Ya no les creen

Tres de los mayores bancos centrales del mundo están viviendo su propia versión del cuento “Pedro y el Lobo”: sin buenos resultados que ofrecer por sus políticas de estímulo, los mercados financieros ya no les creen.

Para la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón (BoJ, por sus siglas en inglés), esta crisis de credibilidad amenaza con descarrilar sus planes en un momento crucial para su política monetaria.

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
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Los resultados de las políticas monetarias acomodaticias y heterodoxas no son lo que se esperaba

Tres de los mayores bancos centrales del mundo están viviendo su propia versión del cuento “Pedro y el Lobo”: sin buenos resultados que ofrecer por sus políticas de estímulo, los mercados financieros ya no les creen.

Para la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón (BoJ, por sus siglas en inglés), esta crisis de credibilidad amenaza con descarrilar sus planes en un momento crucial para su política monetaria.

Cada vez más, los mercados desconfían de sus pronósticos, dudan de sus estrategias de comunicación y no tienen fe en su capacidad para enfrentarse al actual escenario de estancamiento económico y deflación.

Y es que, después de recortar las tasas de interés hasta tocar el cero por ciento y mantenerlas en ese bajo histórico durante años, y después de inyectar billones de dólares a sus economías a través de programas de compras de activos, los resultados de estas políticas monetarias acomodaticias no son lo que se esperaba.

Peor que antes

Bloomberg reporta que un ejemplo de esta desconfianza se ve en los mercados de bonos, cuyas perspectivas de inflación a nivel mundial están tocando bajos que no se veían desde la crisis financiera del 2008. 

Datos recopilados por Bank of America muestran que en el último mes los mercados mantuvieron como pronóstico una inflación global de tan solo 1 por ciento, a pesar de las medidas extraordinarias de estímulo empleadas por los bancos centrales. 

Las tasas de inflación de Estados Unidos, la eurozona y Japón no sólo se encuentran muy por debajo de los objetivos respectivos de la Fed, el BCE y el BoJ, sino que además son menores de lo que eran antes de que sus bancos centrales emprendieran sus últimas rondas de compras de activos.

“Hay una falta de fe en la política monetaria -le has aventado hasta el fregadero de la cocina, has recortado las tasas de interés a cero por ciento, estás imprimiendo dinero- y aún así la inflación es más baja”, dijo en entrevista con Bloomberg Lee Ferridge, director de estrategia macroeconómica para Norteamérica en State Street.

Fed: ¿2016?

Las autoridades de Fed, incluyendo su presidenta, Janet Yellen, insisten en que alzarán su tasa de interés de referencia antes del cierre del 2015. En respuesta a esto, el Banco de México (Banxico) ha indicado que está listo para alzar su propia tasa tan pronto esto suceda.

Pero a pesar de las insistencias de la Fed, los mercados de futuros asignan cada vez menos probabilidades a un alza durante sus reuniones de octubre y de diciembre. Hace seis meses las probabilidades asignadas a octubre y diciembre, respectivamente, eran de 55 y de 74 por ciento. Hoy éstas son de sólo 8 y 34 por ciento.

La mayor caída en estas probabilidades se dio hace un mes, cuando la Fed mantuvo su tasa intacta durante su reunión de septiembre. Stephen Jen, cofundador del fondo de cobertura SLJ Macro Partners, indica en entrevista con Bloomberg que “la Fed podría haber perdido mucha credibilidad” en septiembre.

Los mercados ahora ven a marzo 2016 como un momento más propicio para el alza de tasas, la primera desde el 2006 y el primer despegue desde el intervalo de 0 a 0.25 por ciento establecido en 2008.

Sin embargo incluso marzo está en duda, pues la probabilidad asignada por los mercados es de sólo 50 por ciento, el equivalente a arrojar una moneda al aire.

Mientras tanto, los países emergentes como México están a la merced de la volatilidad generada por la incertidumbre que rodea a los bancos centrales, y continúan experimentando fugas de capital y depreciación en sus monedas.

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