La huelga obrera sigue viva

Trabajadores de todo el mundo realizan paros laborales en la actualidad, pero especialistas consideran que sólo serán capaces de generar cambios sociales cuando desarrollen una nueva ideología y se alejen de las estructuras sindicales

Un nuevo ciclo de huelgas obreras estuvo presente en distintas partes del mundo en 2018 y los primeros meses de 2019. Millones de trabajadores de diferentes países recurrieron a esta forma de protesta para exigir mejores condiciones laborales y cambios en las políticas económicas de sus gobiernos. Estos acontecimientos demuestran que la huelga general sigue viva y que en algunas ocasiones puede transformar realidades.

Empleados paralizaron empresas en la India y Zimbabue. Profesores realizaron huelgas en Los Ángeles, Estados Unidos, y obreros protagonizaron protestas masivas en las maquiladoras de Matamoros, México.

Los casos de estos países no son aislados. Las huelgas generales aumentaron en los últimos años. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, se registraron 4 mil 650 huelgas y cierres patronales a nivel mundial en 2010. El organismo internacional muestra un aumento con 6 mil 530 actos políticos de este tipo en 2017.

“Lo que se pide fundamentalmente en los diferentes países es tratar de impulsar transformaciones tanto para los derechos de los obreros como reformas políticas, sociales y económicas”, explica Ramsés Sánchez Soberano, profesor e investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle

Los actos con los que se buscan garantizar derechos laborales también estuvieron presentes los últimos meses en todos los continentes. En la India, la federación All India Trade Union Congress (AITUC), convocó el 14 de enero pasado a una huelga general en la que participaron casi 200 millones de personas.

Las exigencias de los trabajadores eran cambios en las políticas económicas del primer ministro hindú Narendra Modi, aumento del salario mínimo, seguridad social universal, poner fin a los contratos temporales, acabar con la privatización del sector público, bajar el precio de alimentos básicos, cumplimiento de las leyes laborales, entre otras.

Las manifestaciones de los obreros también estuvieron presentes en África. Los principales sindicatos de Zimbabue convocaron a una huelga general en protesta por la inflación y por el aumento en los precios de los combustibles que se duplicaron de un día para otro. Los trabajadores pararon el 14 de enero y la respuesta del presidente Emmerson Mnangagwa fue la represión generalizada que dejó ocho muertos, decenas de heridos y al menos 200 detenidos.

En Estados Unidos, los trabajadores de distintos distritos escolares también realizaron paros laborales. En ese contexto se dio la huelga de 33 mil docentes de Los Ángeles que duraron una semana en paro a partir del 15 de enero en exigencia de aumento salarial y mayor inversión en el sistema educativo.

México no se quedó atrás. Miles de trabajadores de 45 empresas maquiladoras de Matamoros convocaron a una huelga numerosa. Algunos medios de comunicación locales informaron que estos paros estuvieron integrados por más de 30 mil empleados que trabajaban en la ciudad fronteriza.

La titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, afirmó la semana pasada que 20 empresas continúan con huelgas en Matamoros: 13 compañías con paros parciales y siete con permanentes.

Sánchez Soberano comenta que se realizan huelgas en países tan distintos como México, Estados Unidos y la India porque en todos se aplica el neoliberalismo como sistema económico y una de las grandes características de éste es su capacidad de adaptación a cualquier tipo de sociedad.

Lejos de una revolución social

El profesor advierte que pocas veces las huelgas cambian paradigmas, es decir, es raro que se conviertan en revoluciones sociales. Esto se debe en parte a que los sindicatos que organizan los paros están más interesados en agenciar poder político que defender los derechos de los trabajadores y lograr transformaciones profundas en los sistemas laborales.

“El líder del sindicato se enfoca en obtener la fuerza política que logra aquí en México como parte del denominado charrismo sindical. Se convierte en un buscador de fuerza política y olvida las necesidades del grupo de obreros al que representa”, menciona Sánchez Soberano.

Ante esta situación, el profesor de la Universidad La Salle opina que los obreros sólo podrán lograr grandes cambios mediante las huelgas cuando se alejen del sistema burocrático sindical y cuestionen la raíz de sus problemas laborales.

“Una huelga puede ser capaz de transformar paradigmas. Pero si las huelgas se siguen realizando por medio del sistema burocrático sindical no se lograrán muchas cosas”, comenta el investigador.

Cambios significativos

Sánchez Soberano añade que las revoluciones sociales a partir de las huelgas sólo serán posibles si los trabajadores atienden dos frentes: la creación de un nuevo pensamiento que no esté previamente codificado por el gobierno y que la acción que surja de ese pensamiento sea capaz de inventar una nueva realidad para el trabajador.

“Si seguimos pensando que el trabajador dentro de la cadena de producción de ideas y objetos es el eslabón más bajo no se podrán hacer cambios profundos porque conservamos la ideología dictada por los poderes hegemónicos y capitalistas”
Ramsés Sánchez SoberanoInvestigador de la Universidad La Salle

Aunque no logran grandes transformaciones en las sociedades, las huelgas generales aún son la gran herramienta de las luchas obreras en el mundo. La prueba son los paros de los últimos meses.

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