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Acoso sexual

¡Le tocó un seno! La polémica se desató después de la circulación viral de un video que muestra la discusión de dos conductores de televisión en un programa en el que él le toca el seno a ella después de un largo “vaivén” de intentos y, sí, generó una sorpresiva indignación ante algo que parece se ha hecho costumbre tanto en los medios como en la vida cotidiana: el acoso sexual. 

¡Le tocó un seno! La polémica se desató después de la circulación viral de un video que muestra la discusión de dos conductores de televisión en un programa en el que él le toca el seno a ella después de un largo “vaivén” de intentos y, sí, generó una sorpresiva indignación ante algo que parece se ha hecho costumbre tanto en los medios como en la vida cotidiana: el acoso sexual. 

El video termina de la misma forma, Tania Reza, la conductora y víctima , sale del programa enfadada por lo sucedido, mientras que su colega Enrique Tovar justifica su enojo por un asunto “hormonal”. Parece que es una escena ajena, pero no, está llena de patrones que podemos encontrar en cualquier otro contexto.

Las críticas por lo que se supuso una ofensa comenzaron a brotar tanto como las justificaciones de tal acto. En estos días ambos protagonistas aclararon en otro video que tal acción fue premeditada y previamente preparada. Sin embargo, horas después la propia Tania desmiente el video en su muro de Facebook para aclarar que le obligaron a realizar este último. 

Aunque para esta fecha se supone estaban despedidos ambos conductores, las últimas noticias informan que los reintegran. Mucho se ha debatido sobre las políticas de ética y contenidos de éste y otros programas de televisión al respecto.

No es detalle menor reflexionar un poco sobre eso. Menos cuando el primer video le dio la vuelta a la Internet. No quizá porque haya sucedido de esa forma y ahora se ponga a debate quién está diciendo la verdad, sino porque deja ver las condiciones que tenemos las mujeres en cualquier ámbito para nuestro desarrollo intelectual y moral.

Independientemente de tener razón o no, cada día se registran más casos de mujeres acosadas en la escuela, en el trabajo e incluso en donde menos se podría esperar: en la casa. 

La cultura en México nos ha hecho presa a hombres y mujeres de una tendencia a consumar estos actos que terminan siendo hasta objeto de burlas, chistes o conversaciones de ocasión. No soy experta en el tema, pero aunque esto podría parecer inofensivo, realmente lo resulta cuando se pasan los límites del respeto mutuo. 

Algunos movimientos de mujeres en el mundo promueven que vayamos haciendo una cultura de respeto hacia el cuerpo de la mujer ante el acoso callejero o los que se dan en el transporte público. 

Estas movilizaciones están teniendo cada vez mayor aceptación en ambos géneros, incluso incidiendo en políticas públicas o acciones específicas para evitarlo. 

Un ejemplo de esto lo tenemos en la Ciudad de México, en donde en el Metro se puede denunciar de manera inmediata el acoso que, no sobra decir, se aprecia “natural” por diversos usuarios.

Por citar un ejemplo, en la Encuesta sobre Transporte Público en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, se preguntó sobre este tema, ¿los resultados? El 32 por ciento de ellos aseguró que alguna vez ha sido víctima de acoso en el transporte. La mayoría de los casos son mujeres (48%), y no es exclusivo porque también hubo 17% de hombres que aseguró haber sido acosados.

Este tipo de situaciones deben comenzar a generar tales debates que nos orillen a replantearnos el papel del respeto hacia el cuerpo de los mujeres en cualquier espacio en el que estemos presentes. Sobre todo cuando algunos de estos eventos se convierten en la antesala de la violencia sexual, delitos que hasta el año pasado registraban un incremento de más de 60 por ciento con respecto a años anteriores. 

No todo se vale, no todo puede ser permisivo, menos cuando el acoso está creciendo e impactando negativamente en algunos aspectos la vida personal o social de nosotras. 

Si hay algo que diferenciar es el consenso mutuo sexual que dista en mucho del  acoso. Si hay consenso en ambas partes no hay acoso, pero si existe, entonces pone en riesgo la integridad física y emocional de las mujeres.

 Lo que queda claro con estas reacciones de los usuarios de Internet es que no es agradable ni motivo de risa el acoso sexual en cualquiera de sus formas. Porque si algo nos  indigna -que no es un asunto exclusivo de las mujeres-  es sentirnos acosadas.

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