Compra de tierras, negocio en auge

El aumento en los precios mundiales de alimentos que se registró entre 2007 y 2008, provocó una avalancha de adquisiciones transfronterizas de tierras en todo el mundo.

Los fondos soberanos de inversión, los de capital privado, los productores agrícolas y otros representantes clave de la industria agroalimentaria han sido los grandes ganadores de esta tendencia.

Esta fiebre global se vio impulsada por la desconfianza en los mercados internacionales de alimentos, la inestabilidad política en algunos países y la especulación sobre la demanda de alimentos en el futuro.

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Millones de hectáreas de tierras están disponibles en América Latina
Hoy, el gran negocio del mundo es la compra de tierras transfronterizas

El aumento en los precios mundiales de alimentos que se registró entre 2007 y 2008, provocó una avalancha de adquisiciones transfronterizas de tierras en todo el mundo.

Los fondos soberanos de inversión, los de capital privado, los productores agrícolas y otros representantes clave de la industria agroalimentaria han sido los grandes ganadores de esta tendencia.

Esta fiebre global se vio impulsada por la desconfianza en los mercados internacionales de alimentos, la inestabilidad política en algunos países y la especulación sobre la demanda de alimentos en el futuro.

Se estima que existen en el mundo 445 millones de hectáreas de tierras no cultivadas y disponibles para la agricultura, frente a mil 500 millones de hectáreas ya cultivadas. De las tierras vírgenes, alrededor de 201 millones de hectáreas se encuentran en África, 123 en América Latina y 52 en Europa oriental.

Para algunos, las compras transnacionales de tierra son una oportunidad para superar la falta de inversión, crear empleos y aportar tecnología innovadora al sector agrícola local.

Otros, en cambio, las consideran acaparamientos que no respetan los derechos locales, las normas sociales, el medio ambiente y que ademàs, fomentan la corrupción.

Rabah Arezki, economista del Fondo Monetario Internacional, así como Klaus Deininger y Harris Selod, del Grupo de Investigación del Desarrollo del Banco Mundial, coinciden en que esta ola se incrementó desde 2009.

Entre 1961 y 2007 un promedio anual de 4.1 millones hectáreas de tierras se abrió a la producción agrícola. De éstas, 1.8 millones fueron en África.

En su análisis “Los inversionistas extranjeros compran tierras en los países en desarrollo”, los economistas detallan que solo en 2009 se compraron 56.6 millones de hectáreas en todo el mundo.

La mayor parte se encuentran en África, donde hay 39.7 millones de hectáreas, cantidad que supera las superficies cultivadas combinadas de Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, los Países Bajos y Suiza.

El negocio agrícola se caracteriza por largos períodos entre la inversión y la producción. Pero este periodo de stand by se complica aún más por la imprevisión de las condiciones meteorológicas y microclimáticas.

Los pequeños agricultores en el mundo han aprendido a convivir con esas dificultades. Sin embargo, muchos países en desarrollo se enfrentan además al bajo nivel de gasto público en tecnología e infraestructura.

Las grandes adquisiciones transnacionales de tierras se remontan a la época de las conquistas y la expansión colonial.

Desde entonces, solo una pequeña parte de la tierra adquirida se destinaba a usos productivos, el resto se mantenía sin cultivar.

La ola de adquisiciones posteriores fueron impulsadas por cambios en el costo del transporte, como los relacionados con el barco de vapor y la refrigeración.

Estas transformaciones convirtieron, algunas veces, las tierras económicamente inviables en viables.

El atractivo de un país

Hoy, el atractivo de un país como destino para las nuevas inversiones, depende de la disponibilidad y fácil acceso a tierras no cultivadas, explican los economistas.

Es más fácil obtener tierras rápidamente y a bajo costo en aquellos países donde la protección de los derechos de la tierra es deficiente, admiten.

Pero existe el riesgo de que la viabilidad económica y la sostenibilidad a largo plazo de las inversiones se vean comprometidas.

Y ésto, sin duda, afectaría a los gobiernos anfitriones que hayan transferido tierras por debajo de su valor razonable.

Incluso, los expertos coinciden en advertir sobre el peligro de que estas inversiones no beneficien a la población local.

Para evitarlo, los expertos mencionan en su investigación que se deben adoptar medidas para incrementar la transparencia de cada inversión.

Además, recomiendan establecer una gestión de gobierno de la tierra más eficaz en los países destinatarios. Sólo así se podrían reducir los riesgos económicos y sociales.

A largo plazo, la gestión de un gobierno eficaz, incluida la supervisión independiente de las inversiones, puede ser un factor que determine la capacidad y competitividad de los países para atraer inversiones agrícolas adecuadas.

Países como Argentina, Brasil y Ucrania ya se blindaron. Elaboraron proyectos de ley para limitar las compras realizadas por extranjeros.

Otras naciones han declarado una moratoria a las adquisiciones de tierras por extranjeros hasta que se establezcan las salvaguardias.

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