El hartazgo de Haití

Los haitianos protestan por la corrupción del gobierno, las nuevas medidas económicas y las promesas incumplidas. La principal exigencia de los ciudadanos es la renuncia del presidente

Haití vive protestas desde hace más de una semana. Los ciudadanos se manifiestan en las calles para pedir la renuncia del presidente Jovenel Moïse y mejores condiciones de vida. El mandatario es acusado de corrupción y la crisis económica en el país es insostenible

Las protestas en la nación más pobre de América comenzaron el 7 de febrero en parte porque la oposición al gobierno convocó a una marcha. Todo inició el mismo día que Moïse cumplió dos años como presidente y en la fecha en que se conmemora la caída de la dictadura de François Duvalier.

Desde entonces, las protestas crecen y todos los días se producen enfrentamiento entre manifestantes y policías. Los actos de indignación responden en parte a que el Gobierno declaró una urgencia económica que implica reducir el costo de los bienes de primera necesidad e incrementar el acceso al crédito de las pequeñas empresas. Todo para intentar paliar la crisis.

Los manifestantes también exigen justicia por las supuestas irregularidades en el programa Petrocaribe, mediante el cual Venezuela suministra petróleo a varios países americanos a precios ventajosos a cambio de apoyo político y del que Haití comenzó a formar parte en 2008.

Una auditoría del Tribunal de Cuentas reveló irregularidades en este programa entre 2008 y 2016 y señaló a 15 altos cargos del Gobierno por este caso. También a una empresa que dirigía Moïse antes de convertirse en presidente.

Por otra parte, los haitianos están inconformes con el mandatario porque no cumple con sus promesas de campaña. Durante el periodo previo a los comicios, el jefe de Estado prometió “comida en cada plato y dinero en cada bolsillo”, sin embargo, la mayoría de los ciudadanos todavía luchan por sobrevivir y enfrentan la inflación que aumentó un 15 por ciento desde su elección

La violencia en las protestas provoca que escuelas, bancos y algunos comercios permanezcan cerrados todo el día o por algunas horas. También se registran saqueos en algunas tiendas.

Desde el lunes pasado, las calles de Puerto Príncipe están casi vacías, con la docencia y el transporte paralizados. Sólo se observan algunas motocicletas que ofrecen servicio de traslado, de acuerdo con la información de medios locales.

En las principales calles de la capital haitiana, manifestantes levantan barricadas y queman neumáticos desde la semana pasada, lo que impide el paso de vehículos e imposibilita la comunicación terrestre entre la ciudad y otras localidades vecinas.

Reportes de medios locales indican que otras importantes ciudades viven un panorama similar.

“Las personas se cansaron porque Haití es un país golpeado por los fenómenos naturales y la gravedad de su situación económica, pero la raíz del conflicto es una crisis de pobreza, hambre y desigualdad”, asegura la internacionalista Norma Soto Castañeda.

La también profesora añade que los haitianos iniciaron las protestas porque no ven una respuesta clara a la crisis económica en el país.

“Las personas piensan que los nuevos gobernantes resolverán los problemas económico-sociales del país y mejorará su situación de vida, sin embargo, al no ver resultados sienten decepción y protestan”, comenta Soto Castañeda.

Los datos le dan la razón a la internacionalista. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el 24.7 por ciento de los haitianos vive en pobreza extrema, es decir, sobreviven con menos de 1.25 dólares por día. Además, el 59 por ciento de las personas de este país viven con menos de 2 dólares por día.

Por otra parte, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Haití se desaceleró del 1.5 por ciento en 2016 al 1.2 por ciento en 2017.

Haití también es una nación desigual. El país caribeño ocupa el cuarto lugar en el World Factbook de la CIA para la desigualdad de ingresos. Esta medida se basa en el coeficiente de Gini, una relación de los ingresos más altos con los más bajos. Para Haití, esto representa que el 20 por ciento de los hogares tiene el 64 por ciento de la riqueza total del territorio.

El país también es propenso a los desastres naturales. El huracán Matthew, una tormenta de categoría cuatro que azotó a Haití en octubre de 2017, mató a 546 personas y afectó a dos millones más. Sin embargo, las consecuencias del huracán se extendieron durante muchos meses. A su vez, la destrucción de los edificios y los cultivos, una importante fuente de ingresos para los haitianos, le costó mucho al país

Además, aproximadamente 100 mil niños haitianos menores de cinco años están desnutridos, mientras que 30 por ciento de la población en general considera que vive bajo inseguridad alimentaria, de acuerdo con los últimos datos del Programa Mundial de Alimentos.

A la información sobre desnutrición se suma que muchos haitianos no tienen acceso a agua limpia. Según el Programa Mundial de Alimentos, una de cada dos personas de este país usa agua sin potibilizar, lo que provoca enfermedades. De hecho, alrededor del 80 por ciento de las enfermedades en los países en desarrollo se deben en parte al agua insalubre.

Postura del presidente

Ante las protestas, el presidente de Haití rompió el jueves el silencio. En la televisión estatal, el mandatario dijo que no dejará el país en manos de pandillas armadas y traficantes de drogas.

Tras asumir como presidente, Moïse recorrió el país en lo que llamó la Caravana del cambio con promesas como la de fomentar la compra de maquinaria pesada y la de emprender grandes obras cuyos costos jamás fueron precisados. En sus recorridos por las provincias de Haití también prometía cosas como asegurar electricidad a todo el país durante todo el día.

Los haitianos salen a las calles porque se sienten hartos debido al incumplimiento de las promesas que escucharon de la boca del presidente en diferentes regiones .

Cierres de embajadas

Ante las protestas, las embajadas de distintos países poco a poco dejan Haití o detienen sus actividades. El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció que retiraba a todo el personal de no emergencia de Haití.

Otras embajadas mantienen suspendido el servicios consular como la de España y México, mientras que otras como la de Canadá y República Dominicana están cerradas.

Esta no es la primera vez que se presentan disturbios y movilizaciones a raíz de los malos manejos fiscales del gobierno. Entre octubre y noviembre de 2018 ya se habían registrado multitudinarias protestas que dejaron por lo menos una docena de muertos, más de cincuenta heridos y decenas de detenidos.