Así es como la tortura de 10 monos exhibió a Volkswagen y sus mortales motores de diésel

Desde hace años, era bien sabido que la compañía alemana estaba inmiscuida en la muerte prematura de miles de personas, pero la tortura de los primates llevó el caso a un nuevo nivel de indagación

¿Cómo es posible que 10 monos hayan provocado la mayor indignación hacia la industria automotriz?, esa es la pregunta que se hace Jack Ewing, periodista de The New York Times y quien en los últimos 10 años ha develado el escándalo más grande de contaminación y corrupción de la empresa alemana Volkswagen.

“He estado cubriendo el escándalo de las emisiones de Volkswagen durante más de dos años y medio, escribiendo docenas de artículos y un libro. Pero el artículo de Volkswagen que generó la mayor indignación fue sobre lo que la compañía le hizo a un puñado de monos”, escribió Ewing.

La historia comenzó luego que el periodista recibió los documentos de una demanda presentada contra la automotriz en Estados Unidos, entre los que se encontraba una deposición de Jake McDonald, científico del laboratorio Lovelace Respiratory Research Institute en Albuquerque.

Resultó que una organización de investigación supervisada y financiada por Volkswagen, y otros fabricantes alemanes de automóviles, había contratado a Lovelace para probar los efectos del escape de diésel de diversos vehículos en un grupo de monos.

“Al encerrar 10 monos en cámaras de vidrio y exponerlo durante cuatro horas al escape diluido de un Volkswagen Beetle, según los documentos del tribunal, los fabricantes de vehículos esperaban demostrar que la tecnología moderna había neutralizado los efectos tóxicos del diésel en los humanos, el cual es culpado de miles de muertes prematuras”, escribió el periodista.

El problema fue que los experimentos fueron fundamentalmente defectuosos, pues el Beetle fue equipado con el software ilegal que reducía las emisiones contaminantes en condiciones de laboratorio como las de Albuquerque, es decir, que las emisiones producidas tenían poca relación con las producidas en el mundo real.

Por si esto fuera poco, los errores en los experimentos no permitieron demostrar que un Volkswagen amañado fuera menos dañino para los monos, pues todos los primates, incluso aquellos en el grupo de control que no respiraron ningún escape, mostraron signos de inflamación en sus pulmones; los experimentos no produjeron conocimiento científico útil.

La noticia de los experimentos fallidos con los monos causo gran revuelo en todo el mundo, pero principalmente en Alemania, donde incluso la canciller Angela Merkel condenó los hechos y el parlamento alemán celebró intensos debates sobre el comportamiento de Volkswagen, Daimler y BMW, quienes intentaron distanciarse de la investigación una vez que el Times la sacó a la luz.

“¿Por qué la indignación por el destino de 10 monos cuando Volkswagen ya se había declarado culpable de conspiración para violar la Ley de Aire Limpio de los Estados Unidos? Después de todo, ya sabíamos que el escape de diésel había provocado la muerte prematura de cientos de miles de personas”, cuestionó el periodista.

Ewing considera que esto se debe a que antes de la presencia de los 10 monos, no había víctimas identificables del motor de diésel de Volkswagen. Sí, una persona puede morir de cáncer de pulmón por inhalar de manera prolongada las emisiones contaminantes, pero puede haber más factores en el deceso, además la culpa se diluye entre todas las compañías de mundo.

“Los 10 desafortunados, obligados a respirar por el escape para que Volkswagen y los demás pudieran vender más automóviles, proporcionaron al escándalo las primeras bajas específicas. Ellos cristalizaron la frustración pública con el comportamiento de las compañías automotrices”, concluyó el periodista.

Finalmente, Ewing ofreció una breve respuesta sobre el futuro de los monos. De acuerdo con el laboratorio de Albuquerque, los experimentos de 2014 no mataron a los primates, aunque su destino no es del todo claro, pues el laboratorio no comparte esa información más que con los reguladores del gobierno.

“Pero es seguro decir que se encuentran entres lo primates no humanos más influyentes de la historia de Alemania”, añadió el periodista.

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