Las voces de las migrantes o refugiadas suelen estar ausentes de las políticas destinadas a protegerlas y darles asistencia. Foto: Especial

La Morada, un espacio creativo para las mujeres refugiadas en Ciudad de México

A través de La Morada, Tere Gómez y sus colaboradores ofrecen talleres de bolsería a mujeres refugiadas y locales de escasos recursos con el objetivo de que puedan autoemplearse o conseguir trabajos en el país y así puedan mejorar sus condiciones actuales

La alcaldía Benito Juárez, en Ciudad de México, resguarda un lugar en pro y para las mujeres refugiadas y locales de escasos recursos, donde además de hacerlas sentir bienvenidas, las ayudan a aumentar sus habilidades manuales.

La Morada fue fundada por Tere Gómez antes del inicio de la pandemia con el objetivo de ofrecer a las mujeres más necesitadas diferentes actividades para autoemplearse o buscar un trabajo que las favorezca económicamente.

Hoy en día, uno de sus principales talleres es el de bolsería, donde las mujeres aprenden a coser y a transformar una ropa usada en una bolsa o mochila, valorando a su vez el cuidado del planeta.

“Si bien no podemos abarcar todo, como la alimentación o darles un techo, cuando creamos La Morada pensamos: ‘Centrémonos en actividades hacia las mujeres y por las mujeres donde ellas además puedan fortalecer su convivencia y beneficiarse la una de la otra con sus experiencias a través de pláticas sobre cómo resuelven cualquier condición cotidiana”, comparte en entrevista Tere Gómez.

Desde su perspectiva, son las mujeres refugiadas quienes están en mucha mayor vulnerabilidad a diferencia de otro tipo de poblaciones.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a pesar de que en una crisis las mujeres son las primeras en reaccionar en favor de sus comunidades, las voces de las migrantes o refugiadas suelen estar ausentes de las políticas destinadas a protegerlas y darles asistencia.

Es por ese tipo de circunstancias que espacios como La Morada fueron creados, para darles a las mujeres una nueva oportunidad de vida en el país al que migraron.

En el segundo trimestre de 2022, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registró que de las 131 mil nuevas personas que solicitaron asilo en México, 41 por ciento eran mujeres.

Según la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (COMAR), de los estados donde más mujeres y niñas refugiadas se encontraron en 2021, fue Tapachula, Chiapas, con 30 mil 310, y Ciudad de México con seis mil 32.

Tere Gómez comparte que en su último taller de bolsería recibieron a siete mujeres refugiadas, de las cuales sólo dos terminaron el curso.

La mayoría de las mujeres que llegan a La Morada son procedentes de Centroamérica, Sudamérica y el Caribe. La minoría son originarias de naciones de África, Europa y Estados Unidos.

“La mayoría son de condición socioeconómica baja o muy baja, con pocas posibilidades de hacerse de un empleo o reconocer, por cuestiones de autoestima o de haber vivido un estrés postraumático, que tienen derechos”, asegura Gómez.

De igual manera, a los talleres llegan personas que aunque estudiaron una carrera profesional en su país de origen, se vieron forzadas a dejar su nación por diferentes circunstancias y ahora en México buscan empezar de nuevo.

También hay mujeres originarias de otros países, pero con padres mexicanos, que buscaron refugio en México al tener problemas sociales en su tierra natal, las cuales representan el uno por ciento de las participantes del taller.

De acuerdo con Tere, en La Morada no hacen evaluación de la situación de las mujeres que reciben ni tienen un procedimiento específico para valorar cada caso, sino que desde otras organizaciones les canalizan a las participantes.

“Si eres persona refugiada, a través de cualquier organización que trabaja con refugiados puedes contactarnos, puede ser desde la ACNUR, el Programa Casa Refugiados o Sin Fronteras”, puntualiza Gómez.

Además, añade que el tener esa colaboración con otras organizaciones les ayuda en caso de que alguna de las mujeres sufra un accidente, ya que llaman a las ONG para solicitar sus datos.

El origen de la Morada

Antes de fundar La Morada, Tere Gómez era colaboradora del Programa Casa Refugiados, un espacio donde se brinda apoyo de integración a refugiados.

En una ocasión hubo oportunidad de brindar un taller para la elaboración de chocolates, pero no tenían el espacio para darlo. Al final, encontraron una casa particular para comenzar.

Ante esa experiencia, tanto Tere como algunos de sus colaboradores se quedaron con la espina de que no había suficientes espacios para las organizaciones que ofrecen actividades de formación en general.

“Con esa inquietud pensamos que sería bueno conseguir un lugar donde se pudieran facilitar espacios para las organizaciones con esa finalidad. De esa manera conseguimos este sitio.

“En un inicio ofrecíamos talleres como Transformación de Conflictos y además le dábamos ropa a las mujeres refugiadas que la necesitaran. Llegó la pandemia y enviamos la ropa por paquetería esperando que les gustara y fuera de su medida”, comparte Tere.

A la fecha, La Morada sigue dando ropa a mujeres refugiadas a la par de su taller de bolsería, del cual en dos semanas esperan su segunda edición con la llegada de más mujeres.

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