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Militares sacan la ‘ropa sucia’

Después de darse a conocer el extenso escándalo amoroso que se desató en el seno de la seguridad nacional de Estados Unidos, las autoridades comienzan a tomar cartas en el asunto.

Ayer,el secretario de la Defensa, Leon Panetta, ordenó al Pentágono indagar por qué tantos generales y almirantes se han visto involucrados en líos legales y éticos.

Lo anterior se ha vuelto una tendencia debido las recientes investigaciones a dos de los más renombrados militares de alto rango.

"No estoy enterado de ningún otro caso que pueda estar involucrado en este tema (el caso Petraeus) en este momento”
Leon PanettaSecretario de la Defensa de EU
El ejército se ha escandalizado por otras acusaciones criminales y administrativas hechas a oficiales de alto rango, una cantidad demasiado grande para una profesión que pregona  el honor

Después de darse a conocer el extenso escándalo amoroso que se desató en el seno de la seguridad nacional de Estados Unidos, las autoridades comienzan a tomar cartas en el asunto.

Ayer,el secretario de la Defensa, Leon Panetta, ordenó al Pentágono indagar por qué tantos generales y almirantes se han visto involucrados en líos legales y éticos.

Lo anterior se ha vuelto una tendencia debido las recientes investigaciones a dos de los más renombrados militares de alto rango.

El Pentágono divulgó la orden de Panetta después que este llegó a Tailandia como parte de su gira en Asia.

No obstante, fuentes insistieron que la intención de revisar el comportamiento de los mandos del ejército ya se había contemplado con antelación.

Recalcaron, además, que nada tienen que ver con los escándalos del exdirector de la CIA David Petraeus y el retirado general del ejército John Allen, quien fue comandante de las fuerzas de la OTAN y Estados Unidos en Afganistán.

Ambos fueron los protagonistas de un affaire que incluye a la exbiógrafa de Petraeus, Paula Broadwell, una mujer de Tampa, una cuenta de correo compartida y evidencias de “20 mil o 30 mil correos de contenido inapropiado”.

“Hay que enfatizar que el secretario de la Defensa pensó en llevar a cabo esta investigación mucho antes de que estos asuntos salieran a la luz”, dijo a la prensa el secretario de medios del Pentágono, George Little.

Los pecados militares

Pero las investigaciones del caso Petraeus no han sido los únicos procesos a los que las autoridades de seguridad estadounidense han detectado dentro de sus filas.

El ejército se ha escandalizado por otras acusaciones criminales y administrativas a oficiales de alto rango, una cantidad demasiado grande para una profesión que pregona el honor.

El funcionario al mando de la 82 División Aerotransportada en Afganistán ahora enfrenta cargos criminales por violación y haber cometido adulterio con cinco mujeres.

Hay que recordar que las relaciones extramaritales por parte de miembros del ejército es considerada un delito marcial.

En otro caso, un comandante de las fuerzas norteamericanas en la misión del Golfo Pérsico se le imputó haber tenido “un juicio inapropiado” y se encuentra actualmente bajo investigación.

Este jueves, Panetta degradó al exmilitar de cuatro estrellas del Comando militar en África y lo castigó con una multa de 82 mil dólares hacer viajes lujosos o sin autorización con su esposa.

La lista crece con un caído comandante de tres estrellas, castigado por la Agencia de Misiles de Defensa por crear un mal ambiente de trabajo, describiendo el estilo del mencionado militar como “una administración a base de pinzas y soplete”.

El secretario de la Defensa estadounidense ha dicho muy poco en público de cada uno de estos caso.

Panetta se caracteriza, aparte, de no despedir a ningún alto mando desde que se hizo cargo del Pentágono en julio de 2011, efectuando casi siempre acciones a puerta cerrada.

En contraste, Robert Gates, su predecesor en la secretaría, era rápido en despedir generales por lo que él consideraba “un pobre desempleo o falta de responsabilidad”.

Limpiando al ejército

Leon Panetta pidió a los norteamericanos entender que la vasta mayoría de los generales y almirantes del ejército servían con honor e integridad.

Lo anterior lo dijo en una conferencia de prensa el día de ayer en la capital tailandesa, agregando que “aquellos que buscan proteger a su país operan bajo los estándares más altos de ética”.

En esta aparición a los medios en su paso por Bangkok, el secretario de la Defensa no mencionó la orden de investigar la conducta de los militares a su cargo.

Agregó que no existe evidencia de que ningún otro militar pueda estar involucrado en el escándalo que incluye a Allen y a Petraeus.

El mandato va dirigido directamente al general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, para que revise la “cultura en la ética” de los militares.

El Pentágono dijo que el primer reporte de estas pesquisas tiene fecha límite el primer de diciembre y que Panetta compartirá los resultados con el presidente Barack Obama.

De acuerdo a la directiva, el jefe del Pentágono espera que “los funcionarios de alto nivel y los ejecutivos ejerzan buen juicio en su gestión de recursos y conducta personal”.

El inspector del Departamento de la Defensa investigará el comportamiento “potencialmente inapropiado” de parte del general John Allen, después de que este y Jill Kelley intercambiaron decenas de miles de correos electrónicos por un periodo de tres años.

Oficiales del Pentágono no han contestado si los mansajes tienen un contenido sexual explícito.

Gente cercana a Allen dijeron que él no ha tenido ningún romance con la mujer de 37 años.

Ella y su marido asistían a los oficiales de alto rango de la base de la Fuerza Aérea en Tampa, Florida.

Tal tropiezo significó para el general de la misión en Afganistán perder la nominación que Obama le hizo para ocupar el cargo del comandante de las fuerzas de la OTAN en Europa.

Esto porque el Pentágono pidió al Senado posponer el anuncio hasta que la investigación de los correos de Allen estuviera completa.

Y aunque el jefe de la ocupación en territorio afgano salga bien librado de las acusaciones, muchos dudan que pueda recuperar su trabajo.

De momento, la purga continúa en el corazón de las fuerzas armadas y en la inteligencia de Estados Unidos, a la espera de que nuevos casos salgan a la luz.
(The Washington Post)