Bachelet: Por la salvación de la izquierda

La izquierda en América Latina atraviesa un momento crítico en su popularidad. Especialmente en los países que se cobijan bajo el mando de una mujer. 

Para Cristina Kirchner y Dilma Rousseff las protestas han sido una pesadilla que sirve de parteaguas entre el crecimiento y la crisis de Argentina y Brasil, respectivamente. 

"Bachelet se ha comprometido con un programa audaz y profundo que ella ha definido como ‘de nuevo ciclo’: una reforma a fondo a la educación, para mejorar la igualdad de oportunidades...Todo lo contrario de las prioridades de Piñera, que fueron mejorar el empleo, retomar el ritmo del crecimiento y combatir la delincuencia"
Alberto LuengoPeriodista y columnista chileno

La izquierda en América Latina atraviesa un momento crítico en su popularidad. Especialmente en los países que se cobijan bajo el mando de una mujer. 

Para Cristina Kirchner y Dilma Rousseff las protestas han sido una pesadilla que sirve de parteaguas entre el crecimiento y la crisis de Argentina y Brasil, respectivamente. 

“Con telones de fondo y demandas diferentes, las revueltas recientes de estudiantes venezolanos, brasileños, ancianos nicaragüenses o indígenas bolivianos tienen el denominador común de haber brotado sin banderas partidarias claras, complicando a gobiernos de partidos de izquierda”, informó BBC Mundo el 24 de febrero.

Y aunque la situación es tensa para la izquierda, sobre todo para las mujeres que la encabezan, Michelle Bachelet tomó posesión ayer de su segundo mandato presidencial con un Chile lleno de altas expectativas. 

Estas, que se significan el mayor desafío de su gobierno, se basan en las promesas de ambiciosas reformas económicas y sociales, incluida una educación pública gratis para todos. 

“Bachelet planea financiar los cambios educacionales con una alza al impuesto a la renta de las empresas; redactar una nueva Constitución y disminuir la gran desigualdad en la sociedad chilena, pero enfrentará una desaceleración económica y la presión de los estudiantes que no le darán una ‘luna de miel’, según dijo a la AP Naschla Aburman, líder de los estudiantes de la Universidad Católica”, publicó ayer El Nuevo Herald.

“Otro de sus desafíos son disminuir la desigualdad salarial, aumentar la producción energética, cuya estrechez está retrasando inversiones mineras, en un país que es el mayor productor mundial de cobre”, agregó el diario estadounidense. 

Se abren puertas 

Esta puede ser la oportunidad de la izquierda de reinventarse y sumar popularidad de nuevo, sobre todo después de que sus reacciones a las protestas en cada país hayan sido inciertas.

“Ellos han pensado que la calle les pertenece, que las demandas que se hacen desde la calle son demandas hacia el poder y ese poder generalmente es ‘reaccionario’, ‘de derecha’ o ‘fascista’”, dijo Margarita López Maya, historiadora venezolana especializada en protestas.

Mientras tanto, en Chile “dos mujeres socialistas y agnósticas –Michelle Bachelet e Isabel Allende- y un hombre de derecha y católico son los protagonistas de un cambio de mando cuyos símbolos estarán llenos de significado”, aseguró el periodista chileno Alberto Luengo a BBC Mundo.

Luego de finalizar su período 2006-2010 con una popularidad de 84 por ciento, la mandataria tomó protesta acompañada de representantes del globo. 

El gran ausente fue Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Pero desde el príncipe Felipe de Asturias hasta el mandatario Enrique Peña Nieto y el vicepresidente estadounidense Joe Biden, invitados presenciaron cuando la nueva presidenta del senado e hija de Salvador Allende, Isabel, le colocó la banda a la nueva jefa de Estado de Chile. 

“Bachelet quiere un papel más activo de su país en la región y fortalecer el vínculo con los países del Atlántico. Argentina, Brasil y Uruguay serán los primeros destinos de la mandataria en una gira de fines de marzo o principios de abril”, informó ayer El Clarín.

Esto puede posicionar a Michelle Bachelet como la Angela Merkel de América Latina, una mujer que dirija la región y esté a favor de la conciliación.

Dilma prefiere callar

Expertos aseguran que América Latina se ha portado ingrata con Venezuela durante las protestas que azotan al país desde hace un mes. 

Mandatarios se han manifestado a favor y en contra del Gobierno de Nicolás Maduro, pero Dilma Rousseff ha sabido callar. 

“No cabe a Brasil discutir la historia de Venezuela, ni lo que Venezuela debe hacer, porque eso sería contra lo que defendemos en términos de política externa”, señaló Rousseff a la prensa en Bruselas la semana pasada.

“El país vecino tiene una posición poderosa en el continente, como la principal economía del cono sur, y hasta ahora solo se ha limitado a firmar una carta de solidaridad alineada con el presidente Nicolás Maduro durante la última reunión de la OEA”, dijo ayer El Nacional.

En 2012 la presidenta defendió enviar cancilleres a Paraguay para cuidar el “orden democrático” tras la destitución de Fernando Lugo. 

Pero ahora la estrecha relación de Brasil con Venezuela despiertan dudas sobre el liderazgo de Dilma.

“Brasil tiene grandes negocios con Venezuela. Y sabe como los otros gobiernos de la región que las críticas al gobierno venezolano generalmente traen consecuencias”, expresó a BBC Mundo Thiago de Aragão, analista de Arko Advice. 

 

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