Mayo rojo en los mercados

Cuando parecía que los inversionistas habían olvidado las turbulencias vividas en la crisis financiera de los años 2007 y 2008, surgen nuevas dudas de la viabilidad de las economías globales.

Después de trascurrir dos años de negociaciones, estímulos y programas para hacer resurgir el crecimiento y disipar los temores de la crisis global que se originó por la burbuja inmobiliaria y los excesos financieros del 2007, hoy los líderes del mundo se vuelven a cuestionar si las recetas aplicadas tendrán los resultados esperados.

De cotizar a 115 dólares por barril, ayer la mezcla mexicana de petróleo rondaba los 94 dólares. Es decir, ha caído un 20 por ciento desde el punto más alto alcanzado en el año

Cuando parecía que los inversionistas habían olvidado las turbulencias vividas en la crisis financiera de los años 2007 y 2008, surgen nuevas dudas de la viabilidad de las economías globales.

Después de trascurrir dos años de negociaciones, estímulos y programas para hacer resurgir el crecimiento y disipar los temores de la crisis global que se originó por la burbuja inmobiliaria y los excesos financieros del 2007, hoy los líderes del mundo se vuelven a cuestionar si las recetas aplicadas tendrán los resultados esperados.

Ahora la crisis parece tener su epicentro en la vieja Europa y su propuesta de una comunidad unida por una moneda y objetivos afines.

Después de conocer que no todos sus miembros se apegaron a los acuerdos establecidos en el pacto de su unificación, y que los excesos en los gastos han creado déficits en sus finanzas difíciles de corregir, las medidas implementadas en el último año distan mucho de tener los resultados esperados.

Con la lupa puesta en los países con necesidades de liquidez de corto plazo, como Grecia y España, y cuyos planes de austeridad son rechazados por sus respectivas poblaciones, las dudas de su supervivencia como mercado común han puesto de cabeza a los mercados financieros alrededor del mundo.

México no ha salido bien librado en esta turbulencia. Por más que se destacan los buenos resultados en lo económico o los grandes blindajes establecidos en los últimos dos años, pareciera que los inversionistas hicieran caso omiso y nos trataran como otra nación cualquiera.

Nuestro principal producto de exportación y base del gasto gubernamental, el petróleo, ha sufrido una de las caídas más pronunciadas en menor plazo, una disminución del 20 por ciento. 

De traer cotizaciones de 115 dólares por barril de petróleo, ayer un barril de la mezcla mexicana rondaba los 94 dólares, que sin duda representa problemas fiscales para el gobierno federal. 

Además, el estandarte de la bonanza para todos los mexicanos está representado en el tipo de cambio del peso frente al dólar, mismo que al inicio del mes se situaba por debajo de los 13 pesos y ayer lo vimos cerrar por encima de los 14.30.

Ante estas alertas, los representantes del sector económico han dado la cara para explicar la situación y convencernos de que esta volatilidad es de corto plazo y que pronto nuestros indicadores volverán a los niveles que corresponden al desarrollo de nuestras finanzas.

Sin embargo, no hay que olvidar que solo somos parte de un conjunto de opciones de inversión para el dinero sin frontera y que cualquier percepción de riesgo se traduce en una salida de capitales.

En el mercado cambiario de ayer, aun cuando las cifras oficiales de la subasta asignada por el banco central ascendió a 107 millones de dólares, en los pasillos de las casas de cambio se rumora que la intervención rondó una cifra 10 veces superior.

Hacer predicciones está fuera de lugar, y así como las encuestas de la contienda presidencial hacen dudar de quién será el ganador, en materia económica los inversionistas también mandan un mensaje. 

Al menos en el mes que terminó la situación de nuestra economía no es favorable. 

Si lo medimos en números, el riesgo país subió de niveles mínimos en 155 puntos base a más de 200, en tan solo un mes.

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