Un éxito contra todo pronóstico

20 de Oct, 2016

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Hace un año, los liberales de Justin Trudeau alcanzaron una victoria notable, que contra todo pronóstico ha sido mucho mayor de la que se hubiera predicho cuando la campaña electoral comenzó. 

 

En tiempos que engendran “políticos” como Donald Trump o desenlaces como el Brexit, el Primer Ministro canadiense es aclamado en el extranjero como un contraste de crecimiento inclusivo, promoción de la diversidad, libre comercio e internacionalismo. 

 

¿Qué hizo que desde las redes sociales hasta los grandes líderes del mundo estén fascinados con el 

joven Primer Ministro? ¿Cómo lo hizo y hacia dónde se dirige?

 

Primero, una buena cantidad de factores influyeron en ese triunfo, sin mencionar el gran carisma y personalidad del líder del propio partido. 

 

Pero como factor principal, sin duda, estuvo la voluntad de los liberales por romper con la ortodoxia económica y capturar el estado de ánimo del momento.

 

También el plan de Trudeau de retirar a los combatientes aéreos de los ataques sobre el Estado Islámico, lo que supuso un desafío para las relaciones con sus aliados. 

 

Y que, sumado a los ataques terroristas en París, pudieron haber sacudido su decisión de reubicar a los 31 mil refugiados sirios. Pero su primer acto de brillantez fue recibirlos en el aeropuerto en diciembre de 2015 con abrigos y sombreros. 

 

Y aunque algunas encuestas sugieren que hubo una reacción pública contra esta inmigración, lo cierto es que Canadá necesitará todavía de más recién llegados para sostener el crecimiento en el futuro y llenar sus propios huecos de natalidad. 

 

Incluso, un estudio reciente encuentra que tendrán que plantear objetivos anuales de inmigración de alrededor de los 400 mil inmigrantes sólo para mantener la fuerza laboral y las tasas de crecimiento hacia arriba. 

 

Reconocimiento internacional 

 

Desde su elección el pasado 19 de octubre de 2015, el hijo del ex Primer Ministro Pierre Elliott Trudeau, una de las figuras políticas más importantes del siglo 20 en Canadá, fue propulsado al poder promoviéndose como la nueva alternativa para un país dividido y adormecido por la década de divisiones políticas del conservadurismo de Stephen Harper.

 

Así, Justin Trudeau proclamó “el regreso de Canadá” en la escena internacional y la reactivación del multilateralismo tradicional, abandonado por su antecesor.

 

¿Cuál es la receta?

 

Trudeau ha demostrado, en menos de un año, ser más resistente de lo que nadie esperaba. 

 

En el plano interno, en nombre de la defensa de los intereses de la clase media, y como promesa central de su campaña, condujo al estímulo fiscal para impulsar una economía pausada, e incluso ampliar el déficit fiscal.

 

El Primer Ministro de 44 años, al frente de la décima potencia mundial, concluye su primer año de gestión con el 65 por ciento de aprobación.  

 

Demostrando un admirable liderazgo cuando anunció que impondría un precio mínimo nacional en el carbono a partir del año 2018, a pesar de que algunas provincias se opusieron fervientemente.

 

También dio pasos rumbo a una reconciliación con las poblaciones indígenas, víctimas de una histórica exclusión.

 

Así como su decisiva defensa de los derechos individuales, incluidos los de la comunidad LGBT.

 

El día de su toma de posesión lanzó el famoso “Because it’s 2015”, respuesta que dio cuando un periodista cuestionó la variedad de su gabinete, cuyo personal eligió personalmente con un notable equilibrio racial y de género. 

 

Pero estos gestos no son gratuitos, por el contrario, están cuidadosamente planeados. 

 

Consciente de que la mayoría de las personas no conectan con la política, sino con los símbolos -que representan algo, como equidad de género, inclusión y multiculturalismo-   Trudeau se posiciona como un instrumento de influencia.

 

La agenda pendiente

 

No todo ha sido una luna de miel. A un año de gobierno, el descontento de las comunidades indígenas crece ante la inacción de Trudeau sobre sus derechos.

 

Muchos se mostraron escépticos cuando el Primer Ministro prometió desarrollar una nueva relación de “nación a nación” con las poblaciones indígenas de Canadá. 

 

Ahora, a más de un año después de que los liberales ganaran las federales, y después de centrar su campaña en prometer reformas legislativas destinadas a reconocer y respetar los derechos de título de aborigen, la falta de progreso en ese campo está gestando frustración. 

 

Y el optimismo – generado por la promesa de Trudeau por hacer frente a los derechos aborígenes como una “obligación sagrada” – se convierte poco a poco en ira por ser incapaz de avanzar en áreas concretas, como la mejora del agua, la vivienda y la educación en las reservas.

 

Medioambiente

 

El gobierno de Justin Trudeau ratificó la COP21, cuyo objetivo es contener el calentamiento global por debajo de los 2° C, justo después de decidir el impuesto progresivo sobre el carbono. 

 

Contra el Estado Islámico

 

Triplicó el contingente de fuerzas especiales en Irak de 70 a unos 200, apoyados por cuatro helicópteros tácticos; también financió un hospital de campaña en el Kurdistán iraquí y ha aumentado la ayuda humanitaria a la región.

 

Refugiados 

 

Trudeau se había comprometido a acoger a 25 mil refugiados sirios. Se creó un puente aéreo para encaminar a estos refugiados, contribuyendo a la cifra de inmigrantes admitidos entre julio 2015 y junio 2016: 320 mil personas.

 

Población indígena 

 

Las llamadas Primeras Naciones representan el 4.3 por ciento de la población canadiense, pero viven en condiciones precarias. Planea inyectar 8.4 mil millones de dólares en cinco años para satisfacer sus necesidades educativas y de vivienda.

 

Igualdad

 

Constituyó un gobierno que incluye la misma cantidad de hombres que de mujeres. 

 

Un proyecto de ley fue presentado para reconocer los derechos de las personas trans. Canadá se 

compromete a la equidad salarial en el servicio público.

 

Cannabis 

 

Busca legalizar el consumo de la mariguana, que acepta haber consumido. Un grupo de expertos presentará un marco legislativo y regulatorio para su consumo y comercio, que se concretaría en el 2017. Sería el primer país del G7 en hacerlo.