Un salvavidas para los mercados

En medio de las condiciones económicas adversas presentes en la economía global, cada vez más bancos centrales han optado por intervenir para incentivar el crecimiento económico de sus países. 

Ya sea lanzando programas diseñados para mantener las tasas de interés a bajas históricas o interviniendo en los mercados crediticios para solucionar problemas de liquidez, diversos bancos centrales han utilizado cada vez más de sus herramientas para intentar solucionar problemas. 

1.8 %
a tasa anualizada creció 
la economía de Estados Unidos en el primer trimestre del año, menos que el 2.4 por ciento esperado
"Lo que se está buscando es reducir (la compra de bonos). La palabra ‘salida’ no es la apropiada aquí"
Richard FisherPresidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas
http://www.youtube.com/watch?v=mexdbcPDAWk

En medio de las condiciones económicas adversas presentes en la economía global, cada vez más bancos centrales han optado por intervenir para incentivar el crecimiento económico de sus países. 

Ya sea lanzando programas diseñados para mantener las tasas de interés a bajas históricas o interviniendo en los mercados crediticios para solucionar problemas de liquidez, diversos bancos centrales han utilizado cada vez más de sus herramientas para intentar solucionar problemas. 

Pero, ¿hasta dónde pueden estas intervenciones salvar una economía? Hasta Mario Draghi, gobernador del Banco Central Europeo, que ha asegurado que el BCE mantendrá una política monetaria acomodaticia tanto como sea necesario, advierte los límites de acción de los bancos centrales. 

En un discurso presentado ayer en París ante la Asamblea Nacional, Draghi declaró que “es importante decir que hay límites para lo que la política monetaria puede lograr. La política monetaria no puede crear crecimiento económico real. Si el crecimiento está estancado porque la economía no produce suficiente o porque las empresas han perdido competitividad, arreglar eso está más allá de las capacidades de un banco central”.

El temblor financiero

A pesar de estas advertencias, las políticas monetarias expansivas se han convertido en algo tan importante para los mercados financieros que cualquier sugerencia de retirarlas es causa de estragos y caos. 

Y este problema se ve exacerbado gracias a la interconectividad instantánea de los mercados alrededor del mundo, que permite que grandes fugas de capital ocurran con gran velocidad.

Cuando la semana pasada Ben Bernanke, gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos, indicó que el banco central podría comenzar a desacelerar su programa de compra de bonos en la segunda mitad del año y ponerle fin en el 2014, las bolsas alrededor del mundo vieron jornadas negativas y las monedas de las economías emergentes sufrieron depreciaciones importantes.

Al mismo tiempo, pero del otro lado del mundo, los bancos centrales de China y Japón también han decidido intervenir, en menor y mayor manera, en sus economías. 

Abenomics, el ambicioso programa de intervención fiscal y monetaria lanzado en Japón por el gobierno del primer ministro Shinzo Abe, busca revivir la economía japonesa, pero hasta el momento ha reportado resultados mixtos y ha causado un aumento en la volatilidad del mercado bursátil japonés. 

Y en China, la limitada intervención de su banco central ha intentado tranquilizar a los mercados preocupados por una inminente crisis de liquidez, pero no ha logrado evitar un incremento en la volatilidad en sus mercados financieros y una creciente pérdida de confianza acerca de su sistema bancario por parte de los inversionistas y consumidores.

De un lado del Atlántico

En lo que concierne a Estados Unidos, las declaraciones de Bernanke anunciaron las preparaciones para dar fin al programa de compra de bonos y trajeron consigo un incremento en la volatilidad de sus mercados. 

Según lo declarado por el presidente de la Reserva Federal, el programa de relajamiento cuantitativo podría comenzar a reducirse durante la segunda mitad de este año y finalizar a mediados del 2014.

La velocidad con la que la Reserva Federal daría fin a su política monetaria acomodaticia, que ha logrado mantener las tasas de interés a bajos históricos, depende en gran parte de la salud de la economía estadounidense. 

Es por esto que la especulación al respecto se ha enfocado en diversos indicadores, sobre todo los de empleo, para estimar cuándo las tasas volverán a subir.

Con tal de generar confianza y revertir la volatilidad posterior al anuncio de Bernanke, dos presidentes de la Fed declararon ante los medios que el banco central no retirará su política acomodaticia en el futuro cercano. 

Bloomberg reporta que Richard Fisher, presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas, dijo que “lo que se está buscando es reducir. La palabra ‘salida’ no es la apropiada aquí”. Narayana Kocherlakota, del banco de la Reserva Federal de Minneapolis, dijo que la política monetaria se mantendría acomodaticia “por un tiempo considerable” después del fin del relajamiento cuantitativo.

En contraste con sus vecinos, el Banco de Canadá ha anunciado que mantendrá su postura, la cual favorece tasas más altas. La tasá de interés de referencia canadiense del 1 por ciento es la más alta en el G7.

Y en Europa

El Banco Central Europeo (BCE) ha establecido que las condiciones en la eurozona requieren todavía de una política monetaria laxa. Mario Draghi, presidente del BCE, ha declarado que la estabilidad de precios asegurada y la perspectiva económica global justifican una postura acomoditicia.

“Nuestra postura política ha sido, es y permanecerá siendo acomodaticia en el futuro previsible”, declaró recientemente Draghi. 

Joerg Asmussen, miembro de la mesa ejecutiva del BCE, apoyó a Draghi diciendo que “claramente es muy pronto para retirarse. Las expectativas de inflación están muy bien ancladas. En esta situación, nuestra política monetaria es expansionaria y se mantendrá expansionaria por el tiempo que sea necesario”.

Se espera que la postura del BCE genere un estímulo monetario y una mejora en los mercados financieros que apoyen la recuperación económica para finales del año. Al mismo tiempo, el BCE pidió a los gobiernos de la eurozona reducir sus déficits e impulsar la inversión.

El caso asiático

El Banco Popular de China declaró el martes que había inyectado capital para ayudar a algunos bancos con sus problemas de liquidez y que se encuentra listo para volver a actuar como prestamista de último recurso para quienes están asfixiados con las deudas a corto plazo.

Debido a lo anterior, los mercados financieros en China se calmaron después de varios días de agitación ante la posibilidad de una crisis crediticia. No obstante, los inversionistas se preparan contra condiciones de mercado más estrictas que intentarán frenar el crecimiento del crédito informal. 

Además, si el banco central toma una postura demasiado restrictiva, podría frenar aun más la economía china, que ha reportado un desaceleramiento en su producción en lo que va del año.

El problema radica en que el banco central quiere recortar los fondos que fluyen a los actores financieros no bancarios en China, que afectan directamente a la propiedad y la especulación. De tal modo, el dinero se canalizará en las zonas más productivas de la economía para asegurar un crecimiento sostenido.

Por otro lado, la reconstrucción de la economía en Japón dependerá de su capacidad para eliminar los obstáculos regulatorios. El país nipón está desarrollando una flexibilización de la moneda sin precedentes para intentar revertir más de 10 años de problemas deflacionarios. Los principales puntos que el gobierno debe atacar es la desregularización del trabajo, los servicios médicos, la educación y la agricultura.

Con un panorama global volátil y que todavía no muestra signos claros de mejoría, es probable que los bancos centrales del mundo continúen haciendo lo posible por salvar sus economías. Pero la duda permanece, ¿hasta dónde pueden obrar? ¿Hasta dónde es sano que continúen interviniendo?

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