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¿Fin del sueño brasileiro?

Un año atrás Brasil aparecía en el escenario mundial como el país de moda: había resistido los embates de la crisis global con pocos daños, su economía crecía, había pleno empleo y se preparaba para organizar el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

Pero una ola de protestas desatadas en Sao Paulo por un pequeño aumento en el valor del pasaje de autobús sacó al gigante sudamericano de su ensueño y puso de relieve la profunda insatisfacción de la sociedad con el rumbo del país.

"Nada de lo que ocurre es aleatorio, (...) El año entrante tendremos el Mundial de fútbol y elecciones, las manifestaciones de insatisfacción van a ser recurrentes”
Nelson GoncalvesProfesor de seguridad pública 
de la Universidad Católica de Brasilia
Unas 170 mil personas se verán desplazadas por obras ligadas a las competiciones según los Comités Populares de la Copa
Al menos 250 mil personas en 12 ciudades salieron a las calles sin líderes identificables pero unidas por la insatisfacción
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Un año atrás Brasil aparecía en el escenario mundial como el país de moda: había resistido los embates de la crisis global con pocos daños, su economía crecía, había pleno empleo y se preparaba para organizar el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

Pero una ola de protestas desatadas en Sao Paulo por un pequeño aumento en el valor del pasaje de autobús sacó al gigante sudamericano de su ensueño y puso de relieve la profunda insatisfacción de la sociedad con el rumbo del país.

El mensaje le llegó de manera alta y sonora a la presidenta Dilma Rousseff el sábado durante la apertura de la Copa de las Confederaciones en Brasilia, cuando una multitud de entre las 67 mil personas en el estadio la abuchearon.

El lunes, las manifestaciones alcanzaron su punto culminante cuando unas250 mil personas en 12 ciudades salieron a las calles sin líderes identificables ni agenda pero unidas por un sentimiento de insatisfacción.

La presidenta Dilma Rousseff, quien en su juventud militó en un movimiento guerrillero que combatió a la dictadura, defendió las marchas y aseguró que su gobierno escucha las voces disonantes.

La mayoría de las marchas fueron pacíficas, aunque hubobrotes de violencia en algunas ciudades. Fue el mayor movimiento de protestas en el país desde 1992, cuando el pueblo salió a la calle a pedir la destitución del presidente Fernando Collor por corrupción.

“El clima de insatisfacción en el país es muy grande, no se producen 12 manifestaciones simultáneas en un país a no ser que exista un catalizador”, comentó a AP el analista político Alexandre Barros.

A su juicio, hay una expectativa de ascenso social que se ha visto frustrada después de una década en la que 40 millones de personas salieron de la pobreza y emergieron a la clase media pero que ahora encuentran dificultades para sustentar sus aumentos de consumo debido a un escaso crecimiento económico, que en 2012 alcanzó 0.9 por ciento, y una inflación superior a la esperada.

El precio del transporte: la punta del iceberg

La chispa que desató el movimiento fue un aumento de 10 centavos de dólar en el pasaje de autobús en Sao Paulo pero que se propagó al resto del país por diversos motivos, incluyendo reclamos por la mala calidad de la educación y de la salud pública, entre otras cosas.

No obstante, la cuestión del aumento en 20 centavos de real en el boleto del transporte público tampoco es baladí. 

Como señaló ayer Juan Luis Berterretche en el portal Rebelión en un artículo titulado “Golpe de timón… a la derecha”, aunque ese incremento pueda parecer insignificante para algunas personas, para aquellas que reciben un salario mínimo (755 reales en Sao Paulo) y utilizan un omnibus y un metro para desplazarse a su trabajo, el gasto del transporte al final del mes sera de 200 reales, lo que supone algo más del 26 por ciento del total de su ingreso. “Y eso, por un servicio pésimo en omnibus repletos”, matiza.

Pero Berterretche explica también que es el deterioro de la economía de los más pobres lo que explica la reacción popular multitudinaria que se desató con las protestas por el aumento del precio del transporte.

Y es que, dice, a pesar de la expansión de una nueva clase media en Brasil a la que apela el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), “la realidad es otra, hay algunas encuestas que se ignoran y que son demostrativas de que el proyecto productivo de los gobierno del PT sigue acrecentando la desigualdad”.

Según datos del Instituto Brasileiro de Geografía e Estadística (IBGE), en 2010 el 10 por ciento de los trabajadores mejor remunerados se quedaron con el 45.3 por ciento de todos ls rendimientos mientras el 10 por ciento de los peor remunerados recibía 1.3 por ciento de todos los ingresos del país.

Contra el súper negocio del fútbol

En Brasilia, las protestas del viernes y del sábado rechazaron el alto costo de los preparativos para la Copa de las Confederaciones que se realiza en el país sin que el ciudadano común tenga acceso a los partidos por el alto valor de las entradas.

“Hace mucho que los brasileños no dejamos nuestra zona de comodidad para decirle a nuestros gobernantes que no estamos contentos con la forma en que están las cosas. Pagamos muchos impuestos y a cambio tenemos servicios malos, hospitales malos, educación pésima y el transporte público es un horror”, dijo la funcionaria pública Maria do Carmo Freitas el martes en Brasilia.

Un día antes, 10 mil personas se congregaron a protestar frente a la sede del Congreso en Brasilia, con algunos centenares que subieron al techo del principal edificio legislativo en una protesta mayormente pacífica en la que la policía se mantuvo al margen, controlando al grupo pero sin intervenir.

“Nada de lo que ocurre es aleatorio, existe organización y aspectos políticos envueltos en este proceso. El año entrante tendremos el Mundial de fútbol y elecciones, las manifestaciones de insatisfacción van a ser recurrentes”, anticipó Nelson Goncalves, profesor de seguridad pública de la Universidad Católica de Brasilia.

Como explica José Manuel Rambla en su artículo “Macroeventos deportivos: nueva forma de control social y territorial en Brasil”, publicado en el medio digital Otramérica, que se concentra en Latinoamérica y el Caribe, “Pobres y ‘torcedores’  (aficionados) se convierten en las grandes víctimas de los preparativos del Mundial y las Olimpiadas en Brasil. Los desplazamientos forzados, la militarización y criminalización de la pobreza y la conversión del aficionado en consumidor de élite son los efectos visibles del ‘milagro’ deportivo brasileiro.”

Uno de los detalles que da Rambla sobre los “daños colaterales” de estos eventos es que, según los Comités Populares de la Copa y según estimaciones conservadoras, unas 170 mil personas se verán desplazadas de sus casas por obras ligadas a las competiciones.
(Con información de AP)

Encuestas a la baja

“La inflación está volviendo, el prometido crecimiento económico no llega, la producción industrial cayó y la tasa de desempleo, que continúa baja, en algún momento va a empeorar. Para quien abucheó, el gobierno no ha tenido un buen desempeño”, opinó el analista político Ricardo Caldas, de la Universidad de Brasilia, citado por el diario Correio Braziliense.

Dos encuestas divulgadas la semana pasada antes de las protestas dieron cuenta de un declive marcado en el respaldo a Rousseff. En una de ellas, de la consultora Datafolha publicada por el diario Folha de S. Paulo, la aprobación del gobierno alcanzó 57 por ciento este mes desde 65 por ciento en marzo. La encuesta se realizó los días 6 y 7 de junio entre 3 mil 758 personas y tuvo un margen de error de dos puntos porcentuales.

Además de las causas del malestar ya mencionadas, Berterretche señala también al modelo productivo sustentado en la producción, extracción y exportación de materias primas sin valor agregado; al presupuesto federal de 2013, destinado en su mayor parte al pago de la deuda pública; al modelo energético; a la contrarreforma agraria, conducida por la transgenia agrícola; a los confrontamientos con indígenas derivados del punto anterior; y, por último, a un proyecto de ley conocido como “el estatuto del nascituro”, que pasaría a considerar sujeto pleno de derecho al óvulo fecundado.

Un conjunto de problemas que no han salido a la luz sino a raíz de las protestas y que muestran las otras caras del “sueño brasileño” o, quizá, tan sólo la involución de este.

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