Los hijos del estado islámico

Los descendientes de integrantes del grupo terrorista viven con temor a represalias por parte de sus vecinos, milicias e incluso otros niños. Algunos menores sobreviven solos y no pueden regresar a sus casas

Las principales víctimas del Estado Islámico (EI) son los hijos de sus integrantes. Los descendientes de combatientes muertos o presos tienen que sobrevivir por su propia cuenta en Irak o Siria y sufren violencia por el historial de sus padres.

Los países de Occidente prestan atención otra vez al califato islámico a partir del descubrimiento de más de 200 fosas comunes en áreas controladas por la organización y el ataque terrorista en Australia que se adjudicó.

Sin embargo, pocas naciones atienden a los hijos de los miembros del EI que permanecen varados en territorio sirio e iraquí.

Estos niños se encuentran en condiciones precarias y olvidados por sus padres. Viven en orfanatos donde son agredidos por otros niños o sobreviven escondidos del resto de la población.

Algunos de los menores que no tienen familia se quedan en el orfanato de la ciudad iraquí Mosul. Se trata de un albergue del gobierno que el EI usó como un cuartel para soldados adolescentes cuando dominaba la zona.

Los huérfanos de este lugar son hijos de víctimas de la organización paramilitar, pero también descendientes de sus integrantes. Además, en el hospicio hay diecisiete recién nacidos abandonados por sus madres por el estigma que conlleva criar al hijo de un combatiente, suponen los miembros del personal

“Ningún niño es responsable de los actos de sus padres. Todos nuestros niños son víctimas. Todos necesitan nuestro amor”, dijo a The New York Times Iman Salim, una trabajadora social del orfanato.

De acuerdo con un reportaje del diario estadounidense, cuando un niño de 10 años cuyo padre había sido un combatiente del EI llegó al orfanato, había sufrido los mismos traumas que los otros menores. Tenía pesadillas y se sentía triste por la pérdida de sus padres.

El personal trató de mantener en secreto la identidad del padre del menor para evitar conflictos con los otros niños, sin embargo, la información se filtró y otro de los huérfanos lo golpeó. Después los dos pequeños se reconciliaron y ahora juegan juntos.

Hay otros hijos de combatientes que no tienen la suerte de vivir en orfanatos. Según información de agencias, seis menores viven en un pequeño departamento entre extranjeros en Kirkuk, una ciudad en el norte de Irak.

Son oriundos de una aldea a menos de una hora en auto, pero no pueden volver: combatientes chiítas quemaron su casa porque su padre militaba en el Estado Islámico. Además, temen represalias de sus vecinos por el terror sembrado por esa agrupación cuando controló la zona.

Su padre está preso y su madre falleció hace varios años. Sienten tristeza por la muerte de sus seres queridos en la guerra y por los problemas de su familia. Tratan de no llamar la atención porque tienen miedo de que sus vecinos se enteren de sus conexiones con el EI.

Al igual que los niños que viven en Kirkuk, miles de hijos de militantes, muchos de ellos abandonados, son víctimas inocentes de la brutalidad que mostró la organización.

El estigma que los acompaña refleja los tres años de gobierno del EI sobre una parte del norte y el oeste de Irak.

Cuando los musulmanes suníes de la organización terrorista tomaron esos territorios en el 2014, mataron a musulmanes chiítas, kurdos, cristianos, yazidis, musulmanes suníes y a los miembros de la policía o las fuerzas armadas que caían en sus manos

El EI impuso una versión radical de la ley islámica sharía sobre los mismos suníes, matando a muchos que la violaban o a quienes se oponían a su presencia. Algunos iraquíes se unieron el grupo, ya sea por convicción o en busca de beneficios económicos.

Ahora que la organización terrorista ha sido expulsado de casi todos los territorios conquistados, sus víctimas quieren venganza. Los hijos y el resto de familiares de los integrantes de la organización son uno de sus principales objetivos.

Un jefe policial de la provincia de Nineveh dijo a agencias que sabía de al menos 100 viviendas de Mosul que fueron demolidas porque había miembros del grupo armado residiendo allí. Agregó que varias familias vinculadas con el EI fueron asesinadas y les tiraron granadas en sus casas.

Además, miles de iraquíes están presos por sus presuntos lazos con la organización terrorista y no se sabe cuántos militantes de la agrupación murieron en la guerra. También hay miles de menores sin un jefe de familia y, con frecuencia, sin la madre.

No es inusual que otros familiares directos se nieguen a hacerse cargo de los menores que se quedaron solos, de acuerdo con una vocera de una organización que les busca vivienda a estos niños. Sus familiares temen ser mal vistos y sufrir represalias si los ayudan, indicó vocera de forma anónima porque no estaba autorizada a comentar el trabajo de su organización.

La mayoría de los hijos de combatientes de la organización viven con los cientos de miles de personas desplazadas que se encuentran en campamentos de refugiados.

Más de un millar viven con madres encarceladas en centros penitenciarios sobrepoblados o están en centros de detención para juveniles. Unas pocas docenas fueron a parar a orfanatos.

Rescate desde Francia

Ante este tipo de situaciones, Francia quiere repatriar a los hijos de integrantes del EI detenidos en Siria, pero sin sus padres, de acuerdo con el periódico The Telegraph.

Los funcionarios franceses han dicho que decidirán caso por caso cuál de los 150 niños, actualmente en poder de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), será llevado a Francia.

Las autoridades francesas no quieren llevar a su territorio a las madres de los niños. Las mujeres tendrían que aceptar estar separados de sus hijos, la mayoría de los cuales son menores de seis años

A París le preocupa que si los menores se quedan en Siria corran el riesgo de convertirse en militantes del EI.

“Tanto niños (cachorros) como niñas (perlas) han sido sometidos a un proceso intensivo de adoctrinamiento psicológico dentro de territorio del Estado Islámico”, resalta Gina Vale, coautora de un informe para el Centro Internacional de Estudio de la Radicalización (ICSR) sobre mujeres y menores tras la caída del califato.

La especialista agrega que hay casos de menores realizando ataques tanto inspirados como directamente ordenados por la organización terrorista.

Nadim Houry, director de terrorismo y contraterrorismo de la organización Human Rights Watch detalla que los campos de detención del norte de Siria albergan niños de padres extranjeros de 46 nacionalidades distintas; un informe de Unicef indica que se verificaron más de mil casos de niños detenidos en Irak en 2017, acusados de delitos contra la seguridad nacional.

La decisión de Francia presiona a otros países como el Reino Unido a repatriar a los hijos de miembros del grupo terrorista.

Francia no puede sacar a los niños directamente de Siria porque el gobierno de Emmanuel Macron no tiene relaciones diplomáticas con esta nación de Medio Oriente.

Mientras los titulares de los medios hablan de ataques terroristas en Occidente, muchos niños que son hijos de integrantes del Estado Islámico tratan de sobrevivir solos en Irak y Siria.

Fuerzas iraquíes contra niños

Por otra parte, funcionarios, administradores de campamentos y tres organizaciones internacionales han confirmado que a principios de enero de 2018, las fuerzas iraquíes desplazaron por la fuerza a por lo menos 235 familias con presunta vinculación al Estado Islámico, de acuerdo con la organización Human Rights Watch.

Como parte de estas familias, Ahmed y su esposa Lama dijeron a Human Rights Watch el 4 de enero, las fuerzas de la unidad Ali Akbar de las PMF y la novena división del ejército iraquí fueron a su casa para hacerles un breve interrogatorio.

Francia quiere repatriar a los hijos del califato detenidos en Siria, pero sin sus padres

Los oficiales militares los alentaron a dejar a cinco de sus siete hijos en casa, permitiéndoles llevar consigo sólo a los dos más pequeños. A continuación, los llevaron en un autobús a un pueblo cercano para ser examinados, y luego enviaron a Lama y sus dos hijos a Daquq.

Lama y Ahmed tardaron cinco días en encontrar a un pariente que pudiera recoger a sus otros hijos y llevarlos al campo.