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Anti héroes

Durante este año los medios de comunicación de todo el mundo han reportado, constantemente, diferentes escándalos alrededor de los excesos y abusos de la policía de Estados Unidos. 

2015 está a punto de terminar y los casos se siguen acumulando, pero este no es un tema nuevo. 

84%
de los policías de EU asegura haber visto a sus compañeros usando la fuerza de manera excesiva

Durante este año los medios de comunicación de todo el mundo han reportado, constantemente, diferentes escándalos alrededor de los excesos y abusos de la policía de Estados Unidos. 

2015 está a punto de terminar y los casos se siguen acumulando, pero este no es un tema nuevo. 

En 1991 la paliza que la policía de Los Ángeles le propinó a un afroamericano de nombre Rodney King, no sólo dio la vuelta al planeta. Cuando los policías involucrados fueron declarados inocentes se desató una de las peores olas de violencia y protestas raciales en la historia de California. 

Los disturbios marcaron para siempre la primavera de 1992. Duraron dos semanas y murieron más de 50 personas. 

La reflexión después de ese incidente llevó a varios sectores de la sociedad estadounidense a cuestionar el entrenamiento ético de sus fuerzas policiales y los altos niveles de racismo al interior de esa corporación. 

Muchos esperaban que después de dos décadas de entrenamiento, programas públicos, acción afirmativa y otras herramientas sociales, la policía de Estados Unidos sería más profesional y ética. 

Desafortunadamente, entre 1991 y la actualidad sucedieron los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El factor 9-11

El ataque terrorista a las Torres Gemelas agudizó el racismo, el miedo y la xenofobia americanas, componentes que nunca habían desaparecido por completo. 

Por otro lado, el miedo colectivo que provocó el incidente hizo que tanto los militares del país y los policías de Nueva York y otras ciudades, recuperaran el calificativo de héroes locales y nacionales.

Aparecía una amenaza llamada terrorismo y los policías, en su territorio, y los militares, en el extranjero, eran la diferencia entre la vida y la muerte. 

El extraordinario despliegue de las fuerzas públicas para rescatar a las víctimas del atentado fue alabado por todos. La dignidad de la policía estaba intacta. 

En el ámbito militar, la guerra contra Irak, rechazada por millones alrededor del mundo y calificada como una mentira histórica, recibió el apoyo de la sociedad estadounidense en aquel momento. 

No obstante, después de 23 años esa dignidad se ha transformado rápidamente en arrogancia y prepotencia, pero el racismo sigue siendo un elemento adjunto al actual galimatías de la policía. 

El cáncer persiste y crece

Los elementos presentes durante el violento arresto de Rodney King se han vuelto una fórmula repetitiva.

Policías blancos, un sospechoso perteneciente a una minoría, uso excesivo de la fuerza, muertes por eventos de relevancia menor y consecuencias nulas para los oficiales. 

Son cada vez más las familias o amigos de víctimas de la violencia policial que salen a las calles a exigir justicia. Sin embargo, sólo el uno por ciento de los policías involucrados es condenado a prisión. 

El número de personas asesinadas por la policía en la última década superó al número de muertos de la guerra contra Irak. 

Poco a poco crece la sospecha de que, a pesar de luchar con ahínco por todo el orbe para eliminar al terror islámico de la faz de la tierra, el ente más letal para la paz pública de EU viste de azul y solía ser un aliado. 

Pero las minorías raciales de Estados Unidos, no sólo han protestado por los hechos más recientes, sino que cada vez están más seguras de que la policía es un aliado solo de los americanos de raza blanca.  

Para la policía, un afroamericano, un puertorriqueño, un mexicano o un árabe promedio es sospechoso antes de ser persona. 

Lo más alarmante es que los diferentes departamentos de policía no parecen entender el mensaje de los ciudadanos, se quejan de ser satanizados por la sociedad que aseguran proteger y se han vuelto más ásperos a las críticas sobre su desempeño.

Los policías de Estados Unidos han llegado a asegurar que el escrutinio de la gente es un factor que les impide realizar su trabajo adecuadamente y que esto generará más inseguridad en todas las comunidades. 

Los oficiales y sindicatos de policía dicen que la gente los trata mal tan sólo por ser quienes son y verse como se ven. 

El nuevo estereotipo

La tecnología ha hecho que los seres humanos estén más conectados que nunca, pero la policía de Estados Unidos parece no comprender a la sociedad que protege. 

Los policías de la actualidad son más fuertes físicamente que nunca, letales con un arma y no se andan con rodeos. Es claro que son una fuerza con la que no se juega. 

Aquella imagen del policía gordo que se atiborraba la boca con donas ha ido desapareciendo paulatinamente.  Hoy los oficiales están cada vez más cerca de ser un verdadero G.I. Joe. 

Estos policías están ansiosos por mostrar su fuerza y poner en práctica sus habilidades. 

Pero, ¿de qué sirve tener policías tan preparados, si no son capaces de comunicarse con las personas que protegen?

Los policías que son rápidos con el gatillo han sido popularizados por personajes de la televisión y el cine. 

Sin duda, la actual apariencia de las fuerzas policiales ha sido influenciada por la cultura popular. 

Curiosamente, cuando el director de cine Quentin Tarantino se manifestó contra la brutalidad de la policía, fue duramente criticado. 

Los policías se defendieron diciendo que las películas de Tarantino inducen a la violencia, sus opiniones pervierten la opinión de la ciudadanía y ponen en peligro a su corporación. 

El nuevo policía no admite críticas. No admite ser revisado.  Su trabajo es ya demasiado peligroso e importante para poner atención a la opinión de la sociedad.  La ley está de su lado. 

¿Hasta cuándo? 

Quentin Tarantino vs la brutalidad policiaca

“Soy un ser humano y tengo una conciencia. Cuando veo un asesinato no puedo pasarlo por alto. Tengo que llamar asesinato a un asesinato, y asesinos a los asesinos”.

Esas fueron las palabras del director de cine Quentin Tarantino durante un mitin contra la brutalidad policiaca. 

Después de escuchar sus declaraciones, varios sindicatos de policías alrededor de EU arremetieron contra el realizador y pidieron boicotear su próxima película.

Policías de todo el país hirvieron en indignación, asegurando que Tarantino odia a la policía, que sus películas son depravadas y que éstas, y sus recientes declaraciones, ponen en peligro a los buenos oficiales que arriesgan su vida todos los días. 

El miércoles Tarantino se rehusó a retractarse de sus comentarios, dijo que la policía intenta satanizarlo por usar su derecho a expresarse libremente y comentó:

“Cualquier persona que se dé cuenta que existe un grave problema en la impartición de justicia de este país es considerada por las autoridades como parte del problema”.

La compañía que distribuye la película “The Hateful Eight” ha respaldado a Tarantino y asegura que el director tiene derecho a protestar y expresar su opinión.

Se necesitan más Serpicos

Frank Serpico, también conocido como “Paco Serpico” es un oficial de policía retirado, quien casi murió asesinado en los 70 por evidenciar la corrupción al interior de la policía de Nueva York. 

Serpico se caracterizó por ser un policía sui generis, interesado en las artes y con una amplia cultura.  Hablaba español, tenía el pelo largo y vestía como hippie. Serpico procuraba mezclarse con un grupo de amigos diverso y durante su carrera practicó una aproximación diferente a la impartición de justicia. 

Desafió a la corrupción y se negó a aceptar sobornos. Por esa razón sus compañeros lo dejaron desprotegido cuando recibió un balazo en la cara.  

Recientemente Frank Serpico de 79 años se ha declarado en contra de la brutalidad policiaca, asegura que la corrupción sigue vigente y dice que después de cuatro décadas, sigue siendo persona non-grata para el departamento de policía de Nueva York. 

El ex policía considera que a pesar de haber ventilado los vicios de esa corporación, la policía todavía está fuera de control. 

La vida de Serpico fue popularizada en una película del mismo nombre estelarizada por Al Pacino y dirigida por Sidney Lumet en 1973.