El último y se van

Quizá ya era demasiado tarde, pero los inconformes con el gobierno de Brasil y con la FIFA protestaron hasta que el italiano Nicola Rizzoli dio el último silbatazo del Mundial.

La policía brasileña dispersó ayer a alrededor de 200 manifestantes en una plaza cercana al estadio Maracaná, en Río de Janeiro, donde Alemania venció a Argentina y se coronó como tetracampeón del mundo.

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Quizá ya era demasiado tarde, pero los inconformes con el gobierno de Brasil y con la FIFA protestaron hasta que el italiano Nicola Rizzoli dio el último silbatazo del Mundial.

La policía brasileña dispersó ayer a alrededor de 200 manifestantes en una plaza cercana al estadio Maracaná, en Río de Janeiro, donde Alemania venció a Argentina y se coronó como tetracampeón del mundo.

La protesta, iniciada desde la mañana del domingo para continuar las críticas por los “excesivos” gastos gubernamentales en los preparativos de la Copa, fue contralada antes de que los manifestantes pudieran llegar al escenario final del evento deportivo. 

Los reproches en contra del organismo rector del futbol mundial y de los desalojos de personas de bajos recursos para construir estadios también se hicieron notar. 

De acuerdo con la Policía Militarizada del estado de Río de Janeiro, al menos cuatro personas fueron detenidas y otras cuatros resultaron heridas, informó ayer la agencia EFE.

Mientras tanto, en la cancha, la mandataria brasileña Dilma Rousseff, y el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, fueron recibidos con abucheos por la afición momentos antes de la premiación.

Aquí no termina

Fue hace poco más de un año, el 17 de junio de 2013, cuando el video de Carla Dauden –la joven brasileña que explicó por qué no asistiría a la Copa del Mundo en Brasil– comenzó a hacerse viral. 

¿Sus motivos? Dauden argumentó en ese entonces que los gastos serían excesivos (“más que las últimas tres copas juntas”), que el gobierno estaba cometiendo abusos en el proceso y que en un país donde 13 millones de personas padecen hambre la prioridad no era construir estadios.

Durante los meses previos a la inauguración del evento, las calles de ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro se vieron invadidas por civiles y sindicatos que demandaban mejoras en el transporte y la educación, así como en el sector salud y en los salarios. 

La estabilidad alcanzada por el expresidente Lula da Silva se desmoronó, y la actual mandataria Dilma Rousseff se vio obligada a pactar aumentos y convocar a plebiscitos para aprobar sus reformas.

Y aunque durante el Mundial las protestas fueron mucho más esporádicas de lo que algunos esperaban, y Rousseff aseguró el viernes pasado que mantuvieron “la paz y el orden”, los argumentos de Dauden los compartieron miles antes y durante el torneo. 

Incluso ahora que la Copa terminó, movimientos como “#SayNoToFIFA” (Di no a la FIFA) están siendo promovidos por activistas como Dauden. 

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