Volando bajo…

Aumentan las enardecidas advertencias de importantes columnistas en Estados Unidos: no vuelen por American Airlines.

El primer golpe importante a la aerolínea vino el 29 de septiembre, cuando la empresa con sede en Dallas tuvo el desfortuno de contar entre sus pasajeros a Gary Shtenygart, un destacado novelista.

Tras una travesía transatlántica que duró 30 horas (el viaje normal es de 7), el autor decidió relatar su historia en una columna del New York Times.

Aumentan las enardecidas advertencias de importantes columnistas en Estados Unidos: no vuelen por American Airlines.

El primer golpe importante a la aerolínea vino el 29 de septiembre, cuando la empresa con sede en Dallas tuvo el desfortuno de contar entre sus pasajeros a Gary Shtenygart, un destacado novelista.

Tras una travesía transatlántica que duró 30 horas (el viaje normal es de 7), el autor decidió relatar su historia en una columna del New York Times.

Muchas personas, identificadas con el escrito, lo difundieron. Situacioness que van desde un deficiente servicio de atención a clientes, hasta aviones que dejan de funcionar en pleno vuelo sobre el Atlántico.

Aprovechando la popularidad del tema, Matthew Yglesias, un escritor de la revista Slate, publicó más problemas que ha sufrido con American.

Pero dadas las condiciones en las que opera American, era tan solo cuestión de tiempo para que se diera toda esta mala publicidad.

El estira y afloja está en el aire

En diciembre del año pasado, la aerolínea se declaró en quiebra, en un intento de presionar a los sindicatos a aceptar contratos con menos prestaciones. 
Aquello funcionó para todos menos con los pilotos, quienes continuaron en pleito con sus patrones.

Sin embargo, el 5 de septiembre, los abogados de la aerolínea lograron que un juez federal desechara el contrato de los pilotos, poniendo fin al litigio.

Pero la victoria para los gerentes solo fue temporal, pues desde entonces los pilotos han estado saboteando a la aerolínea, llegando tarde a los destinos o encontrando “defectos de seguridad” en los aviones.

La intención, según Matthew Yglesias, es que la gerencia se vea obligada a aceptar una compra por parte de U.S. Air, que está dispuesto a hacerlo y a lo que los sindicatos también han convenido.

El trato no se ha logrado porque los gerentes medios y altos muy probablemente perderían su empleo.

El caso de American Airlines no es aislado. Si hay alguna industria en la cual los sindicatos siguen manteniendo un control sustancial de negociación es en la aviación, en donde los buenos pilotos son activos muy valiosos.

El caso de Mexicana de Aviación demuestra lo mismo: cuando de pilotos se trata, es mejor mantenerlos contentos que intentar desafiarlos.

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