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El miedo de vivir en Siria

Ninguna guerra es un evento cualquiera, pero el conflicto en Siria comienza a salirse del guión y de la manera más negativa.

A diferencia de Libia y Egipto, donde se sufrió una transición política violenta, la dictadura de Bashar al Assad en Siria se resiste con toda fiereza a caer a costa de la sangre de miles de civiles.

“En el pasado nunca rezaba, ahora lo hago todos los días porque sé que en cualquier momento puedo morir. La muerte está a nuestro alrededor”, dijo Mohammad a el diario español El País.

"En el pasado nunca rezaba, ahora lo hago todos los días porque sé que en cualquier momento puedo morir. La muerte está a nuestro alrededor”
MohammadHabitante del barrio de Shaar, en Aleppo
Hace apenas dos meses, la ONU emitió un reporte donde informaba que ambos frentes cometían crímenes de guerra

Ninguna guerra es un evento cualquiera, pero el conflicto en Siria comienza a salirse del guión y de la manera más negativa.

A diferencia de Libia y Egipto, donde se sufrió una transición política violenta, la dictadura de Bashar al Assad en Siria se resiste con toda fiereza a caer a costa de la sangre de miles de civiles.

“En el pasado nunca rezaba, ahora lo hago todos los días porque sé que en cualquier momento puedo morir. La muerte está a nuestro alrededor”, dijo Mohammad a el diario español El País.

Mohammad habitaba en el barrio de Shaar en la provincia de Aleppo, una de las más golpeadas por el régimen.

Y habitaba, pues esta semana vio como su casa ardía en llamas después de que un helicóptero del ejército disparara dos cohetes contra ella.

El Observatorio en Derechos Humanos, (HRW, por sus siglas en inglés) con sede en Nueva York, dio fe en un informe de la brutalidad con la que las fuerzas afines a la dictadura tienen nula consideración por las vidas de sirios inocentes.

“El desprecio de Siria por la población civil es evidente en su campaña aérea, que incluye al parecer ahora mortíferas bombas de racimo en zonas pobladas”, mencionó el reporte de HRW.

Las bombas de racimo son municiones que dispersan bolas explosivas en una zona muy amplia, muchas de las cuales no detonan inmediatamente, lo que representa un peligro durante un largo tiempo, informó AP.

El organismo agregó que dichos explosivos han sido extensamente prohibidos por casi todas las naciones, debido al peligro que representan para la población.

Ante tales acusaciones, las fuerzas armadas sirias niegan lo señalado en el informe y dijeron en un comunicado que las acusaciones “carecen de fundamento”.

Agregaron que son parte de “propaganda mediática que busca desviar la opinión pública internacional de los crímenes cometidos por grupos terroristas armados”.

No es la primera vez que organismos internacionales resaltan la crueldad del combate en el país de Medio Oriente.

Hace apenas dos meses, Naciones Unidas emitió un reporte donde informaba que ambos frentes, rebeldes y fuerzas del régimen, incurrían en crímenes de guerra.

El documento publicado en agosto pasado destacó el uso de la tortura, asesinatos ilegales y violencia sexual contra la población civil.

El infierno que viene del cielo

Los ataques aéreos se han vuelto más frecuentes en el territorio.

Ayer, aviones de combate del gobierno sirio atacaron de manera brutal los bastiones rebeldes del norte del país, reportaron activistas.

Las provincias afectadas fueron Idlib y Aleppo, y según dijeron los activistas, fue uno de los peores golpes desde que la insurgencia logró avances en la región.

El régimen de Al Assad ha recurrido cada vez más a su fuerza aérea en su empeño por aplastar a los rebeldes que han tomado grandes segmentos de territorio en el norte y cerca de la frontera con Turquía.

Las autoridades sirias culpan de la guerra civil en el país a pandillas armadas y terroristas que llevan a cabo una conspiración extranjera para desestabilizar Siria.

Un activista en la provincia de Idlib, quien se identificó solamente como Abu Hamza y rechazó proporcionar su nombre completo por temor a represalias, dijo que los ataques aéreos del martes pasado fueron de los más violentos desde que los insurgentes tomaron la ciudad crucial de Maaret al-Numan en Idlib el 10 de octubre.

La ciudad yace a lo largo de la carretera principal que conecta Aleppo con las ciudades del sur del país, incluidas Homs y la capital Damasco, informó AP.

Rami Abdul-Rahman, quien dirige el Observatorio Sirio en Derechos Humanos, confirmó la gravedad de la embestida aérea la cual describió como “concentrada e intensiva”.

Agregó que los aviones realizaron 12 incursiones en el área de Maaret al-Numan en una hora.

El grupo se apoya en información de una red de activistas en el terreno.

El hambre aqueja

Una cifra creciente de sirios se ha vuelto dependiente de la agencia de alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para mantenerse con vida, dijeron ayer funcionarios.

Aproximadamente 1.4 millones de personas requirieron ayuda en septiembre pasado en varias partes del país, ante la falta de alimentos.

Pero el Programa Mundial de Alimentos (PMA) señaló que los voluntarios de la agencia no pueden llegar a todos los necesitados debido a la guerra, y en los lugares donde se combate se han casi duplicado los precios de la comida.

“Existen algunas áreas a las que nadie puede llegar”, dijo la vocera del PMA Elisabeth Byrs a reporteros en Ginebra.

Los colaboradores —incluidos de la Media Luna Roja Árabe Siria, de grupos caritativos locales y de organizaciones no gubernamentales— han sido incapaces de llegar a partes del país, incluidas ciertas áreas de Homs, Aleppo, Dará y la parte rural de Damasco.

Byrs indicó que su agencia está planeando proveer de alimentos a más de 460 mil refugiados sirios para cuando termine el año.

Adrian Edwards, vocero de la agencia de la ONU para atención de refugiados, señaló que hasta el martes había 343 mil sirios registrados formalmente como refugiados o que estaban siendo ayudados por el organismo.

La inmensa mayoría de ellos se encuentran albergados en los países vecinos Irak, Jordania, Líbano y Turquía.

El saldo de daños en lo que va del conflicto es grave: Aleppo, que en el pasado fue la capital de los negocios sirios y la provincia más grande con unos tres millones de residentes, hoy está a punto de ser solo cenizas.

Además, se estima que desde marzo de 2011 han muerto unas 33 mil personas en todo el país.

Un número pequeño pero creciente de sirios que buscan asilo ha estado llegando a países europeos, indicó Edwards. Aproximadamente 16mil solicitaron asilo en la Unión Europea, Noruega y Suiza desde 2011.

Mientras todo esto pasa, ni la Unión Europea ni la Liga Árabe han decidido de qué manera intervenir para detener los ríos de sangre que corren por las calles sirias a diario.

¿Cuántos más tendrán que morir para que el mundo se de cuenta del terror que es vivir hoy en Siria? (Con información de AP).

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