Langostas del desierto arrasan con los campos de cultivo de la Península Arábiga y África Oriental

Langostas del desierto, plaga apocalíptica

Langostas del desierto arrasan con los campos de cultivo de la Península Arábiga y África Oriental. Si los insectos no son controlados, las poblaciones más vulnerables podrían enfrentarse a una temporada larga de hambruna y migración

La plaga de langostas que protagoniza relatos en la Biblia, la Ilíada y el Corán traspasó la literatura y hoy es una realidad.

Estos insectos que forman parte de la familia de los saltamontes se multiplicaron luego de las lluvias provocadas por los dos ciclones que se produjeron en 2018 y los ocho de 2019. Ahora, arrasan con los campos de cultivo de diversos países que conforman la Península Arábiga y África Oriental.

Esta plaga es la peor que han enfrentado Etiopía y Somalia en los últimos 25 años y la más grande infestación que sufre Kenia en 70, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Hasta el momento, Etiopía, Kenia, Somalia, Yibuti, Eritrea, Sudán del Sur, Uganda y Tanzania son los países que han resultado más afectados por la llegada de estos insectos.

Ante la magnitud del problema, la FAO calificó a la plaga de langostas del desierto como de “proporciones bíblicas” y aseguró que la escalada que ha tenido en los últimos días “no tiene precedentes” para la forma en que se vive en la actualidad.

En un comunicado, el director de dicha organización, Qu Dongyu; el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock; y el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, coincidieron en que las langostas invaden países que sufren otros grandes conflictos como los brotes de ébola y sarampión, altos niveles de desplazamiento e inseguridad alimentaria crónica.

Vladimir de Jesús Bonilla, investigador posdoctoral en el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenta que la cantidad de langostas del desierto creció después de que la temporada de ciclones del Océano Índico fue más fuerte en 2019 de lo habitual.

Los fuertes vientos y las elevadas temperaturas propiciaron mayor humedad en los suelos, lo que le dio a las langostas el ambiente ideal para poner sus huevos.

El especialista argumenta que el cambio climático y las fuertes oleadas de calor que se han suscitado en los últimos meses fueron otros de los factores que influyeron en la expansión de esta plaga.

Una de las características de las langostas es que arrasan con las plantas que encuentran a su paso y eso afecta a muchos cultivos de importancia económica
Vladimir de Jesús BonillaInvestigador en el Instituto de Biología de la UNAM

“La situación se agrava al tomar en cuenta que pueden desplazarse hasta 150 kilómetros por día, velocidad que compromete la seguridad alimentaria y el forrajeo de ganado en todas las regiones que han sido invadidas”, detalla el biólogo.

Por su parte, el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, explicó de esta manera la magnitud de la tragedia:

“Una nube promedio de langostas de un kilómetro cuadrado, es decir de 40 a 80 millones de langostas, puede consumir en un solo día alimentos suficientes para alimentar a 35 mil personas al día”.

Lowcock estima que un enjambre en el noreste de Kenia tiene un tamaño de hasta dos mil 400 kilómetros cuadrados, lo que significa que habría entre cien y doscientos mil millones de langostas en él, y que estarían devorando el alimento de 84 millones de personas en un día.

Medidas urgentes contra plaga de langostas

Según la ONU, de no controlar la plaga, con las lluvias adicionales que se esperan, la magnitud del brote podría crecer hasta 500 veces en junio.

Para evitar esta situación, la FAO pidió 76 millones de dólares a finales de enero, sin embargo, la organización informó que los recursos estaban llegando de forma lenta, pues hasta ahora sólo han recibido 33 millones.

No obstante, luego de que el organismo diera a conocer que no habían recibido los recursos suficientes, la Unión Europea destinó ayer 11 millones de euros a esta causa. De la Dirección General de Cooperación Internacional y Desarrollo (DEVCO) de la Comisión Europea provienen 10 millones de euros, mientras que de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO), un millón.

El monto inicial que obtuvo la FAO se ha utilizado para el control de la propagación de la langosta del desierto, protección de los cultivos, apoyo a las comunidades afectadas y para tareas de coordinación, que incluyen el despliegue de expertos altamente cualificados sobre la plaga.

Por otro lado, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) estimó que el costo de responder al impacto de las langostas en la seguridad alimentaria, ahora es hasta 15 veces mayor que lo que se pudo haber gastado en prevención.

“La FAO necesita este dinero de manera urgente para ayudar a los gobiernos a controlar estas plagas devastadoras, especialmente en los próximos cuatro meses”, aseveró António Guterres, secretario general de Naciones Unidas.

Difícil de erradicar

La langosta del desierto (schistocerca gregaria) es una especie de ortóptero celífero que se caracteriza por su habilidad de enjambrar y realizar migraciones a grandes distancias.

Cada hembra puede poner en promedio 80 huevos y tienen de dos a cinco generaciones por año.

En determinadas condiciones de sequía, seguido de un rápido crecimiento de la vegetación, la serotonina en los cerebros de estas langostas desencadena un conjunto dramático de cambios, entre los cuales está una reproducción abundante que las vuelve gregarias y nómadas.

Durante los periodos de quietud, llamados recesiones, la langosta se confina en un escudo de dieciséis millones de kilómetros cuadrados que se extiende al país de Mauritania, atraviesa el desierto del Sahara en el África del norte, la Península Arábiga e India en el noreste.

Cuando los enjambres se reproducen sin control llegan a invadir tan al norte como España y Rusia, tan al sur como Nigeria y Kenia, el este de la India y el sudoeste de Asia, según el estudio Environmental Assessments for Emergency Pest Management of Locusts, Armyworms, and Rodents in Africa: PEA and SEAs.

Carmen de Mendizabal, bióloga ambiental de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Lerma, comenta que para contrarrestar esta plaga existen diversas formas de control, entre las cuales destacan los pesticidas biorreguladores, biopesticidas microbianos, hongos y control biológico que consiste en introducir una especie depredadora o tóxica para disminuir la población de langostas.

Sin embargo, argumenta que con este tipo de controles se producirían otras consecuencias. Si se utilizan biopesticidas se contamina el suelo y el agua, lo que podría generar muchos problemas en otras especies e incluso matar a las que estén en peligro de extinción.

“El control por parte de la FAO y otros organismos debe calcularse muy bien ya que es un proceso de erradicación muy complicado. Se debe tomar en cuenta que las medidas deben ser diferentes para cada zona, no pasa lo mismo en Egipto que en Kenia, pues sus ecosistemas son diferentes”.

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