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Los republicanos y sus ‘amigos’

Cuando se trata de la inestable relación entre los republicanos y los hispanos, se puede pasar muy rápidamente del acercamiento a la indignación.

Una cosa se puede convertir fácilmente en la otra.

Y es probable que veamos nuevamente esa transformación en Tampa, esta semana, en la Convención Nacional Republicana.

Justo cuando el Partido Republicano parecía estar comprendiendo cómo debe moderar sus opiniones sobre la inmigración y dejar de proponer una ley simplista y siniestra tras otra, el partido da una vuelta total y apela a los extremos.

Cuando se trata de la inestable relación entre los republicanos y los hispanos, se puede pasar muy rápidamente del acercamiento a la indignación.

Una cosa se puede convertir fácilmente en la otra.

Y es probable que veamos nuevamente esa transformación en Tampa, esta semana, en la Convención Nacional Republicana.

Justo cuando el Partido Republicano parecía estar comprendiendo cómo debe moderar sus opiniones sobre la inmigración y dejar de proponer una ley simplista y siniestra tras otra, el partido da una vuelta total y apela a los extremos.

Justo cuando uno piensa que los republicanos finalmente han sentado cabeza y aceptado que no se están beneficiando al presentarse como un partido compuesto de blancos angustiados por los cambios demográficos, pierden el control y caen en otro frenesí nativista.

Y justo cuando parece que los republicanos podrían, realmente, tener posibilidades de alcanzar el objetivo declarado por Romney de recibir el apoyo del 38 por ciento de los hispanos —que probablemente sería suficiente para ganar la Casa Blanca— debido a las torpes políticas migratorias del presidente Obama, el partido de Lincoln no aprovecha la debilidad de su adversario y, una vez más, arranca una derrota de las fauces de la victoria.

La marca del Partido Republicano está contaminada en el sudoeste con mexicanos naturalizados y mexicano-americanos nacidos en el país, que representan la mayor parte del voto latino.

Y al virar a la derecha, durante la temporada de las primarias republicanas, Romney empeoró las cosas.

Una reciente encuesta de NBC News/Wall Street Journal/Telemundo halló que sólo el 28 por ciento de los electores latinos apoya a Romney, mientras que el 63 por ciento apoya a Barack Obama.

Durante un tiempo, parecía que Romney podía arreglar las cosas, presidiendo en una convención que ha sido cargada de prominentes conservadores hispanos.

Dirigirán la palabra durante la convención el senador Marco Rubio de Florida, la gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, el candidato al senado de Texas, Ted Cruz y el gobernador de Puerto Rico, Luís Fortuño.

Eso hace que el partido parezca inclusivo.

Pero con los republicanos, siempre es un paso hacia delante y cuatro hacia atrás.

En este caso, los cuatro hacia atrás están representados por tres personas a quienes también se ha conferido un papel importante en la convención —a pesar del hecho de que las tres son personae non gratas en la comunidad latina.

En la galería de proscriptos encontramos a Joe Arpaio, Pete Wilson y Meg Whitman, famosos por sus posturas en contra de los migrantes y por su apoyo a políticas de deportación y a estrictos controles.

En noviembre, los hispanos juzgarán al partido Republicano por sus amigos. Y el resultado no será agradable.

Los incómodos

Joe Arpaio

Shérif del Condado de Maricopa, Arizona, quien dirigirá la palabra a delegados de los estados del oeste en un evento privado durante la convención, ha pasado los últimos años alimentando su insaciable apetito por la atención mediática haciendo redadas de inmigrantes ilegales, pero no de los que los contratan. En este país, la definición de causa probable puede ser dudosa.

Meg Whitman

Ex directora ejecutiva de eBay, que fue candidata a la gobernación de California en 2010  y fracasó,   es parte de la delegación de dicho estado.

Su campaña se derrumbó cuando Nicky Díaz Santillán, inmigrante ilegal, dijo que había trabajado para ella durante casi una década como empleada doméstica y niñera. Whitman negó haber hecho nada malo, de todas formas  la mujer debía ser deportada.

Pete Wilson

Ex gobernador de California, quien dirigirá la delegación del estado, es el abuelo de la política anti-latina.

Acopló su reelección de 1994 a una iniciativa de votación, la Proposición 187, que procuraba denegar educación, servicios sociales y asistencia hospitalaria que no fuera de emergencia a inmigrantes ilegales. Durante la campaña, Wilson lanzó spots televisivos ofensivos para los latinos.

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