

Todo el que  escuchara su discurso habría concluido que aprobar dicha regla supondría un gran avance.

En realidad, para reducir seriamente el presupuesto habría que recortar programas populares, entre ellos el Seguro Social y Medicare, y habría que aumentar impuestos para muchos. Obama ha sido menos franco en estos temas tan delicados.

Hay que reconocer que Buffett no sostiene que su propuesta reduciría el presupuesto significativamente.

El presidente cita a “mi amigo Buffett” todo el tiempo cuando aboga por su propuesta.

Pero el papel coadyuvante de Buffett palidece comparado con el de la fracción republicana en el Congreso.

La semana pasada, el Senado rechazó la “Regla Buffett” porque la mayoría de los republicanos votó encontra de ella.

Por supuesto, el presidente quedó complacido. La negativa de los republicanos a apoyar todo aumento fiscal es un enorme regalo político. Le permite hacerse pasar por el protector de la clase media y pintar a los republicanos como lacayos de los súper ricos.

Para Barack Obama, la “Regla Buffett” funciona mejor como arma política que como política a seguir.

 Fuente: Washington Post Writers Group

 

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