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La guerra le duró 30 años

La Segunda Guerra Mundial terminó en 1974, al menos para Hiroo Onoda. El japonés se alistó cuando tenía 20 años, fue instruido como oficial de Inteligencia y en diciembre de 1944, un año antes de que realmente se acabara la guerra, fue enviado a la isla de Lubang, en las Filipinas. 

El soldado nipón, quien se fue con la orden de hacer todo lo posible para impedir su caída en manos del enemigo, falleció en Tokio el pasado 17 de enero a sus 91 años. 

La Segunda Guerra Mundial terminó en 1974, al menos para Hiroo Onoda. El japonés se alistó cuando tenía 20 años, fue instruido como oficial de Inteligencia y en diciembre de 1944, un año antes de que realmente se acabara la guerra, fue enviado a la isla de Lubang, en las Filipinas. 

El soldado nipón, quien se fue con la orden de hacer todo lo posible para impedir su caída en manos del enemigo, falleció en Tokio el pasado 17 de enero a sus 91 años. 

Hoy, deja un legado de lealtad a su país. “Era un oficial y recibí una orden, si no la hubiera cumplido me habría avergonzado”, explicó Onoda en una entrevista a ABC en 2010. 

Mientras permanecía en la selva, se alimentaba de plátanos hervidos, cocos y eventualmente algunas vacas que mataba. Y aunque leía sobre la rendición japonesa, siempre concluía que eran falsedades de la propaganda enemiga. 

Al principio estaba acompañado de tres compañeros, pero en 1972 Hiroo Onoda se quedó solo. 

“Había sido declarado muerto en 1959. En febrero de 1974, el teniente tuvo un sorprendente encuentro: se topó con un viajero japonés que tenía en su agenda encontrarlo a él, un panda y al yeti, por este orden. Onoda le dijo que no se rendiría hasta que se lo ordenara su oficial superior.

“Así que el Gobierno japonés localizó al mayor Taniguchi y lo envió a Lubang donde, el 9 de marzo de 1974, Onoda por fin se rindió, deponiendo su espada y su rifle de cerrojo Arisaka, el arma estándar del ejército japonés, que conservaba en perfecto estado de revista”, informó El País el pasado 17 de enero. 

En Japón, fue recibido como un héroe y con un gran cheque de pagas acumuladas. Pero no se encontró cómodo por lo que se retiró a Brasil a dedicarse a la cría de ganado. 

“Posteriormente regresó a su país y montó unas escuelas de la naturaleza para jóvenes. Tenía experiencia, sin duda: su estancia en Lubang constituye un ejemplo de primera de técnicas de supervivencia”, añadió El País. 

No fue el único

Yoshio Yamakawa y Tsuzuki Nakauchi, por huir del enemigo estadounidense, permanecieron en las montañas de las Filipinas hasta sus 80 años. 

Fueron hallados en 2005, 60 años después de permanecer en la isla de Mindanao. 

Y aunque la historia de estos dos soldados se puso en tela de juicio, lo cierto es que la guerra continúa reflejando sus consecuencias, para muchos no ha dejado de hacerlo desde 1945.