Armenia y Azerbaiyán han recrudecido sus enfrentamientos bélicos

Guerra en el Cáucaso Sur, Armenia y Azerbaiyán

Armenia y Azerbaiyán han recrudecido sus enfrentamientos bélicos en los últimos años por el control de la región de Nagorno-Karabaj, choques que no han parado en casi tres décadas

El Cáucaso sur está en alerta. Armenia y Azerbaiyán mantienen enfrentamientos bélicos en la región Nagorno-Karabaj, los cuales iniciaron el fin de semana y han dejado decenas de civiles y soldados muertos y cientos de heridos.

Los países se culpan el uno al otro de iniciar con los choques en la frontera, situación que ha creado tensión internacional dado que esa zona es un corredor de gasoductos que transportan gas natural desde el mar Caspio hasta los mercados internacionales

Aunque reconocida por la ONU, la frontera permanece sin marcar y los soldados de ambos países están atrincherados en posiciones en ambos lados. Más de 150 mil personas viven en la franja que comparten las naciones, con 26 aldeas armenias y 84 azerbaiyanas a 10 kilómetros de la frontera, de acuerdo con datos del International Crisis Group (ICG, por sus siglas en ingles).

Por ahora, los choques entre las fuerzas militares de ambos países no han cesado desde el fin de semana y los gobiernos muestran poca voluntad de ondear la bandera blanca, en tanto medios internacionales califican los enfrentamientos armados como la peor escalada de violencia desde la llamada Guerra de los Cuatro Días, que se registró en abril de 2016.

Norma Soto Castañeda, internacionalista y docente de la Universidad La Salle, considera que las agresiones entre los países están lejos de ceder, incluso podrían endurecerse en los próximos días por lo que será necesaria la intervención de organismos internacionales, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.

“El conflicto bélico se va a prolongar. La violencia ha ido en aumento porque no hay un acuerdo permanente que permita la paz. Armenia dice que está en derecho de hacer un contraataque y no tiene intención de detenerse, de lo contrario no habría aplicado la Ley Marcial, que le permite hacer reclutamientos masivos para el ejército”, declara la especialista.

Hasta ahora no existe un balance claro sobre los enfrentamientos. Armenia se ha limitado a informar sobre la muerte de seis civiles y una veintena de heridos. En tanto, el ministro de Defensa, David Tonoya, declaró que hubo un ataque sobre asentamientos civiles en Nagorno Karabaj, incluida la capital, Stepanakert.

Sin embargo, el reporte que ha generado mayor expectativa sobre la posible escalada de los enfrentamientos se registró después de que Tonoya informara que Turquía, en alianza con Azerbaiyán, derribó su avión Su-25, información que ha sido desmentida por las autoridades turcas.

Por su parte, los separatistas de Nagorno Karabaj, que también se mantienen en armas, informaron que 16 de sus soldados murieron y contabilizan al menos 100 heridos. En tanto, Azerbaiyán, que también declaró una Ley Marcial, cerró sus aeropuertos a los vuelos civiles. A esto se suma su reporte sobre la muerte de 59 militares y dos civiles, además de 200 soldados heridos.

“Para ambos lados, el costo potencial en vidas y propiedades de la violencia es mayor a lo largo de la frontera que en otras áreas. Ninguno de los bandos tiene una clara ventaja militar en la zona fronteriza. Las posiciones militares y las trincheras de primera línea están tan cerca en lugares que los residentes pueden gritar a los soldados del otro lado”, dice el ICG en el reporte “Prevención de una cosecha sangrienta en la frontera estatal entre Armenia y Azerbaiyán”.

Armenia y Azerbaiyán, viejos enemigos

El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán es uno de los más antiguos del mundo. Esta guerra comenzó en 1991, tras la separación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que llevó a la independencia de ambos países. Entonces Nagorno-Karabaj pasó a manos de Azerbaiyán, aunque su población es en mayoría armenia.

No obstante, la población de Nagorno-Karabaj solicitó su incorporación a Armenia en un referéndum rechazado por Azerbaiyán, situación que dio origen al conflicto armado entre los países, que buscan el control de la región. Esos enfrentamientos terminaron con la firma de un acuerdo de paz en 1994, el cual no ha sido respetado por los gobiernos en su totalidad.

Fue en ese año cuando los armenios que habitan en Nagorno Karabaj crearon un Estado independiente de facto, es decir que no tiene un reconocimiento jurídico por parte del gobierno azerí, situación que los llevó a tomar las armas.

Desde entonces los esfuerzos de mediación internacional se han centrado en desactivar la pelea por Nagorno-Karabaj, que pertenece Azerbaiyán, país que apela al derecho internacional para conservar el territorio. Sin embargo, para el ICG, estas negociaciones han ignorado el peligro al que se enfrentan los miles de civiles que habitan en la frontera.

Rusia exigió un alto el fuego inmediato en la zona y el inicio de un diálogo para estabilizar la situación

Por ahora, la tensión de la comunidad internacional responde a la posibilidad de que el conflicto bélico se extienda ante la injerencia de Turquía y su respaldo a Azerbaiyán, pero sobre todo, ante las crecientes especulaciones respecto a la intervención del presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Rusia es vista tradicionalmente como aliado de Armenia, sin embargo, durante los enfrentamientos bélicos exigió un alto el fuego inmediato y el inicio de un diálogo para estabilizar la situación, por lo que Norma Soto Castañeda estima que podría tener un importante papel de mediador y pacificador.

La especialista añade que es probable que el gobierno azerí ceda ante la propuesta de un control compartido para no perder los beneficios económicos que ofrecen los gasoductos que se encuentran en el territorio de Nagorno-Karabaj, cuyo control deberá delimitarse con una negociación entre los implicados.

“Rusia va a intervenir como mediador porque Armenia no va a ceder y Azerbaiyán se apega al derecho internacional. Rusia puede ayudar a que se llegue a un acuerdo en donde todas las partes resulten económicamente beneficiadas”, puntualiza la internacionalista de la Universidad La Salle.

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